Aquel día de 1492 cuando por primera vez pies europeos se posaron en arenas caribeñas se abrió una puerta entre dos mundos. Una puerta por la que entraron sin llamar para conquistar, evangelizar y civilizar unas tierras milenarias y sabidas en culturas. Los nativos anfitriones, sin haber invitado, pasaron a ser huéspedes sometidos en sus propios dominios, los cuales fueron expoliados y rebautizados. Tras siglos de apropiación, por abreviar y cuidar de sensibilidades, se empezó a conmemorar aquel día desde el prisma de los que arribaron. En un principio “El Día de la Raza” para después ser el “Día de la Hispanidad”, manteniendo así en la retórica la nostalgia del imperio. Hasta que con el segundo milenio las voces del otro lado de la puerta se plasmaron oficialmente en algunos de sus territorios. “El Día de las Culturas” en Costa Rica, “El Día de los Pueblos Originarios y del Dialogo Intercultural” en Perú, o “El Día del Respecto a la Diversidad Cultural” en Argentina, describen una realidad plural por mucho tiempo ignorada.

El Día de la Raza Hispana

Pero, ¿qué celebramos cada 12 de octubre? La primera respuesta sería el descubrimiento de un nuevo continente por Cristóbal Colon. Sin embargo, desde otra mirada atlántica tal vez se explicaría como el comienzo de la invasión europea a unas ricas tierras, que ya se encontraban rastreadas por legendarios civilizaciones precolombinas. Otros consideran aquel día como el inicio de la fusión entre dos mundos. Un encuentro del que nacería una nueva identidad hispana como resultado del intercambio y mezcla entre los nativos americanos y los colonos españoles llegados en los siglos XV y XVI. En consonancia con esta interpretación, se celebró por primera vez en 1914 la “Fiesta de la Raza” convirtiéndose un año más tarde en “El Día de la Raza”, denominación con la todavía algunos países latinoamericanos siguen conmemorando aquel acontecimiento histórico.

Algo contradictorio y sospechoso resulta, sin embargo, que bajo la denominación de una simple "raza" se encierre un mosaico de culturas y etnias que habitaron y habitan en la llamada Latinoamérica. ¿A qué raza se referían pues? La respuesta aparecería años más tarde acuñada tras el nombre de "Hispanidad". El sacerdote español Zacarías de Vizcarra será quien propondrá reemplazar la palabra "raza" por la de "Hispanidad" para “denominar con un solo vocablo a todos los pueblos de origen hispano y a las cualidades que los distinguen de los demás”. Así lo expresó en un artículo publicado en 1926 en Buenos Aires, donde residía, al considerar el término "raza" como “poco feliz y algo impropio”.

“(…) asociamos instintivamente a la palabra su sentido fisiológico, y nos suena como cosa absurda hablar de «nuestra raza» a un conglomerado de pueblos integrados por individuos de muy diversas razas, desde las blancas de los europeos y criollos hasta las negras puras, pasando por los amarillos de Filipinas y los mestizos de todas las naciones hispánicas. En realidad, ni siquiera los habitantes de la Península Ibérica pertenecen a una sola raza (…) mezcla de fenicios, cartagineses, griegos, romanos, godos, suevos, árabes... que ha hecho cada vez más absurda la pretensión de catalogar racialmente a los mismos españoles peninsulares. Son, pues, inevitables las sonrisas cuando se habla de «nuestra raza» ante un auditorio de blancos, negros y amarillos y aceitunados, sobre todo si no es blanco el orador”[1].

Esta propuesta sería secundada por el escritor e ideólogo Ramiro de Maeztu en su artículo La Hispanidad en 1931, luego desarrollada en su libro Defensa de la Hispanidad de 1934. En sus escritos, Maeztu defiende y promueve las tradiciones hispánicas y los valores católicos. Tras su encarcelamiento y asesinato en 1936 al comienzo de la Guerra Civil Española por el bando republicano, su ideología sobre la hispanidad fue utilizada para crear una política contra el comunismo. Más tarde, estos conceptos se convirtieron en los principios básicos del ideario falangista y de la filosofía franquista durante la dictadura. El Cardenal Isidro Goma ratificaría las ideas de su amigo y compañero de tertulia Maeztu en un discurso Apología a la Hispanidad[2] en el Teatro de Colon de Buenos Aires en 1934.

