Mikhael Germain Di Mattia es uno de esos artistas que tienen el coraje de dedicarse obstinadamente al Arte, comprometiéndose con su versatilidad en una serie de desafíos que lo ven como protagonista en diversos campos del saber. Desde su misión como cantante a la de actor, desde su apuesta como documentalista hasta sus estudios como Guionista, da vida a obras complejas elaboradas en los más mínimos detalles gracias a su absoluto perfeccionismo. Una de sus obras que ha tenido gran éxito es un libro que contiene los conocimientos adquiridos en su recorrido artístico, pero también en sus recorridos espirituales que lo han empujado cada vez más a investigar el alma humana. No digo que él mismo sea el protagonista de la obra, sino que recoge todas sus vivencias. Y ahora esta novela, publicada en italiano en 2020, será lanzada el próximo otoño en su traducción al español bajo el título El Arquero. La Orden del Arco, con Ediciones Matrioska. Es una epopeya sentimental y esotérica, erótica y espiritual que transcurre en un ambiente que oscila entre la confesión y la reflexión sobre los grandes temas de la vida, un verdadero viaje iniciático hacia los misterios más desconocidos de la existencia.

Como Mikhael Germain también es director, tiene la capacidad de describir los viajes físicos y metafísicos del protagonista José, las visiones y los sueños lúcidos que lo guían hacia el camino de su corazón, como si quisiera mostrarle al lector los escenarios de esa aventura desde una pantalla interna.

El viaje de José es un viaje de héroe que transcurre en el tiempo de la búsqueda espiritual, casi como un antes y un después, como si los diversos pasajes temporales hubieran sido absorbidos por una mirada que involucra todos los tiempos simultáneamente en una sucesión de acontecimientos sincrónicos que conducen al niño más y más allá de la realidad tangible. Y un poco más allá está el espacio invisible donde, como un nuevo Balzac, Mikhael Germain busca el Absoluto, esa Piedra Filosofal que logra revelar los misterios de su propio ser.

Un antiguo manuscrito lo dirige hacia el camino a otra parte, en una sucesión de etapas que lo acercan cada vez más a la verdad, entre la realidad ilusoria y el sueño de un mundo espiritualmente superior. El Arquero que estira la cuerda del arco representa el símbolo de un camino iniciático ligado a la figura del Arcángel Miguel que bien narró Mikhael Germain en un documental muy poético de hace unos años.

Para alimentarse de estas sustancias hace falta ser viajeros del espacio como José, de hecho, «El verdadero peregrino», para el autor, es parecido a un alquimista y su viaje es «un gran trabajo interior» porque sirve para ‘deshacerse’ de «un sistema, aligerando la materia, en atravesar todo el campo estrellado, la Campostela», que se extiende por toda la Vía Láctea yendo «más allá de la estrella central, Sirio, el fin de la Tierra, Finisterre». La meta de la peregrinación es la reunificación con «el propio Cristo interior», con el propio cuerpo de luz. Y precisamente en ese momento volvemos «al centro, para honrar a Alcione, el sol de las Pléyades, ya los siete sistemas solares que giran en torno a él, llamados las siete hermanas». ¡Maravilloso! Lo infinitamente pequeño de nuestro Yo microscópico, cuando el hombre vuelve a su centro redescubriendo la armonía y el equilibrio, se convierte en un espejo en lo infinitamente grande. Y esto significa, en efecto, «ir más allá de la estrella Sirio, capital de nuestra galaxia, y traspasarla para entrar en el primer infinito, el segundo y otros infinitos mundos». Todo esto es muy poético: como un Leopardi moderno, como un pastor errante de Abruzzo, Mikhael Germain Di Mattia investiga los secretos más íntimos de la materia, de los mundos visibles e invisibles, del misterio de nosotros mismos, de los enigmas aún sin resolver del Cosmos.

Como en Cuentos de un peregrino ruso, José emprende un viaje místico en busca de la «oración del corazón» y como un verdadero «Siddhartha» busca desesperadamente la iluminación.

En su obstinación por buscar el interiorismo, José también hace viajar al lector, avivando su curiosidad con los significados esotéricos esparcidos en el manuscrito que le entrega un enigmático fraile cisterciense y en todas las páginas de la novela, un complejo y valiente que va incluso más allá de la vida y se enfrenta al miedo a la muerte y a las energías oscuras que parecen impedir la evolución de cada individuo, haciéndolo volver cada vez que da un paso decisivo hacia adelante.

La novela parecería un camino místico dirigido al masculino, pero no faltan personajes femeninos, que sí juegan un papel fundamental, pero sobre todo surge la necesidad de integrar las dos sexualidades, antes que cualquier otra relación, dentro de uno mismo, redescubriendo aquel Sagrado Femenino que la sociedad contemporánea ha arrojado a lo más profundo del inconsciente.

