Paul Auster (Nueva Jersey 1947-Nueva York, 2024). Desde el momento en que su esposa la escritora Siri Hustvedt, anunció que el escritor tenía cáncer, se diría que todos esperaban su muerte, y el mismo Paul Auster era consciente de ello, por eso quiso despedirse de la manera que el mejor sabía que era escribiendo.

Siempre pensó que cuando su final estuviera próximo, debería narrar en primer persona, los últimos acontecimientos. Aunque ya no le quedaban fuerzas para luchar por la vida, sí podía rehacer los caminos por los que tantas veces había transitado, a través de su imaginación.
Es en estos postreros días en que empieza a experimentar el final de las cosas, a pesar de la gran tristeza que siente, sabe trasmitir en su última obra la delicadeza y lucidez que le caracterizaban.

Está convencido de que sus días deben ser vividos sin desaliento ni desesperación con plena, confianza y plenitud.

Auster no quiso tratamientos paliativos al cáncer de pulmón que padecía, deseó vivir sus últimos momentos asomándose al abismo de su final y confesando que no tenía miedo a la muerte.
Él, que había escrito tantas veces sobre la muerte, no trató de perderse ningún momento de ésta última experiencia y, con los sentidos muy abiertos, quiso vivir su propia muerte desde una perspectiva cercana, sin autocompasión y con cierta indiferencia, que le permitirán poder distanciarse de la situación, para describir sus sensaciones, como si le ocurrieran a un personaje de sus novelas.

Serán estos últimos meses, un tiempo en que deambulará por las veredas de su memoria, muchas veces rememorando sentimientos y personajes que han formado parte de su vida.

La suerte y el azar, elementos recurrentes en sus novelas, de nuevo se presentan como una realidad decisoria en su vida, y está dispuesto a aceptar la suerte que le ha tocado, redactando un último libro en el que muchos han querido ver, como una especie de autobiografía fabulada de su propia historia.

Para Paul Auster, que fue un escritor nacido en Estados Unidos, y formado en la Universidad de Columbia, la fabulación y la novela son la forma de expresión de su propia agenda, con descripciones tan precisas de la realidad cotidiana y del ambiente en que se desarrolló su vida que nos meten de lleno en su pensamiento y en la dinámica de sus vivencias existenciales.

Sus numerosas lecturas en la biblioteca de su tío , hicieron que su bagaje cultural se empezara a formar a temprana edad, con la influencia de autores franceses, como Mallarme y Jean-Paul Sartre , a los que con el tiempo añadirá sus autores predilectos como Fraz Kafka, Samuel Beckett y Miguel de Cervantes.

En el año 1982, publica La invención de la soledad, en ella hace una reflexión sobre la figura de su padre, que en cierta forma, es el germen de todo el universo literario de Auster.
Sus novela son, en realidad, un ejercicio de la memoria para reconstruir su propia vida, y para ello, tiene que aprender a ver, a oír y a analizar, todo lo que le rodea.

Ese será el proyecto ambicioso de toda su obra.

La presencia invisible pero poderosa de ese padre al que no llegó a conocer en profundidad, pero que marcará su existencia, ya que para ser un auténtico escritor debía de partir de un hecho real e impactante en su vida, y a partir de ahí, transformarlo en términos novelescos, en los que la ficción y la realidad caminarán paralelas, apoyándose una en la otra, para dar una mayor carga emocional y autenticidad a la narración.

En 1985, publica La trilogía de nueva York, una antología que consagró a Auster como un autor de nivel internacional y el reconocimiento de ser uno de los mejores escritores contemporáneos.
El misterio y el suspense se entrelazan en esta trilogía en el que el azar está presente, como algo fundamental en la existencia del ser humano.

El conjunto de tres relatos, inspirados en tramas de detectives y en la novela negra, lleva a Auster a adentrase en el silencioso dominio de lo oscuro y el misterio, para desarrollar con una prosa muy cuidada y cimentada en su dominio de la poesía, que le permitirá moverse con facilidad, a la hora de describir personajes y ambientes.
La búsqueda fiel de la realidad y la verdad, sin pasión y con equilibrio dará lugar a su posterior forma de escribir, en que la reflexión y la indagación de sus propias vivencias le llevarán a diseñar su propio universo creativo.

