¡Así es! Los seres humanos podemos crear realidades si utilizamos el potencial de nuestra mente para proyectar lo que deseamos y ponernos en acción para concretarlo. Esto es posible siempre y cuando transcendamos la idea de que solo con frases que parecen mágicas creamos la realidad sin hacer nada más que “manifestar o decretar”, pues para hacerlo hay que creer y saber crearlo.

Cuando escuchamos palabras asociadas a esa capacidad, como “manifiéstalo o decrétalo”, se hace referencia directa al poder de crear lo que deseamos y queremos. ¡Sin embargo, crear realidad implica mucho más! Para ello hay que saber cómo funciona la integralidad del ser humano, comprendiendo que la mente está directamente relacionada con las emociones y por ende con el corazón.

Vamos por partes, pues son muchos los factores que intervienen en la creación de realidades. Lo primero es saber que la forma en que percibimos la realidad incide en lo que manifestamos, dado que todo está relacionado, desde lo que vemos y cómo lo interpretamos, hasta lo que sabemos de nuestras capacidades y forma de percibir el mundo y nuestro entorno.

Todo incide en la creación de la realidad: el pensamiento, la emoción, la acción y la percepción para lograr la realización del deseo, acompañado de la transformación del Ser. De ahí la pertinencia de la frase: si creemos, lo creamos y creamos lo que creemos.

Esto lo aprendí del geógrafo y humanista Ernesto Ghul, quien, en las salidas de campo con los estudiantes de sociología en la Universidad Nacional de Colombia, daba lecciones prácticas sobre la forma en que percibíamos la realidad, a partir del conocimiento que teníamos. La consciencia del saber activa la capacidad de transformación porque nos ubica en una posición de generadores activos de cambios.

El maestro Ghul, en cada parada del recorrido, nos invitaba a bajarnos del autobús dejando de ser “sacos de patatas” que van como bultos sin ver más allá de la realidad aparente, para aprender a leer con profundidad el paisaje físico y sociocultural que observábamos. Después de las descripciones de lo evidente que hacíamos los estudiantes (montañas, casas, cultivos, etcétera), y cuando el silencio se apoderaba de la incómoda ignorancia de no tener nada más que decir, él relataba magistralmente todo lo que no captábamos: la geomorfología y geología del paisaje, las condiciones sociales y culturales de los pobladores, la diversidad de los cultivos, entre muchas otras cosas. Y culminaba diciendo: “vemos lo que sabemos”, dejando claro que si no sabemos, no lo vemos.

Tal cual funciona nuestra capacidad de percibir, transformar y crear la realidad. Vemos lo que sabemos y desde esa mirada nos reflejamos y proyectamos en el mundo. Por ejemplo, si consideramos que pertenecemos a un determinado sector de la sociedad y esa pertenencia nos define, difícilmente podremos cambiar los patrones o conductas de comportamiento que nos identifican.

Hay factores determinantes que inciden en nuestra percepción de la realidad, como el contexto social y familiar, la educación y la información del entorno. Ello contribuye a la imagen que creamos de quienes somos y a las capacidades que tenemos para proyectarnos más allá de lo aparente.

Esto se observa con claridad en las diferencias que existen entre las clases sociales y posibilidades para crear realidades. Es un hecho que tener recursos para acceder a sistemas educativos de alta calidad amplía las perspectivas de acción con el mundo y da más herramientas para la concreción de lo que se desea, con una evidente diferencia respecto a sectores que en el mejor de los casos acceden a una formación básica.

Así es como acceder al aprendizaje de uno o más idiomas, además del materno, o tener relaciones sociales con empresarios o altos cargos públicos abre más espacios para la visualización y concreción de metas personales. Esto aplica en distintos barrios o sectores de las ciudades, países y regiones en donde las realidades son tan diferentes que parecen otros mundos cohabitando en un mismo planeta.

Por eso podemos hablar de la existencia de distintas líneas temporales o planos dimensionales, porque más allá de la ficción, hay claros ejemplos de las diferentes realidades que conviven en el planeta. Hay lugares que parecen de siglos pasados y más futuristas.

También están los mega millonarios, gobernantes y poderosos, cuya mirada del mundo es proporcional a su disponibilidad de recursos; mientras el común de los habitantes difícilmente podemos acceder a los niveles VIP, de gente muy importante por sus siglas en inglés (very important people), que solo están disponibles para unas cuantas personas y en las imágenes de los medios de comunicación que muestran el lujo y el derroche de riqueza que no solo parece inalcanzable, sino que puede llegar a ser obscena en un planeta con realidades de desigualdad y pobreza.

Además, hay que tener en cuenta las creencias, porque no solo es lo que vemos y sabemos, sino lo que creemos. Por ejemplo, si creemos en la desigualdad como alguna natural de la naturaleza humana, poco podemos concretar nuestra capacidad de transformar la realidad, tanto a nivel personal como colectivo.

Por supuesto, es más sencillo cuando se trata de cambios y transformaciones personales que los colectivos y globales. Pero por más complejo que parezca, están relacionados y por ello es fundamental empezar a darnos cuenta de nuestra capacidad de generar cambios, porque si cada vez somos más quienes así lo vemos, sabemos y creemos, seguro que algún día lo lograremos.

Para ello hay que ir más allá de la repetición de palabras, para empezar, ejerciendo el libre albedrío en la toma de decisiones, desde las más sencillas hasta las más complejas y profundas. Por ejemplo, es clave ser conscientes de qué canal sintonizamos en la televisión y redes sociales; así como decidir dónde ponemos el foco de la realidad que vemos, porque esto incide en la frecuencia de nuestra vibración, en el enfoque que tenemos del mundo y en el logro de los propósitos del Ser que Somos.

