“La fantasía no es una forma de evadirse de la realidad, sino un modo más agradable de acercarse a ella”.

Hace 20 años desaparecía quien pronunció estas palabras, el inmortal escritor alemán Michael Ende (1929-1995). Siempre a la sombra de otros grandes como Tolkien o Italo Calvino, a menudo se considera a Michael Ende como un mero cuentista y novelista para niños. Quienes piensan esto ignoran el profundo simbolismo que subyace en sus aparentemente simples y disparatadas obras. Es verdad que tiene relatos para los más pequeños de la casa, pero no es el caso de sus libros más destacados. A veces solo hay que alejar un poco la perspectiva para entender lo que pasa delante de nuestros ojos, pero no todos los lectores, ni los críticos, quieren o saben leer entre líneas.

Popularizada por la infame película de la que Ende se desvinculó completamente, muy decepcionado, La historia interminable (1979) es su novela más conocida y también la menos entendida. Así lo quiso el autor: hay tantas interpretaciones como lectores en esta obra inmortal, el libro de todos los libros, de todas las épocas y de todos los consumidores, porque Fantasía no tiene fronteras. ¿Quién es la Emperatriz Infantil? ¿Cuál es nuestra Verdadera Voluntad? Son preguntas que cada lector debe responder. Pero una lección sí es diáfana, para el lector y también para el escritor: no se puede abandonar la realidad y perderse en el mundo de los sueños. Lo olvidaremos todo y nos perderemos en el olvido. Toca luchar.

Una lectura imprescindible para pequeños y mayores, y en este caso sí bien trasladada al cine, es Momo. La niña inocente que despierta en los demás la amistad, la generosidad, el gusto por las cosas pequeñas de la vida. La enfermedad de los hombres grises (vivir para trabajar y el aburrimiento mortal) y el poner las personas al servicio de las cosas y no al revés, son temas que parecen revivir en lugar de envejecer. Tal vez no alcance la complejidad socio-científica de Un mundo feliz o 1984, pero precisamente por su toque emocional nos llega directa al corazón.

Más lúdicas, pero también interesantes, son El ponche de los deseos (con dos grandes protagonistas, la avaricia y el altruismo, y unos animales fabulosos que ya los quisiera para sí Disney) y la más sencilla La Escuela de Magia. Queda mucho todavía que leer y meditar sobre el alemán. Pero como él mismo diría, “Esa es otra historia y debe ser contada en otra ocasión”.