En estos días en los que, por desgracia, el trabajo tanto escasea, he vuelto a recordar a través de un simple hecho mediático -el anuncio de la muerte de un gran maestro de periodistas como era Jesús Hermida- la importancia de valores como la perseverancia, la constancia, el perfeccionismo, la creatividad y, por encima de todo, el amor a una profesión para crecer en el ámbito laboral, pero también en cualquier recorrido vital.

En los tiempos del coaching, el mindfulness, y los “Cómo ser más productivos” para Dummies, es muy difícil encontrar un equipo de trabajo que realmente esté comprometido con estos valores y que los ponga en práctica en su vida diaria. Más allá, es cada vez más complejo construir una historia de éxitos tan solo al calor de la iniciativa y la pasión de una persona que consiga contagiar a todo un equipo humano de su proyecto.

En el mismo ejemplo de Jesús Hermida, para su recuerdo la palabra que más se ha utilizado ha sido Maestro. Y, ¿qué es un maestro? Principalmente alguien que te guía y aconseja, una persona que ha acumulado el conocimiento y la experiencia necesarias para compartir su talento. Eso es lo que hace un buen mentor. Por eso, su huella en nuestra vida es imperecedera.

Más allá, en este caso, Jesús Hermida tuvo la visión suficiente de innovar en su campo profesional probando fórmulas nuevas que hasta entonces no se habían dado y cobijó bajo su solvencia profesional a todo un grupo de jóvenes que crecieron con él hasta hacerse su propio hueco y salir de la etiqueta de “los chicos de Hermida” para ganarse el reconocimiento en una profesión compleja, con fama de no respetar lealtades.

Hay multitud de ejemplos de ilustres personajes que han significado un papel decisivo en la Historia marcados por esta figura del mentor. Desde hombres de estado como Alejandro Magno, a músicos como Schubert o pintores como Dalí, reconocieron siempre el valor de una figura que de algún modo, y aún alejada en el tiempo -como Dalí del gran Velázquez- marcaron un ideal, un modelo a seguir.

Esos mentores les enseñaron a ver más allá, a situarse en una perspectiva absolutamente original pero al mismo tiempo coherente con su forma de ser para crear algo único. Esto es lo más cercano que podemos entender al éxito. Sin duda, todos ellos lo tuvieron.