Deberá elegirse al próximo Secretario General de las Naciones Unidas, dentro de un año, en la Asamblea General de 2026. Desde ahora y al conmemorarse los ochenta años del organismo, hay postulaciones que se anuncian, otras que son impulsadas por los interesados, y algunas que, por el momento, sólo son rumores que circulan. En la elección, hay que cumplir las normas de la Carta de la ONU, y al mismo tiempo, aplicar otras aceptadas por la práctica no escrita, menos conocidas, aunque muy decisivas. Es el cargo más importante del sistema y el más apetecido.

Cada etapa del proceso tiene sus reglas propias, y está acompañada de múltiples acciones indispensables del candidato y del país que lo impulsa. Las normas escritas, deben ser respetadas, sin embargo, podría verse alterado o romperse el consenso existente para aquellas asentadas en la práctica tradicional. Los países son soberanos para hacerlo, aunque no sea lo habitual.

En el corriente período de sesiones pueden anunciarse los candidatos, para posteriormente ser oficializados, obedeciendo a la convocatoria formal respectiva, una vez que se abra el proceso de elección ante el Consejo de Seguridad y la Asamblea General. Los presidentes de ambos órganos, velarán porque la selección y nombramiento siga guiándose por los principios de transparencia e inclusión, y de que se cumplan plenamente todos los mandatos pertinentes de la Asamblea que estén relacionados. De esta manera, comenzarán a solicitarse las candidaturas para el cargo, en una carta conjunta que dirigirán a los 193 Estados Miembros. Un procedimiento que se utiliza desde el 2016.

Los países procuran explicitar sus candidaturas no sólo para adelantar tantas gestiones, sino que, para intentar desalentar a posibles competidores pues, ningún Estado las presenta sólo para comprobar cuántos apoyos obtiene. Asimismo, hay mucha publicidad y propaganda aparejada, destinada a crear un auténtico competidor. Un elemento que hoy resulta necesario, por la conocida influencia de los medios de comunicación y de las plataformas electrónicas, en el cada vez más demandante mundo de la publicidad. Son campañas que se encomiendan a los profesionales más competentes y altamente costosas.

Los candidatos deben comprometerse personalmente, pues ya no es posible confiar sólo en el trabajo de sus representantes para la construcción de una candidatura, sino que, se debe crear la imagen de ser verdaderamente superior a las demás.

La Carta de Naciones Unidas, define al Secretario General como: “el más alto funcionario administrativo de la Organización” (Art. 97). El más importante cargo dentro del sistema de las Naciones Unidas, sus sedes, y organismos especializados; aunque cuenten con su propio secretario o director elegido por cada organismo, y acaba de suceder con la elección del nuevo Director General de la UNESCO, Khaled El-Enany (Egipto).

En el cumplimiento de sus deberes: “el Secretario General y el personal de la Secretaría, no solicitarán ni recibirán instrucciones de ningún gobierno ni de ninguna autoridad ajena a la Organización, y se abstendrán de actuar en forma alguna que sea incompatible con su condición de funcionarios internacionales responsables únicamente ante la Organización” (Art. 100, 1). Y se añade: “Cada uno de los Miembros de las Naciones Unidas se compromete a respetar el carácter exclusivamente internacional de las funciones del Secretario General y del personal de la Secretaría, y a no tratar de influir sobre ellos en el desempeño de sus funciones” (Art. 100. 2).

De conformidad con estas normas, las consideraciones que existan sobre una postulación, así como los apoyos o reparos locales, no incidirán en su cargo. Lo que verdaderamente importa, es la decisión y el apoyo que cada Estado le otorgue, dentro de las prioridades de su política exterior y su diplomacia. Será trascendental para el manejo de la candidatura, si bien para el resto de los Estados al momento de votar, no es un punto determinante en la elección. Los asuntos internos, no son tomados en cuenta. Importa el respaldo del país a su candidato, y ante todo, sus cualidades y el programa que presente.

Para una mayor transparencia del proceso, la sociedad civil y el público en general pueden dialogar con todos los candidatos. Una práctica añadida sólo desde el 2016, y aplicada para la elección del actual Secretario, António Guterrez (Portugal).

Dentro de la tradición no escrita, está la regla de la rotación geográfica equitativa. Por lo tanto, correspondería al Grupo Latinoamericano y del Caribe. La manera de afianzarlo, sería contar con el endoso del Grupo Regional, a condición de que no existan muchos candidatos. Como se anuncian muchos actualmente, no parece posible, por ahora. También, se ha planteado la idea de que debería corresponder a una mujer, por primera vez. En definitiva, todo dependerá de los apoyos logrados.

Luego, se pasa a otra etapa, que contempla la presentación del programa de cada candidato prevista a comienzos del próximo año, el que requerirá de la más amplia difusión. Para empezar, entre los 15 Miembros del Consejo de Seguridad, donde requiere la mayoría de 9 votos, y ninguno en contra (veto) de sus Miembros Permanentes; y la elección por la Asamblea General. “Será nombrado por la Asamblea General a recomendación del Consejo de Seguridad.” (Art. 97), lo que usualmente se decide por aclamación, si bien podría haber una decisión diferente. En el Consejo de Seguridad, es poco usual que se explicite el “veto” de los Permanentes, por lo general, se discute internamente sin publicidad y sólo se propone a la Asamblea al elegido.

Igualmente, hay una extensa campaña para la obtención de los votos necesarios. Se buscan, mediante gestiones de las delegaciones ante la ONU, y en negociaciones con todas y cada una de las otras misiones permanentes. Los apoyos pueden acordarse por notas verbales o diplomáticas oficiales. Pueden ser simples o condicionados a un intercambio de apoyos recíprocos a otras candidaturas. Dependerá de cada caso, y a veces, dos por una, u otras equivalentes. Es una larga y también extensa campaña. Resulta evidente que aquellos que tienen candidaturas, a menos que las retiren, harán gestiones similares y no darán su voto a otra postulación. Otras gestiones similares se realizan a través de las Embajadas bilaterales, así como donde no las hay.

Paralelamente, se efectúan múltiples viajes y reuniones de los candidatos, con los enormes gastos aparejados. Muchos países podrán condicionarlas a conversaciones con el mismo candidato, por ser un cargo eminentemente personal, y donde su apreciación propia no es reemplazable.

Por sobre las numerosas gestiones diplomáticas, será determinante el pleno conocimiento, prestigio, y programa que proponga el postulante. Así como de manera primordial, el grado de soporte y menor resistencia que provoque, según su trayectoria, todavía más que sus cualidades, ya que todos tienen méritos equivalentes. Se trata de una operación de gran envergadura y no exenta de imponderables.