Los medios de comunicación, información y difusión masiva desde sus inicios -a través de su diversa programación entre la que destaca el entretenimiento, la información, la publicidad, los concursos y más recientemente la telerrealidad- se constituyeron como una herramienta creadora, reproductora y transmisora de ideas, estereotipos, prejuicios, patrones experienciales, relaciones y valorativos.

Los medios han permitido representar a gran escala formas de vida, situaciones, escenarios, perspectivas, intereses, necesidades y pensamientos de una gran cantidad de la población; sin embargo, también han edificado y establecido formas ideales y ficticias. Los medios han contribuido a legitimar inseguridades, a promover la discriminación, la exclusión, el cuestionamiento del otro por no responder a las expectativas sociales, a estigmatizar, así como a invisibilizar sujetos y situaciones que desde una perspectiva estética y comercial no satisfacían los imaginarios de la “realidad” televisada.

En este contexto, la televisión contribuyó a invisibilizar y satirizar la feminidad, la sexo-género diversidad, lo afro, lo indígena, lo gordo, lo feo, lo pobre, lo discapacitado, lo viejo. Los medios han colaborado en la naturalización del discurso de la diferencia, la desigualdad y la inferioridad; además de celebrar y premiar este tipo de expresiones, lo cual sin dudas favoreció su propagación y escalada sin consecuencias.

Sin embargo, si bien estas concepciones y discursos se mantienen y en ocasiones son exacerbadas en los medios de comunicación, en las últimas semanas también comenzamos a evidenciar reacciones y sanciones contra estas formas de discriminación naturalizadas y cotidianizadas en la televisión.

La presentación de la actriz Zendaya Coleman en la ceremonia de los Oscar portando dreadlocks en su cabello motivó comentarios descalificadores por parte de Giuliana Rancic, comentarista del programa “Fashion Police” transmitido por la conocida cadena E! News, quien espetara refiriéndose a la imagen de la actriz: “Siento que su cabello huele a aceite de pachulí… o a marihuana”.

Estas expresiones son parte de los estereotipos hacia la población afroamericana cuyo cabello con frecuencia es considerado sucio, con mal aspecto, desaliñado, descuidado, inadecuado y, en definitiva, no estético; razón por la cual con frecuencia desde la televisión se promueve e incita su modificación mediante el alisado, el uso de desriz, pelucas o extensiones que ayuden a minimizar la imagen primitiva que aún se tiene de la herencia africana.

Así también lo entendía la cantante y también animadora del mencionado programa Kelly Osbourne, quien expresó: "Yo no hice el comentario de la marihuana. No perdono el racismo, así que como resultado de esto me estoy cuestionando seriamente si seguir en el programa"; renunciando a dicho espacio a pocos días de la emisión del polémico comentario de su compañera.

Por su parte la actriz Zendaya Coleman no tardaría en manifestar a través de las redes sociales su agravio frente a estas declaraciones a las que consideró una forma de discriminación y vindicó la estética afroamericana: “Hay una fina línea entre lo que es gracioso y lo que es irrespetuoso. Alguien dijo algo acerca de mi pelo en los Óscar que me dejó sorprendida… Decir que una mujer de 18 años con dreadlocks huele a pachulí o a cannabis (diferentes plantas herbáceas) es un estereotipo muy ofensivo… ¿Quieren saber lo que Ava Du Vernay (directora de los Óscar y nominada por la película Selma), Ledisi (9 veces nominada a los Grammys, cantautora y actriz), Terry McMillan (escritora estadounidense y defensora de la mujer), Vimcent Brown (profesor de estudios africanos de la Universidad de Harvard), Heather Andrea Williams (historiadora de la Universidad de Harvard y de la Universidad de Yale), y tantos otros hombres, mujeres y niños tienen en común? Dreadlocks. Y ninguna de ellas huele mal. Ya hay suficiente crítica al respecto del pelo de los afro-americanos en esta sociedad, con la ayuda de todos los ignorantes que deciden discriminarlos por su tipo de cabello. Yo usé los dreadlocks en la alfombra roja para recordarles a las personas de color que nuestro pelo es lo suficientemente bueno”.

