“La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda y cómo la recuerda para contarla”, Gabriel García Márquez.

No conozco a nadie que prefiera el invierno al verano. No conozco a nadie, que no esté de mejor humor cuando sale el sol.

Todos guardamos días de vacaciones y los reservamos para estas fechas que se inclinan más por su finalización que por su comienzo. Las grandes ciudades se vacían y los atascos mañaneros se quedan aparcados hasta septiembre. Las ciudades costeras se abarrotan y no consigues ver el mar a través de todas las sombrillas clavadas en la arena. Y las ciudades con clima menos cálido se llenan de turistas en busca de un poquito de ‘fresquete’ para recargar energías para el año siguiente.

Ahora cierra los ojos y escucha atentamente las risas de los niños atravesar por tu ventana de casa a media mañana. Piensa cuánto te gustaría ser uno de ellos. ¿Recuerdas cuando tus veranos duraban tres meses y te parecían como tres semanas? ¿Cuando solo pensabas en jugar y jugar, en conocer a otros niños, en sacar todos los juguetes que te habían regalado en Navidad y que todavía no habían podido aprovecha al máximo…?

Sin embargo, la realidad es otra. Trabajamos todo el año para conseguir unas semanas de vacaciones. Unos días que esperamos ansiosos y que calculamos milimétricamente para poder disfrutar todos y cada uno de los segundos que con tanto esfuerzo nos hemos ganado.

Ya es agosto, a algunos ya se os habrán olvidado lo bien que lo pasasteis en aquella escapada a la playa, o a la montaña, al extranjero… Otros esperáis con anhelo que lleguen vuestros días de descanso para hacer ese plan que lleváis organizando meses, probar aquel restaurante que tanto os llama la atención o coger el coche sin rumbo fijo y terminar comiendo un cochinillo en Segovia o una paella en Valencia.

Para los primeros, espero que lo hayáis disfrutado. Para los segundos, deleitaros y grabar en vuestra memoria todos esos momentos que estáis a punto de vivir: una sonrisa, unas cosquillas, un desayuno en la terraza o un viaje a todo lujo…

La vida se compone de los pequeños momentos que te hacen divertirte y sentirte querido; sentirte feliz. En este artículo, quería haceros llegar un mensaje claro y conciso: aprovechar cada día, cada segundo, y haz aquello que te haga sentirte bien. Aprovecha tus vacaciones y vuelve con las pilas cargadas, ¡que seguro que lo necesitarás!