Estas pinturas representan diversas advocaciones marianas que llegaron al Perú junto con las órdenes religiosas durante el proceso de evangelización. Entre ellas se encuentran figuras como la Virgen de la Almudena o la Virgen de la Candelaria de Tenerife, cuya presencia da cuenta del fuerte vínculo entre la tradición católica europea y la expansión colonial en América.

Además de estas imágenes traídas desde Europa, el arte religioso en el territorio andino dio lugar a expresiones propias que reflejan un profundo proceso de sincretismo cultural. Así, comenzaron a surgir representaciones locales que incorporaban elementos indígenas tanto en lo iconográfico como en lo simbólico, creando nuevas formas de devoción y arte sacro.

Ejemplos destacados de estas nuevas advocaciones son la Virgen de Copacabana y la de Cocharcas, figuras profundamente arraigadas en la religiosidad popular andina. Estas vírgenes, nacidas en el contexto americano, muestran cómo la población local reinterpretó y transformó los referentes cristianos, dando lugar a imágenes cargadas de identidad regional.