Desde la creación de la existencia del pensamiento humano, se intentó, a través de leyendas, mitos y escritos, explicar cada hecho histórico desde un razonamiento lógico. En la historia de los hombres y sus imperios, siempre fue intrigante cualquier tipo de análisis mediante el uso de la razón y mecanismos metodológicos, a fin de narrar las causas de tales fenómenos históricos con el uso de las herramientas de la empírica y la observación.

Ya el aristotelismo intentaba explicar escatológicamente los orígenes de los hechos por una ley, una ley de hierro universal que es causa y efecto. Siempre partiendo del pensamiento que es un hecho teológico. Luego, con la correr de los siglos, el gran Galileo nos enseñó, en el período del Renacimiento, que los hechos podían medirse por las leyes de la mecánica y la empírica. Así, la humanidad se adentraba en el universo de la explicación de los fenómenos.

Otros pensadores, siglos más tarde, como Popper y Hempel, implementaron, uno, por un lado, el razonamiento deductivo, y por el otro, el inductivo. Ambos intentaban definir y explicar cuál es la causa que produce los hechos sociales y que las leyes naturales no podrían explicar.

Es decir, analizar los hechos y las causas en las ciencias sociales, y con ello, los hechos históricos de la humanidad. Por tanto, el método deductivo intentará explicar y dilucidar por premisas, verdadero y falso, de Q de números de probabilidades y así llegar a la argumentación y, por ende, a una razón. El otro método, el inductivo, utilizará la estadística y probabilidades que contrastarán el hecho observado, por tanto, la inducción. En ambos casos, se llega a una conclusión de los fenómenos.

De esta manera, poco a poco, el pensamiento humano se aproxima a las leyes de los hechos, la lógica. Proceso por el cual adquirimos el conocimiento. Igual a un proceso de razonamiento, ahora sí entendemos la sonrisa del gato de Cheshire en términos del progreso de la alquimia del pensamiento humano, pues, por un lado, tenemos aquel razonamiento o argumento y las premisas, y la deducción por la lógica que nos lleva indefectiblemente a una conclusión; y por el otro, razonamiento o argumento, las premisas, pero que no hacen a la conclusión, sino a la inducción para obtener un razonamiento analítico e inferencia de estadística.

Por tanto, para la escuela popperiana, la conclusión es la verdad y la premisa es verdad, y viceversa. En cambio, para la escuela hempeliana, hay otros hechos esperables para que se dé lo inesperado.

Empero, las leyes de los hechos, la explicación hace al hecho explicable y el razonamiento es un monólogo particular hacia un monólogo deductivo general. En toda inducción, es estadístico y probabilidad. Es decir, que todo hecho histórico en su causa y efecto es un hecho individual que se interpreta como un hecho puntual siempre de acuerdo a un pensamiento lógico deductivo, pero a la vez se puede decir que un conjunto de hechos ha provocado el hecho histórico. Solo dependiendo del caso y de cómo se lo analiza, se pueden aplicar las leyes generales que se vinculan a la causa y efecto.

Por lo tanto, se podrá explicar dicho hecho si se aplican las leyes empíricas, aquellas que tienen su correlato en la predicción en la que se deben determinar los efectos o la explicación, que es cuando el hecho ya se ha producido.

Siempre habrá un argumento explicativo cuando se tengan hipótesis. Pero la empatía de los historiadores al narrar los hechos aplica una retórica heurística o arte de inventar, para explicar los fenómenos históricos. Por tanto, todo hecho histórico o interpretación del fenómeno histórico está subsumido por una idea general ya que no puede comprobarse empíricamente.

En este punto, la lógica de la mente debería entender que, como se dijo anteriormente, el sistema del pensamiento deductivo o inductivo es una compleja al intentar entender el ¡por qué! de las cosas y, por tanto, pensar que comprender que la histografía se basa solo en los acontecimientos políticos o en las causales de sus intérpretes es poco serio. Ya que la historicidad de las causas que conmocionaron en un tiempo determinado a una sociedad no es un lugar de ideologías históricas, sino que es interpretar o hacer historia de mentalidades. Que no es otra cosa que entrelazar la historia total con la estructura social del lugar y, además, con las mentalidades y el suceso del acontecimiento en sí, tomando todas y cada una de las historias conjuntas a la historia central.

Pero aquí el Gato Cheshire, con su habilidad para desaparecer y aparecer a voluntad, a menudo dejándonos solo su sonrisa visible en el aire, no está para enseñarnos como en Alicia en el País de las Maravillas, sino que nos demuestra dónde se originaron varias expresiones y leyendas sobre gatos sonrientes, aunque la razón exacta es objeto de debate.

El gato aparece en nuestra mente para guiarnos, para darnos comentarios llenos de lógica y paradojas que reflejan la atmósfera surrealista del mundo del pensamiento en el que está atrapada nuestra decisión y voluntad de observar los hechos por la razón o la inducción.

Hemos observado la historia y sus leyes de los hechos, haciendo del tiempo un cristal para entrar al lugar de la historia, para vivirla, entendiendo cómo se comprende el hecho y su causa, transformándola por nuestros pensamientos, sean deductivos o inductivos, para entenderla y Estar implicado con ella.