El cine colombiano no es precisamente un referente internacional o latinoamericano. Las producciones televisivas siempre han tenido mejor destino que las películas hechas aquí. Betty la Fea, la creación del guionista colombiano Fernando Gaitán, es tal vez el mejor ejemplo de esto. La historia de Beatriz recorrió el mundo y estuvo en televisores de Rusia, Israel, Polonia o Japón, entre otros países. Tal vez la única otra producción que pudo acercarse a ese nivel de reconocimiento es El patrón del mal, la serie sobre Pablo Escobar.

Sin embargo, en el 2015 las películas hechas en el país lograron destacarse en las salas de cine del mundo. En festivales tan prestigiosos como el de Cannes, quedaron gratamente sorprendidos por las piezas nacionales hechas por directores colombianos, todos ellos menores de cuarenta años, lo que puede ser un buen augurio hacia el futuro.

La primera película que llamó la atención fue El abrazo de la serpiente de Ciro Guerra, una cinta en blanco y negro que lleva a los espectadores a un viaje a través de las selvas colombianas junto a dos exploradores europeos en dos momentos diferentes, ambos guiados por el nativo de nombre ‘Karamakate’. La obra de Guerra obtuvo cuatro Premios Fenix, que premian a lo mejor del cine iberoamericano, en los que se incluyen mejor fotografía y mejor director. Fue premiada con el Art Cinema Award de la Quincena de realizadores del Festival de cine de Cannes, además de ser elegida como la mejor película de los festivales de Lima, Perú, y Mar del Plata, Uruguay.

Este mismo año, otra cinta colombiana obtuvo premios en Cannes: La Tierra y la sombra, de César Augusto Acevedo. Allí, esta película se llevo la Cámara de Oro, el premio de la Sociedad de Autores y el France 4 Visionary Award. La historia de una familia campesina en las plantaciones de caña de azúcar del Valle del Cauca, la primera pieza de este director, sorprendió a los cinéfilos de todo el mundo.

Otra película que recolectó reconocimientos internacionales desde el 2014 fue la cinta del colombiano Franco Lolli llamada Gente de bien. La trama se centra en la vida de Eric, un niño que debe vivir con su padre por los problemas económicos que tiene su madre; durante el tiempo que está con él, conoce a María Isabel, madre de dos hijos, quien le toma cariño y le ofrece lujos que en su modesta vida no conocía. Gente de bien fue la mejor película en el Film Fest Gent, Bélgica, y en el Festival de Lima del año pasado. Sin embargo, solo fue posible verla en cines este 2015.

Un tema que no se puede desligar, todavía, de Colombia es el conflicto armado. Por eso, podría decirse que la película Alias María, de José Luis Rugeles, recurrió a un tema conocido. Aún así, habla de un aspectos poco mencionados: los niños que hacen parte del conflicto al ser reclutados por agentes armados ilegales y del drama de aquellas mujeres que son combatientes y quedan embarazadas. Al igual que las anteriores, Alias María estuvo presenten en Cannes y abrió el Festival de Cine de Cartagena (FICCI) en Colombia.

En un intento para encontrar la razón de ver por qué el 2015 fue tan bueno a nivel cinematográfico, podemos hablar de la Ley del cine, que es una legislación colombiana que esta enfocada a ayudar a los cineastas del país a realizar sus piezas y distribuirlas. Esto ha sido un gran impulso, considerando que las películas hechas por grandes productoras, los canales privados nacionales, no han logrado pasar de la comedia simplona según la crítica colombiana.

Como contenido adicional o ‘ñapa’, como se le llama en Colombia, hay dos documentales para destacar. El primero es Colombia Magia Salvaje, un documental hecho por el documentalista británico Mike Slee y que trata de contar en 90 minutos todo lo que puede sobre la riqueza natural del país; se queda corto. El segundo documental es El valle sin sombra de Rubén Mendoza, que habla sobre la tragedia de Armero, el pueblo colombiano que fue arrasado por una avalancha en 1985. El papá Juan Pablo II visitaría luego el lugar y lo declararía campo santo ese mismo año.

Aunque sean algo trágicas estas miradas a Colombia, no dejan de ser acertadas, fuertes y artísticas. No deja de ser llamativo que de historias tristes, como lo son las contadas en la mayoría de cintas aquí mencionadas, se pueda construir algo tan grandioso.