“La raza, la hispanidad, es algo espiritual que trasciende sobre las diferencias biológicas y psicológicas y los conceptos de nación y patria.(…) Es algo espiritual, de orden divino y humano a la vez, porque comprende el factor religioso, el catolicismo en nuestro caso (…). Entendida así la hispanidad, diríamos que es la proyección de la fisonomía de España fuera de sí y sobre los pueblos que integran la hispanidad. Es el temperamento español, no el temperamento fisiológico, sino el moral e histórico, que se ha transfundido a otras razas y a otras naciones y a otras tierras y las ha marcado con el sello del alma española, de la vida y de la acción española. Es el genio de España que ha incubado el genio de otras tierras y razas, y, sin desnaturalizarlo, lo ha elevado y depurado y lo ha hecho semejante a sí. Así entendemos la raza y la hispanidad”.

El cambio del nombre de la festividad del 12 de octubre por el “Día de la Hispanidad” se consolidaría en España en 1958 durante la dictadura de Franco hasta 1981, cuando se sustituyó por el “Día Fiesta Nacional de España”. Esta nueva denominación también será acogida por otros países latinoamericanos como Nicaragua o El Salvador, donde todavía se mantiene. Es evidente que tal noción de hispanidad no pretendía definir el encuentro equitativo entre dos mundos, más bien se trataba de una fórmula de nacionalismo transnacional. Una forma retórica para reafirmar el dominio que los colonos y gobiernos españoles ejercieron en tierras americanas durante siglos. Una dominación que se impuso a base del genocidio de nativos, la erradicación de culturas indígenas, la explotación y esclavitud de pueblos, la segregación racial, la implantación de la religión católica, de la lengua y de la tradición españolas.

Sistema de castas y limpieza de sangre

Parece algo irónico, e incluso ingenuo, conmemorar el 12 de octubre como el comienzo de la unión dos mundos, cuando la historia demuestra que fue una imposición cultural y segregación racial por parte de los españoles. Es cierto que con la llegada de los colonos de la península, y con ellos los esclavos traídos de África, se produjo una transculturación[3] y la consecuente aculturación. Es decir, los nativos americanos, como comunidad receptora, fueron obligados a adoptar y a asimilar las formas culturales españolas en detrimento de las suyas propias. A la par que se daba una mezcla racial, en especial durante las primeras décadas, debido a la ausencia de mujeres españolas. El resultado fue la aparición de una sociedad mestiza constituida por diferentes combinaciones raciales. Así, existían 16 grupos étnicos entre los que estaban los mestizos o cholos, mezcla entre español e indígenas; los mulatos, español y negro; los zambos, indígena y negro; los castizos, español y mestizo; o los criollos como se les llamaba a los españoles nacidos en tierras americanas.

A pesar de que se llegó a un punto en el que la mayoría de la población pertenecía a esta mezcolanza racial, no todos disfrutaban de los mismos derechos. Durante los primeros siglos de colonización, la corona española estableció el “sistema de castas” con el que pretendía frenar la mezcla racial entre los peninsulares y promover la “limpieza de sangre”. De esta forma, en la cúspide de la jerarquía se encontraban los blancos españoles, seguidos de los criollos. Estos eran los únicos grupos sociales que podían acceder a puestos de cargo o en la administración pública. Por debajo estaban los diferentes tipos de mestizos, cuanta menos sangre española se tuviera más inferior eran el rango. En la base se encontraban los indígenas y negros, la principal fuerza de trabajo esclava. Los hijos mestizos eran considerados ilegítimos y, por tanto, discriminados por la ley, llegando en algún momento a prohibirles incluso ejercer como artesanos o comerciantes. No es de extrañar que estos grupos étnicos buscaran el blanqueamiento de su raza a través del mestizaje para que su descendencia pudiera optar a mejorar su estatus y condiciones de vida.