No obstante, la polémica en este programa no quedaría allí. La comediante Kathy Griffin, quien ingresara recientemente al staff del mencionado programa en sustitución de la fallecida Joan Rivers y tras grabar apenas siete episodios, decidió renunciar al mismo al afirmar: “Pensé que podía traer mi tipo de humor a la Fashion Police y que tan bellas personas en hermosos vestidos podían ser objeto de burlas cuando sea apropiado. No quiero usar mi comedia para contribuir en una cultura de perfeccionismo inalcanzable e intolerancia hacia la diferencia. Quiero ayudar a las mujeres, a los niños gays, a la gente de color y a cualquiera que no se sienta representado, a tener una voz y reír”.

Más tarde y con apenas unas semanas de diferencia, se produce un hecho de similar naturaleza en la televisión norteamericana. Durante la emisión del programa de entretenimiento “El Gordo y La Flaca”, el presentador Rodner Figueroa expresó mientras en pantalla se mostraba una representación de la primera Dama de los Estados Unidos: “Michelle Obama luce como si fuera parte del elenco de El planeta de los simios”.

En esta ocasión, las reacciones no se harían esperar, incluyendo un comunicado de la cadena televisiva Univisión donde se afirmara: "Ayer durante nuestro programa de entretenimiento "El Gordo y La Flaca", Rodner Figueroa hizo comentarios respecto a la primera dama Michelle Obama que fueron completamente reprobables y de ninguna manera reflejan los valores u opiniones de Univisión. Como resultado, el señor Figueroa fue despedido inmediatamente".

La reacción de Univisión frente a este hecho rápidamente fue considera como una medida tomada al ser la agraviada la primera dama Michelle Obama, cuestionando inclusive que si se tratase de otro personaje del ámbito artístico o político la respuesta no habría sido la misma. No obstante, parece esta medida estar direccionada a rechazar contundentemente la discriminación en los medios de comunicación con independencia de a quién estén dirigidos, así lo evidenciaría el despido de dos jueces de la versión neozelandesa del reconocido programa de talentos “The X Factor” por bullying a un concursante.

El participante Joe Irvine fue cruelmente atacado y avergonzado tras su interpretación musical cuando la cantante Natalie Kills expresase: “Me disgusta lo mucho que has copiado a mi esposo, desde el cabello hasta el traje. Eres material de risas. Es de mal gusto, desagradable… me enfermas”. Por su parte, su esposo y también cantante Willy Moon calificaría al participante como "aterrador", llegando a compararlo con el personaje Norman Bates, el asesino de la cinta de horror de Alfred Hitchcock Psicosis.

El canal TV3 de Nueva Zelanda decidió sacar a la pareja por sus comentarios afirmando que la cadena no condona el bullying y que los comentarios realizados por los jueces de “The X Factor” fueron totalmente inaceptables, razón por la cual debían dejar el programa de inmediato.

Son muchas las reacciones que han generado estos hechos en los espectadores, desde quienes defienden airadamente a los animadores y desestiman el carácter discriminador de sus expresiones, quienes celebran que los medios de comunicación tomen medidas frente a la ocurrencia de estos hechos, e inclusive, quienes se mantienen escépticos al considerar estas decisiones una mera acción publicitaria por parte de las grandes cadenas televisivas.

Desconocemos si este tipo de respuestas se seguirán generando en los medios de comunicación, información y difusión masiva frente a la manifestación explicita de formas de discriminación sea cual sea su naturaleza; no obstante, siempre será objeto de reconocimiento el hecho de que una plataforma que contribuyó a legitimar dichos prejuicios comience a transitar hacia formas más igualitarias, mediante sanciones a quienes atenten contra ello, así como a través de la puesta en práctica de discursos y representaciones dignas, vindicativas y reconocedoras de la diversidad de nuestra sociedad.