¿Qué pasaría si se entregara el gobierno de Atenas a las mujeres? Según Aristófanes, habría una democracia comunista donde los bienes serían de todos y para todos. Así lo expone el famoso comediógrafo griego en el siglo IV a.C.

Aristófanes escribió Las asambleístas o La asamblea de las mujeres en el año 392 a. C. en tono de comedia, lo que supone un cambio de estilo de la comedia griega clásica tras la Guerra del Peloponeso. La obra instaura un "régimen de comunismo integral" donde todos los bienes se colectivizan, incluso las mujeres que, al igual que los niños, serán de todos en común.

Es lo que propone la protagonista, la generala, Praxágora que asiste a la Asamblea con un grupo de mujeres vestidas todas con ropas de hombre y creyendo firmemente en su régimen radical. Las mujeres van a participar, por primera vez y de forma activa, en el gobierno de Atenas y lo hacen a lo grande. Quieren convencer a los hombres para que triunfe su idea, de tal manera que éstos se queden en casa y sean sus mujeres quienes asistan a la toma de decisiones, previo pago de su importe (se pagaba por la asistencia a la Asamblea, primero un óbolo y luego tres).

Las mujeres imponen, por consiguiente, una idea de igualdad al permitir que, por ejemplo, cualquier hombre duerma con cualquier mujer, con la condición de que lo haga con una mujer fea antes de poder hacerlo con una guapa. Aunque, esa igualdad efímera no se manifiesta entre los esclavos, que serán los encargados de cultivar las tierras mientras el señor mira.

Aristófanes propone, por tanto, un gobierno comunista en manos de las mujeres. Una igualdad obligatoria que se puede considerar como una declaración política y social. Y si tenemos en cuenta su momento histórico, podremos decir que los atenienses hicieron valer su democracia con mucha fuerza por la oligarquía gobernante que siguió después de la guerra. Hasta tal punto lo hicieron que, en la obra se puede leer perfectamente la opinión del autor sobre la excesiva democracia.

Un mundo de esperpentos que ha sido representado este año en el Teatro Clásico de Mérida bajo la dirección de Juan Echanove, con Lolita Flores, María Galiana, Pedro Mari Sánchez y Pastora Vega como protagonistas principales.

Dos horas de representación donde tratan temas de muchísima actualidad y dónde se pueden vislumbrar las discusiones ideológicas de la Atenas de aquella época, extrapolables perfectamente al momento histórico actual, con una Grecia acorralada por los acreedores y con serios problemas de carácter político y social. Antes fue una guerra, la del Peloponeso, ahora otra forma de guerra, la económica.

CREMES: ¿No debo obedecer a las leyes?
HOMBRE: ¿A cuáles, desgraciado?
CREMES: ¿A las decretadas?
HOMBRE: ¿A las decretadas? Qué tonto eres

Las semejanzas entre aquel mundo y el actual son muy grandes. Aunque la idea de actualizar la obra de Aristófanes es arriesgada. Al ver la representación y leer después la obra original, nos podemos dar cuenta de que la intención era cómica, e incluso soez. ¿Se tomó en serio el autor aquello de dar el poder a las mujeres? ¿O simplemente puede considerarse una sátira más? Hay frases de la obra original que cuesta digerir:

"...las mujeres están muy hechas a engañar..." "...levantan la mano porque su costumbre es levantar las piernas..." "...las joden como antes..."

Echanove podría haber ido más allá. El germen es fabuloso; dar el poder a las mujeres. Pero, se estropea al querer dar tanta importancia al mundo de la prostitución. Cuesta trabajo imaginarse a María Galiana en el catre con Santiago Crespo, el que ha sido amigo de su nieto televisivo en la serie Cuéntame cómo paso...

Y también cuesta trabajo imaginarse a Lolita como Praxágora. Sobre todo si se tiene en cuenta que el Teatro Clásico de Mérida son palabras mayores, y a Praxágora se le fue el texto en más de una ocasión.

Texto por el que se reflexiona y el público se puede preguntar, ¿cuál es la verdadera democracia? ¿La que aparta a los hombres, para que las mujeres triunfen, la de la colectividad común, la de las escenas de cama entre viejas feas y jóvenes machotes...? Tan negativo es aquello de "la mujer en casa con la pata quebrada", como creer en un mundo en el que sólo manden las mujeres por el simple hecho de serlo. La mujer tiene que mandar, tomar sus decisiones y triunfar por sus cualidades intelectuales, al igual que cualquier hombre.

Cuando entendamos que todos somos iguales ante la ley, y que los extremos políticos nunca son buenos, no hará falta ponerse en la piel de Aristófanes más que para recordar lo que fue Atenas en un tiempo y lo que no debería volver a ser nunca.