Mestizaje, el mismo perro con distinta correa

Han pasado más de 500 años y tanto el concepto de una “raza única” como el “sistema de castas” se insinúan alejados en un tiempo histórico. Sin embargo, la división de colores sigue presente en la actualidad a pesar de su negación. Se ha hablado de Latinoamérica como una sociedad mestiza, lo cual parece ser más congruente con la realidad. No obstante, bajo esta denominación se esconde, de nuevo, la noción de una “raza única”, así como un nacionalismo oculto y el no reconocimiento de otras etnias. Algunos académicos explican cómo los gobiernos latinoamericanos utilizan el término “mestizo” para intentar imponer la idea de que todos pertenecen a una única raza mestiza y, con ello, crear un sentimiento nacional de igualdad con el que consolidar su poder. De esta forma, se niega que haya ningún tipo de discriminación o racismo, al no existir razas diferentes, y se ignora la existencia de otros grupos como los indígenas o los negros. Es lo que Stanley Cohen y Ariel Dulitzky llaman "la negación literal del racismo"[4].

Hoy no existen leyes que impongan sistemas de castas en Latinoamérica, pero sí encontramos esa división al negar la existencia de la raza indígena o negra. Tan solo hay que echar un vistazo a la situación y la lucha por el reconocimiento de estas etnias para saber que la historia no ha avanzado tanto como nos quieren hacer creer. Y así, retornamos al pasado una y otra vez, atrapados en un ciclo repetitivo e interminable que tal solo muda de piel para camuflar las mismas pretensiones. ¿Cómo acabar con un círculo vicioso? ¿Existe alguna posibilidad de escapar y cambiar de rumbo? Tal vez podríamos comenzar por decidir que celebrar el día que se conmemora el comienzo de una historia sin final. Algunos se mantendrán en el pasado, con su hispanidad. Otros, sin embargo, tenderán a una observación más profunda de la realidad y festejaran cada 12 de octubre la existencia de la pluralidad racial y cultural como el “Día de los Pueblos Originarios y el Diálogo Intercultural” (Perú), el “Día de las Culturas” (Costa Rica), el “Día de la Identidad y Diversidad Cultural” (República Dominicana), o “El Día del Respecto a la Diversidad Cultural” (Argentina). Tú eliges.

Referencias

1) Vizcarra, Zacarías (1944). “Origen del nombre, concepto y fiesta de la Hispanidad”. El Español, Semanario de la política y del espíritu, nº 102, pg. 1 y 13. http://goo.gl/byn7cM
2) Gomá Tomás, Isidro (1934). “Apología de la Hispanidad”. Acción Española, tomo XI, nº 64-65, pg. 193-1230. http://goo.gl/AtfH9c
3) Definición de transculturación. http://goo.gl/hI9f02
4) E. Dulitzky, Ariel (2005). “A Region in Denial: Racial Discrimination and Racism in Latin America,” in Anani Dzidzienyo and Suzanne Oboler (eds.), Neither Enemies nor Friends: Latinos, Blacks, Afro-Latinos. New York: Palgrave Macmillan. https://goo.gl/fN5ucK

Otras fuentes consultadas

Wade, Peter (2005). “Rethinking Mestizaje : Ideology and Lived Experience”. Journal Latino American Studies, 37, 239-257. Cambrigde University Press. United Kingdom. http://goo.gl/Ek1dWQ
http://goo.gl/cWWnT0
http://goo.gl/AOg6jy
http://goo.gl/fViG9a
http://goo.gl/kuH83o
https://goo.gl/z5Lroi
https://goo.gl/tSb8sM
https://goo.gl/IRVCe1
https://goo.gl/m3vYau
https://goo.gl/qZzi0v