Tea and Sympathy se estrenó el 27 de septiembre de 1956*. Es una película dirigida por Vicente Minnelli que está basada en la obra de teatro del mismo nombre y escrita por el propio guionista Robert Anderson en 1953. Esta obra analiza la masculinidad, la homofobia y la intolerancia en la sociedad norteamericana de la época.

El personaje principal es Tom Lee, quien regresa a su universidad en uno de sus aniversarios y es ahí donde recuerda todo lo que vivió. A partir de un flashback, sumerge al espectador en todas las desgracias causadas por su marcada diferencia en el colegio. Sus compañeros crean en Tom al personaje socialmente conocido como "sister boy", una ofensa en aquel momento que condena al protagonista a ser marcado ante todos como el raro, y, aunque no se diga abiertamente, con una connotación homosexual (con el tinte negativo que tuvo en su momento).

En pocas palabras, podemos describir esta película situándonos en la actualidad y sobre todo si nos enfocamos a cualquier persona que rompa con los parámetros convencionales. Lo extraño, lo otro, lo ajeno son temas claves de la obra y todo gira al rededor de esto. De esta manera Minnelli ha creado un largometraje donde se describe los prejuicios que tiene la sociedad sobre las personas diferentes, lo ajeno a uno mismo y el miedo que esto supone.

Los personajes están construidos con una sexualidad muy convencional, pero el destino, en el caso de Tom, lo ha llevado a ser "especial". El protagonista es un chico que aprendió a bordar, coser y cocinar gracias a la cercanía que tuvo con la ayudante de limpieza de su casa, quien le enseño menesteres "propios" de una señorita y en contra de las tareas masculinas.

Es así como podemos decir que todo gira en torno a la apariencia. Hay que recordar que Estados Unidos en los años 50 intenta limar la imagen prototípica que se tenía de la población, había pasado una década del final de la Segunda Guerra mundial y era común resaltar la importancia de la masculinidad en público, ya que así se suavizaría todo el rastro que dejaron las décadas posteriores a la gran depresión. La reafirmación de estereotipos ortodoxos era una forma de proyectar la felicidad. Es importante señalar que el informe Kinsey, y sobre todo el Comportamiento sexual del hombre, tenía tan solo ocho años de haberse publicado. Ante esta situación, un estudiante con la formación como la de Tom Lee llamaría mucho la atención, sobre todo cuando alguien descubre que un chico sabe bordar, coser y cocinar.

Aunque actualmente no estemos en la época de la postdepresión norteamericana, es verdad que aún seguimos teniendo los mismos problemas con lo diferente: por lo general nos asusta, nos intimida y nos causa repudio.

Una taza de té siempre es una buena idea para conocer más a eso que forma parte de nosotros pero que a la vez desconocemos y rechazamos. La simpatía tampoco debería de ser una cualidad en desuso. Honestamente, creo que los aspectos técnicos en esta película no sobresalen por sí solos, sino más bien se apoyan en el tema y los diálogos para en sí crear una película que vale la pena ver por lo vigente que sigue siendo hoy en día.