Tenemos poca memoria. Qué pronto se nos olvidan aquellas imágenes en blanco y negro, cuando los emigrantes fuimos nosotros. Y de aquello no hace tanto, 70 años, algo más. La Guerra Civil obligó a miles de españoles a dejar nuestro país en el 39. Sería quizá conveniente repasar un poco la historia. Para los que no vivimos aquello, tenemos más presente el recuerdo de la Guerra de Bosnia, una huida de la que tampoco hace mucho tiempo. Fue en 1993. Y ahora les toca a los sirios.

Supongo que pensamos que algo así nunca nos podría pasar a nosotros y desde esa atalaya de sobreprotección ficticia en la que nos creemos, opinamos y negociamos con el futuro de otras personas. Los sirios llaman a las puertas de Europa. ¿Qué hacemos? ¿Se las cerramos?

Es el mayor éxodo de refugiados desde la Segunda Guerra Mundial. cuatro millones de sirios huyendo de una guerra que no buscaron, que no quisieron; familias como cualquiera de las nuestras en busca de una oportunidad.

Hasta hace muy poco, Sira era un país con mucha riqueza, con una estabilidad geopolítica importante. Los sirios jamás pensaron que ellos se fueran a convertir en refugiados.

Y mientras ellos llaman insistentes a las puertas de Europa, con el apremio que debe producir el vivir una situación semejante, obligados a dejar su país, su hogar y todo lo que hasta ahora les era familiar, con el apremio que debe producir la desesperación, el miedo y la incertidumbre, ante eso Europa responde con calma, inmersa en cumbres, negociaciones y repartos, con demasiada calma.

Como nos dicen desde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), ya no hay tiempo para más palabras, es el momento de los hechos.

En una de sus últimas reuniones, el 22 de septiembre, los ministros de Interior de la Unión Europea (UE) aprobaron el reparto de 120.000 refugiados llegados a territorio comunitario, pero no por unanimidad. Eslovaquia, República Checa, Hungría y Rumanía votaron en contra y Finlandia se abstuvo. No obstante, la distribución de 54.000 de esas personas quedó aplazada a un segundo año de aplicación de la medida. ¡No olviden que no son números, señores, son personas!

Hablamos con Estrella Galán, secretaria general de CEAR.

A raíz del éxodo sirio, CEAR ha realizado un vídeo muy duro dirigido por Miguel Barden, donde se compara el reparto de refugiados sirios con una subasta.

Cada vez que vemos cómo se están produciendo las negociaciones en la Unión Europea por parte de los Estados, nos parece que hay una falta de perspectiva, preguntamos exactamente qué están repartiendo. Se está tratando a los refugiados como basura radioactiva que nadie quiere, se desprecia al ser humano en esos repartos. Era una situación que se parecía a una subasta frívola, pero en vez de a la alza una subasta a la baja, en la que todos evitan comprar. Eso es lo que quisimos reflejar al hacer este vídeo.

¿La UE está gestionando el número de refugiados en función de “tanto te pago, tantos refugiados acoges”?

La Comisión europea está planteando un reparto equitativo y está haciendo un esfuerzo. El problema es la respuesta de los Estados, que están evitando asumir esa responsabilidad, pese a que no estamos hablando de solidaridad graciable, sino de compromisos internacionales que los Estados firmaron cuando entraron en la Unión, a través de la Convención de Ginebra, y que regulan el proceso y la responsabilidad de los Estados con los refugiados, pero que en estos momentos no se está cumpliendo y de una forma impune se está obviando ese incumplimiento.

En un principio España era de los países que menos refugiados iba a acoger, ahora es el tercero por detrás de Francia y Alemania. ¿A qué se debe este cambio de postura? ¿Hablamos de dinero?

No, el dinero ya está establecido en una partida en función del número de refugiados que recoja cada país, aunque habría que ver si ese dinero que está poniendo encima de la mesa la UE es suficiente o no. Pero el problema no es tanto el dinero, sino que hay países que no quieren asumir ese reparto de refugiados de una manera solidaria y consensuada. En ese sentido, España ha tenido un cambio radical de postura. En un principio dijo que no podía acoger tantos y finalmente ha asumido la propuesta de la Comisión Europea y se ha puesto al lado de los países que están promoviendo que se llegue a un acuerdo.

En unas declaraciones, el Ministro del Interior dijo que entre la ola de refugiados que llegue a nuestro país puede haber yihadistas. ¿Entiendes que una afirmación así alarme a la población?