En toda vida existe riesgo e incertidumbre, el solo existir, ya es una pura casualidad, que implica se hayan conjugado multitud de circunstancias, para que un ser sea engendrado en un momento determinado, que le hacen personal y único.
La vida de Auster, estuvo marcada por un acontecimiento crucial sucedido en su juventud, que fue la muerte de un amigo fulminado por un rayo, cuando ambos paseaban por un bosque.
Este accidente le hizo aprender y comprender como la casualidad marca el destino de las personas, y tal vez en ese momento, aceptó que la muerte forma parte de la vida y no es otra cosa, que una consecuencia de la misma.
Esta reflexión marcará un punto de inflexión a la hora de escribir.

En 1993, publica * Leviatán*, la historia de un muerto sin identidad, un hombre que nadie reconoce y del que el autor se vale, para crear un personaje ficticio, que en realidad, es un remembre de su propia vida con una gran carga emocional.

En 1994, publica El palacio de la luna, en esta novela, como suele hacer Auster, son sus propias vivencias las que inspiran el argumento.
Es en la época de los albores de la llegada del hombre a la luna, donde se inspira el autor para rememorar ese tiempo confuso, en el que se encontraba desorientado, y a merced de las mareas lunares, que con su influjo irían arrastrando sus pasos y periplos de su vida, al igual que la vida del protagonista, de padre ausente, pero educado por la figura influyente de su tío, reflejo de su propia vida, que como siempre será la base que le inspire la fabulación de la historia, que como un entramado vertiginoso ira creciendo, rememorando e intercalando esa realidad y ficción que siempre fue la base de sus escritos.

En 1999, publica Tombuctú, que figura como una de las más destacadas de sus novelas. En ella se narra una entrañable historia de amor y amistad, entre un poeta vagabundo y su perro, al que el vagabundo cuando sabe que su muerte se acerca, quiere buscar un hogar.
Lo fantástico de esta novela, no sólo es la historia de un perro que habla, lo cual ya es increíble, sino que además, piensa lo que dice, lo cual es una magnífica proeza.
Esta obra es un canto a la belleza de la naturaleza y a la vida, aunque ésta, en ocasiones se muestre dura y cruel.
El bello mensaje de esta historia es el encuentro de ese amigo y confidente que te apoya en los malos momentos y a cuya fidelidad hay que corresponder en la misma medida.

En 2008, Un hombre en la oscuridad, al hilo de la historia de un viejo periodista insomne, Auster aprovecha la ocasión para adentrase en su propio mundo, indagar en su pasado y adentrase en el silencio de la noche para llegar a su yo más profundo, al conocimiento de su propia esencia y encontrar las respuesta que le lleven a comprender el mundo que le rodea.
La identificación del autor con ese viajero que no consigue dormir, es una forma de rememorar viejas historias que son imágenes su propia vida, de sus deseos secretos, sus amores, sus sueños y como el azar ha sido decisivo en su vida.
Esta larga noche de oscuridad trascurre con la esperanza que llegue la luz del amanecer para que las sombras se iluminen.

Como no podía ser de otra manera en la dilatada obra literaria de Paul Auster, su última novela: Baumgartner, ha sido un canto de despedida a todos los que aman y admiran su obra.
Las personas que le acompañaron en su vida aparecen como personajes de ficción en muchas de sus novelas y ese camino emprendido desde la realidad hacia lo imaginado, también aparece en su última obra.

Así, que entre líneas, podemos vislumbrar ese homenaje a su esposa, a la que ofrece una muestra de amor incondicional, aunque aquí se tornan los papeles y en la novela es ella, la que ha muerto, pero su evocación constante a lo largo de la narración, no deja de ser un culto a la figura de ella, pues han sido los años pasados juntos una muestra de amor puro y de unión autentica.
La vocación literaria de ambos, hizo que compartieran sus lecturas como un verdadero alimento espiritual, fue esa mezcla de amor y unión tan sólida como fructífera, lo que les hizo apoyarse mutuamente y crecer como escritores de fama mundial.
Formando la pareja estelar de las letras americanas, admirados y agasajados por todo el público.

A continuación destacaremos a modo de despedida el último pasaje del libro:

Y así, con el viento en la cara y la sangre aún rezumando de la herida en la frente, nuestro héroe se dirige en busca de ayuda, cuando llega a la primera casa y llama a la puerta, empieza el último capítulo de la historia de S.T. Baumgartner.

Con estas palabras, el propio Paul Auster da por terminada la que será su última obra, que es un reflejo simbólico de esa puerta que tiene que atravesar y que le llevará a la inmortalidad.