Es así como hemos de creer en nuestra capacidad de transformar y crear realidad, para concretar lo que deseamos. Esto implica un cambio de consciencia en el interior de nuestro Ser, para manifestar en el exterior lo que somos capaces de realizar. Por supuesto, es clave tener disciplina y consciencia de los dones y talentos que nos permitirán lograr los propósitos que queremos realizar.

No solo se trata de un cambio de perspectiva o enfoque, sino de un salto de consciencia para trascender las creencias obsoletas que dejan afuera, en manos externas y ajenas, nuestra capacidad de creación de la realidad.

Somos creadores de realidades en todos los ámbitos de nuestras vidas, desde lo más profundo del corazón hasta lo más liviano del exterior; podemos actuar para definir cómo queremos ser, vivir y proyectar. Ahora es el momento propicio para ejercer nuestro poder para actuar con voluntad, utilizando la fuerza de las creencias, para explorar y explorar la capacidad humana de conectar directamente con la creación como un acto de acción y concreción del Ser.

Si teníamos dudas del poder que Somos, la cuántica ofrece el conocimiento para comprender el funcionamiento de las capacidades humanas para proyectar y crear realidades. En este ámbito, la neurociencia aporta a la comprensión del funcionamiento del cerebro que almacena y proyecta información, a través de ondas que resuenan creando hologramas que interpretan y conforman la realidad que creemos y creamos.

Los aportes de la neurociencia allanan el camino para el estudio de la capacidad de la mente que, con un enfoque amplio del campo energético que constituye al ser humano, da origen a investigaciones y experiencias de transformación que son referencias para la comprensión del potencial inexplorado del ser humano.

Autores como Joe Dispenza, con obras como Deja de ser tú o El placebo eres tú; Deepak Chopra, con Eres el universo; Bruce Lipton, con La biología de la creencia; entre muchos otros, brindan herramientas para ampliar el entendimiento sobre la capacidad de transformación y creación de la realidad del ser humano.

En esta perspectiva se unen los conocimientos cuánticos y de la ciencia más avanzada con el chamanismo ancestral, que también trata la capacidad humana de crear realidad y de expandir la consciencia armonizando el Ser que Somos. Los estudios del neurofisiólogo Jacobo Grinberg aportan a la comprensión de capacidades extraordinarias e incomprensibles como la materialización de órganos que hacía Panchita, la chamana mexicana que realizaba trasplantes de órganos y también inspiró a Alejandro Jodorowsky para la creación de la psicomagia como método de transformación y sanación de traumas personales.

Por su parte, Grinberg con su teoría sinérgica aporta a la comprensión de la interacción humana con el campo de la consciencia, en donde se crea la realidad. La conexión que tenemos con esa red de consciencia nos permite interactuar creando realidades con el pensamiento y la emoción que genera una vibración que interactúa con el campo de la consciencia, o cuántico, para percibir y expresar lo que Somos.

Es apasionante y aunque suena complejo, es realmente sencillo, ¡porque el ser humano es mucho más que materia! Desde la partícula más pequeña que habita en el cuerpo hasta la totalidad de la estructura que sostiene la vida, somos energía que vibra a través de ondas. Recordemos que ese es un gran aporte de la cuántica: saber que no solo somos partículas, sino ondas en movimiento con la capacidad de resonar en distintas frecuencias y vibraciones.

Y como estamos conectados con todo lo que existe, o sea, al campo de consciencia, es clave decidir en dónde ponemos la atención, qué observamos y cómo lo potenciamos. Esto implica ser conscientes para interactuar con la realidad que vemos, para decidir lo que creemos y creamos.

De esta manera generamos vibraciones que atraen otras de la misma onda y frecuencia. Por eso es tan importante saber que no solo es decretar o “manifestar”, sino que se trata de vibrar. Si pensamos desde la carencia, la necesidad o la ignorancia, eso es lo que vamos a atraer haciendo muy difícil crear algo más allá de esa realidad.

Esa es la esencia de la nueva consciencia que explica la existencia trascendiendo la materialidad, para dirigirnos hacia la era de una Con Ciencia orientada a explorar el potencial creativo y realizador de la humanidad. En este punto coinciden los planteamientos de los antiguos saberes chamánicos o las tradiciones ancestrales que reconocen la importancia de la vibración y las resonancias para alinearse con una vida sana, creativa, equilibrada y armoniosa con el entorno que habita el ser humano.

Para lograrlo es fundamental conocer y alcanzar la coherencia cardíaca, que se refiere a la armonía entre el ritmo del corazón y la mente que no conoce de tiempo (pasado, presente y futuro), siendo capaces de generar la vibración de bienestar que deseamos manifestar. Por eso las culturas orientales y los pueblos originarios sentipiensan antes de tomar decisiones, armonizando la respiración y escuchando el corazón, para poner en marcha la intuición sintonizando con la consciencia antes de iniciar la acción.

Llegados a este punto, te preguntarás cómo cambiar la realidad de la riqueza o la pobreza en un mundo desigual. Por supuesto, será complejo, pero si abrimos la percepción para darnos cuenta de que tenemos el poder de escoger, elegir, ser y hacer, daremos un gran paso para la transformación colectiva. Para empezar, hay que creer que es posible, entonces podremos ser muchas gotas de agua creando mareas de cambios.