En marzo, el Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE) informó que en Colombia, de enero a diciembre de 2024, nacieron 445.011 bebés, 13,7% menos que en el 2023 (515.549). Se trata de una tendencia que viene desde hace diez años y se convierte en la mayor caída de nacimientos en la historia de mi país, como lo indica Razón Pública1. Como colombiano, he escuchado muchas veces eso de que no había televisor en casa y por eso la familia era mamá, papá y equipo de fútbol; a veces para jugar fútbol cinco, otras para la nómina de once. Preocupa que muchos compatriotas no quieran tener hijos; preocupa que en menos tiempo de lo que le tomó a Japón, tengamos la misma tasa de natalidad: 1,2 ―un bebé por pareja, para traducirlo.
Durante décadas, tuvimos hijos para enviar a Estados Unidos, España, Venezuela ―en otras épocas―, etc.; ocupar las plazas laborales de Colombia, país donde el desempleo es un rumor constante, más allá de las cifras; y engrosar la lista de víctimas y combatientes del conflicto interno. Por eso, mi mente se ha inclinado más a tratar de entender las razones que las consecuencias, sin dejar de lado que una baja tasa de natalidad puede comprometer temas como las pensiones o la educación ―La Universidad Javeriana reveló que se han cerrado más de 3900 colegios al año por la falta de inscritos. Puede que ese enfoque responda a mi propia condición: soy un colombiano en México, vivo aquí desde 2021. En 2022 y 2023, se estima que más de un millón de compatriotas salieron en busca de alternativas a otros países. La pandemia fue uno de los factores determinantes para esta cifra: se acumularon viajes y la situación económica obligó a buscar alternativas2. Potenciales padres colombianos quizás tuvieron hijos en otro lugar del mundo.
Un artículo3 del periódico de la Universidad Nacional analizó y apuntó al tema laboral: algunas empresas no están interesadas en ofrecer un ambiente que favorezca tener hijos. Las licencias de maternidad y paternidad son poco cumplidas, la misma nota presenta el caso de una madre que, por presiones de sus jefes, debió volver a trabajar antes de cumplir los días a los que tiene derecho.
La economía colombiana, que ha presentado una mejoría durante el gobierno de Gustavo Petro4, no deja de tener retos enormes para quienes desean formar un hogar. Como ejemplo está la vivienda, ya que el aumento de los precios ha superado a la inflación nacional. En ciudades como Bogotá y Medellín, el costo de vida dificulta la posibilidad de pensar en familias numerosas o en adquirir vivienda propia con medidas que tengan más de dos habitaciones. Lo sé porque yo mismo he visto lo que significa pagar un crédito hipotecario con una moneda que tiene ventaja sobre el peso colombiano, como lo es el peso mexicano.
Además de esto, está el claro cambio de objetivos de muchas mujeres: el deseo de ser madre y dedicarse al hogar no es la única alternativa posible, a lo que se le suma un claro avance en la educación reproductiva. Entre las cifras que también presentó el DANE está el aumento de la edad en la cual tienen su primer hijo, pasando de los 22 en 2006 a los 24 hace dos años.
La siguiente duda que me planteo tiene que ver con la población venezolana. A febrero de 2024, había más de dos millones de venezolanos en el país, según Migración Colombia. El mismo informe indica que casi un 24% de ellos están en el rango de los 5 a 17 años, más de 650.000. ¿Serán ellos quienes ayuden a organizar las cifras de población joven en un país que envejece rápidamente? De acuerdo al DANE, a octubre del año pasado se estimaba que un 80% de la población venezolana pensaba en quedarse a vivir en Colombia5.
El tema de este artículo me tomó por sorpresa. Eso de pensar que el país de donde vienes se está quedando sin jóvenes me generó más angustia de la que habría esperado. Se trata de una cuestión delicada, en la que por mi mente pasan consecuencias tanto ecológicas como demográficas y económicas. Lo reconozco: es la primera vez que mi deseo de ser padre vino con un sentimiento patrio minúsculo. Si tengo un hijo en Colombia, prometo plantarle cara a mi jefe del momento, si lo tengo, y reclamarle mi licencia de paternidad. “Se trata de un tema nacional, ¡apátrida!”.
Postre
Mi dieta lectora se ha visto seriamente afectada por dos encargos, dos manuscritos que me han pedido leer. Por lo tanto, solo he podido avanzar parcialmente en otras lecturas, entre las que cuento Las mutaciones de Jorge Comensal. Si quieren leer un libro que hable de cáncer de lengua, problemas familiares y un loro, esa es la recomendación perfecta. Algo así le dije al escritor Enrique Serna6 cuando trataba de convencerlo.
Notas
1 Acceso al artículo El fin de los niños, o sobre la “coreanización” de la natalidad en Colombia, publicado en Razón Pública.
2 Acceso al artículo Más que miedo a Petro, la emigración récord responde a la pandemia.
3 Acceso al artículo Razones para no tener hijos que impactan la tasa de natalidad del periódico de la Universidad Nacional.
4 Acceso al artículo La economía con Petro va bien, pero los analistas resienten la falta de un rumbo claro frente a la deuda.
5 Acceso al artículo El 80% de migrantes venezolanos planea quedarse en Colombia para 2025, estas son las razones.
6 Puede conocer la obra de Enrique Serna en su sitio oficial.