Desde CEAR hemos hecho una llamada de atención a los políticos y a los medios de comunicación para que no se utilice esto como argumento, porque es muy peligroso. Tenemos que tener en cuenta que estas personas vienen huyendo precisamente de eso, del terrorismo. Ellos son las víctimas, no los verdugos, y no podemos echar la sombra del terrorismo encima de una población que ya es víctima en sí misma.

¿Se está convirtiendo el Mediterráneo en una fosa común?

El Mediterráneo es una trampa mortal, en estos momentos, y esto es algo que se puede evitar. CEAR ha puesto en marcha la campaña, Uerfanos, (sin h, recalcando la UE de la Unión Europea) con una serie de propuestas para dar soluciones a este drama humanitario. Para nosotros, la solución pasa por poner en marcha vías estables y seguras para que los refugiados puedan llegar a países donde pedir protección internacional sin que tengan que jugarse la vida y sin tener que ponerse en manos de las mafias. Ahora se ven obligados a hacer esas rutas tan peligrosas porque el sistema diseñado por la propia Unión Europea en cuanto al fortalecimiento de sus fronteras obliga a estas personas a buscar las únicas rutas que existen para salvar sus vidas. Cada visado que deniega la Unión Europea es un cliente más para las mafias.

Yendo al origen del conflicto, ¿a quién le interesa esta guerra? ¿Sabéis si hay armamento español que esté llegando allí?

Las guerras siempre son económicas, desde luego a quien no interesan es a la población civil. Nos consta que España tiene un gran negociado en el mundo de las armas. En ese sentido, nosotros hemos pedido en todos nuestros espacios públicos que se embarguen las armas a Siria de manera inmediata y contundente. Sería la primera postura que la UE debería abordar para ayudar a relajar ese conflicto a la par que ahondar en las causas que lo han provocado. También nos consta que las vallas que se están poniendo en la frontera de Hungría y otras fronteras europeas son españolas.

¿De qué manera ayudáis vosotros a los refugiados desde CEAR ?

El proceso que llevamos siguiendo desde hace 30 años con los refugiados es un proceso integral. En principio, ofrecemos acompañamiento jurídico en el momento que un refugiado pisa una frontera y pide protección internacional. Contamos con un equipo de abogados especializados en derecho de asilo que asisten a los refugiados para que esa primera entrada se pueda ejercitar con todas las garantías. Una vez en el país, hacemos un acompañamiento social, jurídico y psicológico de formación y empleo para dar a los refugiados todas las herramientas que garanticen su plena integración en nuestro país en el menor tiempo posible. Es un proceso que ahonda en superar sus traumas, ya que son personas que han vivido situaciones extremas de torturas, violaciones o pérdida de seres queridos de forma violenta y para ello se necesita un trabajo muy intenso.

¿Cómo valoras el compromiso por parte de los países de la Unión?

Claramente decepcionante. Ya no hay tiempo para las palabras, es tiempo de los hechos y están enfrascados en un debate estéril, egoísta e insolidario, que lo único que genera es más dolor y un agravamiento del problema.

¿Alemania está siendo el país más solidario?

Alemania siempre ha tenido una política proactiva con los refugiados. Ha sido siempre el país de la Unión Europea que más personas ha acogido. En 2015, por ejemplo, Alemania recibió 202.000 peticiones de asilo en comparación con España que solo acogió a 5.900. Hay un desequilibrio enorme. Alemania ha puesto encima de la mesa que el compromiso de los estados tenía que estar al mismo nivel y en este conflicto humanitario está ejerciendo un papel muy positivo porque está presionando a los países para que ese sistema común de asilo, con unas cuotas proporcionadas en los países, se ponga en marcha y se haga realidad.

Hace unos días, Javier Solana expresaba que Hungría debía cambiar su política respecto a los refugiados o salir de la Unión Europea. Afirmaba que después de las ayudas recibidas está tratando este tema con una dureza institucional brutal. ¿Qué opináis en cuanto a la actuación de Hungría y los países que votaron en contra?

Nosotros creemos que la postura de Hungría y de los países del Este no debería ser tolerada por la Comisión Europea. La propia Unión tiene elementos que podrían poner en marcha infracciones para quien no cumpla sus compromisos. Lo ideal sería la cooperación solidaria, pero si no se pueden alcanzar esos acuerdos desde luego habría que poner en marcha medidas punitivas.

¿Habéis tenido contacto ya con alguno de los refugiados que está previsto que lleguen?