De hecho, el autor menciona la almendra mística: «Es el ojo de la luz del sagrado femenino que se une con el ojo del sagrado masculino, generando la semilla Crística. Sencillamente, son las dos caras de nuestra naturaleza las que se integran, más allá del aspecto sexual. Originalmente los humanos éramos perfectamente andróginos...». Esta búsqueda del equilibrio entre las dos partes nos pertenece a muchos, pero ciertamente en Di Mattia es casi una obsesión, como más allá de ese éxtasis místico que tan claramente describe Teresa D'Avila, una verdadera armonía. «El equilibrio perfecto de la almendra mística es esta fusión de las partes dentro de nosotros, lo que algunos llaman una ‘boda sagrada’». Ahora los amores y amoretos que forman parte de la experiencia juvenil de José dejan lugar a una sexualidad más madura, en primer lugar, por la reunificación de sus propias escisiones y en segundo lugar por las divisiones sociales entre hombres y mujeres, piedra angular del desastre contemporáneo de las relaciones.

En las páginas de este libro se respira la atmósfera de libros y películas como El nombre de la rosa de Umberto Eco, ese misterio escondido en la perfección de Catedrales y Monasterios que para Mikhael Germain se convierten en una especie de arquitectura divina basada en la precisión de los números, de la Gematria que permite la elevación hacia Dios.

Pero antes de que esto suceda, el camino es largo e intrincado, atraviesa lugares que, reconectados entre sí, podrían constituir un verdadero viaje literario, lleno de simbolismo, armonía y belleza. Nuestro director ciertamente ha hecho una cuidadosa investigación sobre la historia, sobre la arquitectura y sobre todo sobre la simbología de la que se articulan las etapas de su viaje. No faltan las referencias a las proporciones sagradas: «Desde la época de los antiguos egipcios existe una proporción divina que se utiliza o más bien se utiliza para construir en perfecta armonía… Está en la pintura, en la música, y está presente en todas las cosas creadas, incluida la naturaleza».

En esta búsqueda de las proporciones divinas de cada criatura está la visión del autor, la espiritualidad ganada a través de un manuscrito que no es más que un mapa interior hecho de encuentros sincrónicos con personajes que revelan sus partes íntimas y con lugares misteriosos y sagrados. También hay una especie de búsqueda del sacerdocio interior, a través de la figura del mayor sacerdote de todos los tiempos, Melquisedec. De hecho, este personaje de la Cábala judía «Melchi-Tzedek, el rey de la paz y la justicia, fue el fundamento perfecto del mundo. Toda la Orden del Arco descansaba sobre este fundamento».

Pero, ¿cuál es la tarea precisa de los Arqueros de la Orden del Arco? La de hacer «florecer una nueva humanidad», asentada sobre las riquezas del espíritu, a saber: «la creación del arte, la belleza pura, toda expresión de música, danza, pintura, imágenes, escritura y canto».

Después de todo, la humanidad se ha perdido en el ruidoso parloteo de la mente «porque muchos están atrapados en los estratos más bajos de la materia y en los abismos infernales del ego y la mente inferior», en la búsqueda del poder, el dinero y el consumo sin límites, también de la tierra misma, de la naturaleza y de todo ser viviente. Por lo tanto, la idea de volver al enfoque espiritual que yace inaudito dentro de cada ser es una sugerencia aún más válida en la realidad contemporánea que vive una emergencia nacida precisamente del olvido de la parte más importante del hombre.

Entonces, ¿cómo se van a usar los arcos y las flechas? «Dar en el blanco es como el secreto del canto, ¡que abre el corazón del oyente! Imagina tus cejas y tus ojos como si fueran un arco tenso: si el arco está hacia arriba, la flecha saldrá disparada de la pineal y será una flecha de luz, la llave del Paraíso que abre la puerta a lo divino...».

Pero primero tienes que aprender a tallar la piedra de tu propia interioridad endurecida por las contorsiones de la mente: «La piedra tiene todo dentro: ¡esculpir es sacar lo que ya está ahí, decía el gran Miguel Ángel! Si eres un alma bella, sacarás lo bello, si eres fuerte expresarás poder; si aprendes a darle forma a la piedra, podrás cambiar el rumbo de tu existencia; si le quitas la carga de encima, la vida se volverá alegre…».

Y todo este viaje de Ulises que emprende José ayudado por varios maestros que va encontrando en el camino, tiene como finalidad la búsqueda del cuerpo de luz de ese ser «iluminado por una energía deslumbrante», que no es ni hombre ni mujer, «casado a la dulzura del eterno femenino, para ser hombre por fuera y mujer por dentro», que se llamaba Adonai, es decir, «el eterno masculino unido al eterno femenino en una perfecta androginia, a imagen y semejanza de aquel que es nuestro Creador, Padre y Madre de todos los hombres».

Después de convertirse él mismo en Arquero, Giuseppe d'Arcadia, o José, finalmente llega a Jerusalén donde, inesperadamente, revela el enigma sobre el destino final de su viaje...

La enseñanza que se puede sacar de la historia de José es que hay que tener fe en los propios sueños, saber interpretarlos, prestando atención a ese particular lenguaje velado, hecho de signos, símbolos y encuentros, que en el camino de la propia la existencia conduce a la auténtica realización.

Su historia también guía a cada hombre hacia la conquista de un tesoro invaluable, el legado de Celestino, quien, con su mensaje de paz y reconciliación, La Perdonanza, conduce a la tradición espiritual de la ciudad de L'Aquila, proclamada en 2019 Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco.

El Arquero es una especie de cuento iniciático que, en una alegoría moderna, cuenta el viaje de los viajes que todo hombre debe emprender: el viaje hacia el interior de sí mismo.