La piromanía se puede definir por sus acciones, prender fuego a las cosas, pero va mucho más allá, ya que esconde un verdadero trastorno comportamental como es la adicción.

Pero no todos los incendios provocados son productos de un pirómano, pues hay que distinguir la piromanía de otras actuaciones y trastornos. Por ejemplo de un simulador, que imita los síntomas del pirómano provocando fuegos, pero tiene una intencionalidad diferente, de conseguir o evitar algo.

Así, ha habido incendiarios que trabajaban para el polémico negocio de las papeleras que usaban los bosques quemados como forma de conseguir "pasta" de madera a bajo coste. Igualmente ha habido casos de personal de "retenes" que ante la falta de incendios de años anteriores, se veía rescindido su servicio, y para evitarlo lo provocaba, como forma de mantener su puesto de trabajo.

Pero también hay que distinguirlo de otros problemas como el trastorno antisocial, donde se busca provocar un "daño social", ya sea prendiendo mobiliario público o rompiendo las vitrinas de las tiendas; lo que en otros ámbitos se denominaría como vandalismo.

Aclarado lo anterior, y como trastorno de la conducta adictiva, hay que señalar que la piromanía tiene una serie de características como son:

  • Incursión de pensamientos, donde el pirómano no puede dejar de pensar en el fuego, ya sea el que ha hecho él mismo, el que ha visto hacer a otros o el que planea hacer.
  • Planeación de su acción incendiaria, la cual con la práctica va siendo cada vez más meticulosa, para no ser descubierto, y procurando que sea más grande y tenga una mayor repercusión mediática.
  • Ansiedad para la preparación, pudiendo dejar de dormir los días previos a la provocación del incendio.
  • Llevar a cabo la acción, pues a pesar de lo anterior, si la persona no lleva a cabo sus planes no se considera un pirómano como tal.
  • Disfrutar de su actuación, ya no tanto por los daños que el fuego pueda provocar, sino por saber que lo ha hecho él, lo que le confiere un cierto nivel de "falso poder" sobre las cosas y las personas implicadas con la extinción del fuego.

Este círculo se reinicia una vez terminado de prender la mecha, lo que provoca un nuevo aumento de los niveles de ansiedad y de incursión de pensamientos hasta que lleve a cabo el siguiente incendio. Un círculo vicioso que se retroalimenta y que provoca la adicción comportamental.

La mayoría de nuestros comportamientos, al menos los que van a marcarnos, se producen en la infancia. Es entonces cuando tenemos nuestras primeras experiencias, y aprendemos lo que nos gusta y no nos gusta. A pesar de lo cual, no existe una edad de inicio de la piromanía, pues depende mucho de la relación que se establezca con el fuego. Lo que sí es cierto es que si el pequeño ha tenido un desarrollo "normal", va a tener más difícil establecer esta relación "placentera" con el fuego.

Todos los pequeños suelen sentir dolor cuando se queman al tocar por primera vez el fuego, e igualmente reciben la reprimenda de sus padres cuando lo hacen. Esto crear una huella de memoria sobre que aquello es peligroso y dañino, algo que va a ayudar al pequeño a aprender que no lo debe de tocar más.

Si no se recibe este tipo de educación, es más probable que pueda desarrollarse el proceso psicológico que desempeñe en la piromanía.

Para que se entienda, hay profesiones como la del bombero, los retenes e incluso los trabajadores del espectáculo que emplean el fuego como el escupefuego; todos ellos "ven" al fuego de otra forma, y transmiten esta visión a sus hijos, dándoles una educación "diferente".

A pesar de que "desde fuera" se pueda percibir cierto cambio comportamental por parte del pequeño, a diferencia de otras adicciones, el principal "problema" son los pensamientos invasivos y la "rumiación" que se hace de ellos, es decir, que se está una y otra vez pensando en los mismos.

Los padres difícilmente van a darse cuenta de los pequeños cambios del menor, sobre todo cuando este procura ocultar sus actos para evitar ser regañado por ello.

Si el pequeño "abiertamente" exhibe un comportamiento como incendiar papeleras u otros objetos pequeños, y es una conducta que se repite en un corto período de tiempo, los padres deben acudir a un especialista para evaluar las posibles causas de dicho comportamiento, pues de confirmarse la adicción, esta habría superado ya la barrera del "pudor" y el miedo a ser regañado, y ya estaría en un nivel "superior" que puede empezar a considerarse preocupante.

Sobre el tratamiento, hay que tener en cuenta que hasta ahora, únicamente cuando ha actuado la justicia al detener a una de estas personas, es cuando se ha planteado la necesidad de tratarlos; ya que muy difícilmente se va a acercar un pirómano a consulta a pedir ayuda.

A diferencia de otras adicciones, como el alcohol e incluso el juego, no existen "grupos de terapia" a donde acudir a solicitar ayuda, por lo que en la mayoría de los casos el tratamiento es individualizado.

De hecho, hasta hace poco, el único "tratamiento" que recibían era la cárcel, como castigo a sus actos, y a las consecuencias, que en ocasiones le costaba la vida a algún profesional que trataba de evitar la extensión del fuego.

Actualmente, se trabaja con terapia cognitivo-conductual, sabiendo de lo limitado de la eficacia de estos tratamientos para aquellas personas que son "obligadas" a tratarse y que no tienen una verdadera voluntad de cambio.

El proceso de la terapia es muy parecido al de la desintoxicación de cualquier otra adicción, teniendo en cuenta que en estos casos la persona no va a tener que sufrir las consecuencias fisiológicas del período de abstinencia como lo sufren lo alcohólicos u otro tipo de adictos.

En mi opinión hay un desconocimiento generalizado sobre las adicciones comportamentales, sus causas, consecuencias y tratamientos. Si ya de por sí la sociedad "tolera" determinadas adicciones como al tabaco o al alcohol, las comportamentales ni siquiera se tienen en cuenta cuando se habla de crear campañas de concienciación o prevención.

El preocuparse por casos de piromanía, únicamente se hace cuando llega el verano y empiezan a quemarse los bosques. Si por algún motivo ese verano no se queman, por ejemplo, porque es un verano lluvioso o existe una mejor dotación de los recursos de prevención de incendios, en tales casos "nadie se acuerda". Incluso si los accidentes "parecen" naturales, nadie busca más allá.

Al contrario si se producen muchos casos de incendios, o estos están concentrados en una determinada localidad; las autoridades empiezan a sospechar de la presencia de un pirómano responsable.

Y en cualquier caso, el problema existe, son personas que "disfrutan" haciendo fuego, y antes o después van a buscar "su momento de éxito" prendiendo algo.