Recibimos refugiados cada día. La ruta de España no está siendo en este momento la que está apareciendo en los medios de comunicación. Las rutas de los refugiados que llegan a España son múltiples, pero todos los que vienen de la zona de Oriente Próximo, principalmente sirios y palestinos, están viniendo vía Marruecos, entrando por Nador, y tenemos un problema importante en la frontera de España con Marruecos, en Melilla, porque Marruecos de una forma poco lógica, que no sabemos a qué responde, abre y cierra las fronteras en función de intereses que no entendemos. Pensamos que España tiene responsabilidad en ello, aunque por supuesto la soberanía de las fronteras las tiene cada país. Pero sin duda Marruecos es un socio colaborador de España y la frontera se gestiona de forma común. En ese sentido, España tendría que instar a Marruecos para que permita la llegada de los refugiados que quieran llegar hasta nuestro país para pedir protección internacional. Nos sorprende también que Marruecos se quiera quedar con refugiados, pero esto posiblemente responda más a intereses de España que de Marruecos.

Una vez que pase esta ola mediática, ¿qué va a ocurrir?

Claramente la ciudadanía está por delante de los estados y han dado nuevamente una lección de solidaridad y ejemplo para vergüenza de estos, pero la solidaridad de la emoción tiene que perdurar en el tiempo. Es necesario que haya un compromiso con la justicia, esto es lo que perseguimos en último término, que no se quede solo en la foto de Aylán, sino que responda a una realidad de permanencia en el tiempo. Durante mucho tiempo, los refugiados han sido invisibles. Ahora les han puesto un foco, esperemos que cuando se pase esta ola mediática la ciudadanía entienda que los refugiados no son algo puntual y coyuntural. El momento histórico que están viviendo es muy complejo y hay 61 millones de personas que han sufrido un desplazamiento forzoso.

La solidaridad, igual que sucede entre los Estados de la Unión, también tiene distintos puntos de vista entre la ciudadanía. ¿Quizá a parte de la población se le olvidó cuando fuimos nosotros quienes llamamos a otras puertas?

Hay una fragilidad en la memoria que debería estar más presente. Nosotros fuimos refugiados durante la guerra. En nuestro propio ADN, en nuestra propia historia están los refugiados, porque muchos de nuestros abuelos tuvieron que ir al exilio, y sin embargo pensamos que eso no nos puede volver a pasar a nosotros. Hasta hace muy poco Sira era un país con mucha riqueza, con una estabilidad geopolítica importante los sirios jamás pensaron que se fueron a convertir en refugiados.

En estos días el tema de los refugiados seguirá ocupando horas de debate, titulares en todos los informativos, periódicos y medios de comunicación. Los periodistas hablamos y escribimos y todos opinamos, pero sin llegar a la raíz, al fondo del problema, cuando sin embargo la pregunta está encima de la mesa: ¿a quién interesa está guerra?, ¿quién saca beneficios de la guerra de Siria? A estas alturas, nadie será tan ingenuo como para pensar que las cosas ocurren sin más. Y una vez que ocurren, es la población civil quien sufre la codicia de los intereses económicos de unos y de otros. Los que la provocaron prefieren mirar para otro lado y los que pueden hacer algo, hacen muy poco; hay demasiados intereses en juego. Provocaron la tormenta y ahora no quieren que la lluvia les moje.

Escuchando las posturas y las declaraciones de los gobernantes pensaba si el mundo ha perdido los pocos principios que le quedaban. Margallo hablaba de negociar con Bashar Al- Asad, un dictador que ha masacrado a su pueblo; desde Rusia, Vladimir Putín lleva años manifestando abiertamente su apoyo al Gobierno sirio y no duda, si es necesario, en enviar nuevas tropas para apoyar la lucha del Ejército contra el Estado Islámico; el primer ministro húngaro, Víctor Orbán, en unas declaraciones decía: “aquí que no venga nadie” y el día 15 de septiembre Hungría cerraba sus fronteras. Ahora es una valla de alambre llena de cuchillas la que evita que los refugiados puedan cruzar a Hungría desde la frontera con Serbia. Una valla, de la empresa malagueña European Security Fencing, proveedora también del Gobierno español en las vallas de Ceuta y Melilla.

Que no pasa nadie, y si alguien cruza, en función de las nuevas leyes, es detenido sin más.

Y ante este panorama, ¿qué hacen los que realmente pueden hacer algo? Siguen dialogando, siguen hablando y mientras la guerra continúa y miles de personas son tratadas como números.