En el mundo se desperdician cerca de 1,3 billones de toneladas de alimentos al año. Un tercio de la producción mundial de alimentos va a la basura, mientras 800 millones de personas sufren hambre. Son datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que advierte además de que un tercio de las partes comestibles de los alimentos producidos para el consumo humano se pierde o desperdicia.

En Europa el problema es mayúsculo y las cifran podrían alcanzar el 50% de alimentos desperdiciados (cerca de 90 millones de toneladas). Según la Comisión Europea, Reino Unido y Alemania son los países donde más comida acaba en el cubo de la basura. Le siguen Holanda, Francia, Polonia e Italia. España ocupa el vergonzante séptimo puesto en esta lita negra: casi 7,7 millones de toneladas de alimentos se pierden anualmente, mayoritariamente en la cadena de producción y comercialización, pero una parte importante de la culpa la tienen también los ciudadanos, ya que en los hogares se desperdician más de 1,3 millones de toneladas.

Por ello, la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) de España ha lanzado recientemente la campaña “No Tires la Comida” que pretende concienciar a la consumidores y también reclamar una ley que impida que los alimentos acaben en la basura. Esto pasa por regular de forma efectiva el reparto de los alimentos sobrantes que estén en buen estado y dar un uso efectivo y respetuoso con el medio ambiente a los que ya no lo están. Es importante también, destaca OCU, que España cuente con una ley que impida que los supermercados tiren a la basura los alimentos sobrantes, como ha aprobado el gobierno francés hace poco más de un mes.

FAO recuerda constantemente que el problema no es solo económico, sino principalmente humanitario. ONGs e instituciones vienen insistiendo en los últimos años en que es necesario involucrar a los agentes implicados en la producción, generación, distribución y comercialización para que donen los alimentos descartados a las organizaciones de bancos de alimentos.

OCU añade la petición de prohibir prácticas que impliquen estropear los alimentos haciéndolos inservibles para su consumo; mejorar los beneficios fiscales para aquellas donaciones de alimentos que tengan como destino bancos de alimentos y ONGs; exigir fechas de consumo preferente y caducidad acordes a criterios de calidad y seguridad alimentaria, no en función de intereses económicos particulares; y fomentar la reutilización y el reciclado de los productos alimentarios sobrantes que no puedan ser donados como tales.

Las legislaciones europeas siguen siendo laxas con el problema, aunque países como Francia han dado un paso adelante contra el desperdicio de alimentos. Eso sí, la ley no servirá de nada si los hábitos de consumo de los países industrializados no cambian de una vez por todas, tanto los del consumidor final como los de la venta minorista, que acaba dando más importancia al factor estético que a la utilización responsable de los alimentos.

Enlaces de interés

Campaña de la OCU No tires la comida