“Se trata de una exposición particular, centrada en los tres libros que el artista escribió en el período de su primera estancia tahitiana, así pues las obras que Gauguin incluyó en esos tres tomos, describen su vida, las emociones, la vicisitudes personales, sus pasiones, los temores, los amores de una vida y las aventuras experimentadas en Tahití. El recorrido expositivo, que no presenta solo la narración artística di Gauguin es más bien una trayectoria de vida hacia un mundo diferente, que contempla la alegría de vivir, la pureza y la libertad de la vida en aquellos lugares que muchos de nosotros han perdido”.
Con esta declaración, el comisario, el prof. Vincenzo Sanfo, resume la reseña dedicada al artista francés Paul Gauguin, montada en las salas del Museo Histórico Nacional de la Infantería del Ejército Italiano en Roma, formada por 165 obras, todas procedentes de colecciones privadas italianas, francesas y belgas así como de museos franceses e italianos.
El contenido presenta piezas entre xilografías, dibujos y litografías, junto a dos pinturas atribuidas: el óleo sobre lienzo Femme de Tahití (1891) y la acuarela Paysage Tahitien. El núcleo central está constituído por las 23 xilografías del Diario de Noa Noa (1893-94), escrito durante su primer viaje a la Polinesia francesa y enriquecido por sus ilustraciones realizadas con la antigua técnica del grabado con matriz de madera.
Encantado por la primordialidad de los lugares, que para la mirada francesa de la época representaba una fascinación, Gauguin vivió la cultura polinesiana con pasión, percibiéndola en los últimos 10 años de su existencia y devolviéndola con un corte artístico. Ahí nacieron las 16 litografías en color de la serie Ancien Culte Mahorie (1892) y las dos esculturas fechadas 1893: Vase aux dieux tahitiens (copia) e ’Idole à la coquille’ un ejemplar de bronce y concha de nácar. Se añade la valiosa Máscara de mujer tahitiana. Techura de bronce patinado y el cuaderno de 38 dibujos, con bocetos que figuran estudios de retratos, detalles del cuerpo humano y del mundo animal.
Cabe distinguir las litografías en facsímil contenidas en el últmo libro escrito por Gauguin Avant e Après, ultimado dos meses antes de su muerte (1903) y publicado póstumo, una especie de manifiesto-diario con apuntes y consideraciones sobre el arte, sobre las relaciones amistosas y sobre otros argumentos entrañables para el artista. De este aspecto de la vida de Gauguin se centra la selección de más de 40 obras de 12 artistas que entablaron amistad o colaboración, como el amigo-enemigo Vincent van Gogh -con 12 litografías en color-, Jean François Millet y los artistas del grupo ‘Nabis’ en Bretaña, otro lugar determinante en la existencia de Gauguin: Maurice Denis, Émile Bernard y Paul Sérusier.
Se ofrece al visitante una sección específica de Polinesia, formada por una serie fotográfica Las islas de Tahití, el alma primordial. Una colección que tiene el objetivo a difundir las bellezas menos conocidas de algunos encantadores archipiélagos de la Polinesia francesa, a través de los disparos de los fotógrafos Luigi Chiurchi y Pietro Ienca, autores de las 14 imágenes exhibidas durante un viaje entre las islas de la sociedad de las islas Marquesas, incluídas el pasado año entre los patrimonios mundiales Unesco por su valor naturalístico y cultural.
Paul Gauguin (París, 1848 – Islas Marquesas, 1903), cuya madre era de origen peruana, pasó los primeros años de su existencia en Lima. De vuelta en Francia, la familia se estableció en Orléans, donde Gauguin estudió en el Pequeño Seminario. Con 17 años entró en la marina mercantil hasta que en 1871, tomó empleo en París en el estudio de un agente de cambio alcanzando cierta situación acomodada, si bien el interés por la pintura le absorbía su tiempo libre. En 1873 se casó con la danesa Sophie Gad con la que tuvo cinco hijos.
Sus inicios están enlazados con el impresionismo, con Pissarro especialmente, pero el ‘Estudio de Desnudo’ expuestos en e Salón des Indépendants en 1881 entusiasmó al escritor Huysmans por su originalidad. Dos años más tarde empezó la crisis que indujo al artista a abandonar el empleo antes y a la familia después. La polémica contra la condición burguesa, el deseo de evasión de una sociedad demasiado civilizada lo condujeron a Bretaña a Pont-Aven, posteriormente con el amigo Charles Laval, a la Martinica y de nuevo a Bretaña. Aquí su segunda estancia (1888-89) fue una temporada particularmente feliz donde el pintor buscó, con Émile Bernard, un estilo que él mismo denominó cloisonnisme, aludiendo a la síntesis formal que lo caracteriza, obtenida por los contornos netos de colores, intensos como en las antiguas vidrieras. El lenguaje sugestivo de Gauguin atrajo a algunos jóvenes pintores, al considerarlo un maestro y formando la llamada escuela de Pont-Aven. Un período fecundo, interrumpido por un viaje a Arlés, donde Gauguin se encontró con Van Gogh. Las discusiones entre ambos por cuestiones de carácter artístico y las peleas hicieron dramática la convivencia, que se concluyó con el ingreso de Van Gogh en el hospital y con la fuga de Gauguin a París y posteriormente a Bretaña. En 1891 salió hacia Tahití donde su estilo no experimentó cambios esenciales: la técnica pictórica devino más libre y audaz, mientras se hacía más fuerte el influjo del arte primitivo. Gauguin pintó aquí sus cuadros más bellos, huyendo del exotismo y estetizando a través de la propia exaltación poética e intensa participación a la vida y a las costumbres mahoris. De él nos quedan además unos escritos polémicos y autobiográficos como Noa-Noa -protagonista en esta exposición- redactado al igual que un libro de recuerdos de las estancias tahitianas.
El contenido de la cita romana se demuestra de lo más antrañable del artista.