Tito Brandsma, apóstol de la libertad de expresión, condenado a muerte por los nazis, entregó su vida en el campo de concentración de Dachau (Alemania), fue beatificado el 5 de noviembre de 1985 por San Juan Pablo II y canonizado por el Papa Francisco el 15 de mayo de 2022 como mártir de la Iglesia Católica. Su fiesta se celebra el día 27 de julio. Antes, en 2005, Brandsma fue aclamado por los habitantes de Nimega como el ciudadano más grande de la ciudad en su historia. A pesar de su débil constitución física, que estuvo a punto de llevarle varias veces a la muerte, llegó a ser en su tiempo uno de los hombres más cultos e importantes de Holanda.
El Padre Tito nació en Bolsward (Holanda) el 23 de febrero de 1881, en el seno de una familia de profunda raigambre católica. En septiembre de 1892 ingresa en el Seminario Menor franciscano y a los 18 años en la Orden del Carmen. Se ordenó sacerdote en 1905 y obtuvo el doctorado en Filosofía en la Universidad Gregoriana de Roma, especializándose en Sociología, Espiritualidad y Periodismo. Regresa a Holanda y funda bibliotecas públicas, escuelas, liceos y en 1923 organiza la Unión de Escuelas Católicas. Aunque en esa época su patria tenía mayoría absoluta protestante, Tito consiguió que el Parlamento aprobara una iniciativa para que el Estado otorgara ayuda económica a los colegios católicos.
También funda Brandsma la Universidad Católica de Nimega, primera de este carácter en la historia de Holanda. Allí ejerce como catedrático de Filosofía y de Mística y, en 1932, fue elegido rector magnífico de la misma. A lo largo de su vida llamó poderosamente la atención su polifacética e intensa actividad, destacando sobre todo en los campos de la enseñanza y la prensa. El periodismo fue una vocación sentida por el Padre Tito desde sus años de seminario y la que, en definitiva, encendería su apostolado y le llevaría al holocausto. Estaba en posesión del carné internacional de periodista; fundó varias revistas y fue redactor-jefe o consejero de varios periódicos. A lo largo de su vida escribió alrededor de mil artículos periodísticos. Tenía un gran respeto por el rol de los periodistas y abogaba por su formación y desarrollo profesional y por el pago de salarios justos.
La imagen humana de Tito Brandsma era la de una persona capaz de vivir y pensar de forma independiente y madura que había adquirido tanto respeto por la vida como tanta libertad interior, receptiva a los signos ocultos de la presencia de Dios en el mundo. En el año 1935 fue nombrado asistente de la Unión de Periodistas Católicos y desde esta posición se opuso férreamente al nazismo denunciando que esta ideología considera a las personas sometidas a un héroe todopoderoso y fuerte, despojadas de su creatividad y convertidas en seres serviles. En su batalla llegó a promover la negativa de los periódicos católicos a publicar anuncios nazis.
Apenas invadida Holanda por las tropas de Hitler, el mes de mayo de 1940, y ante el propósito de los nazis de apoderarse de la enseñanza y la prensa católica, Tito, como responsable eclesiástico de ambas, alzó valientemente su voz denunciando el atropello de todos los derechos humanos que significaba el nazismo y defendiendo la libertad de la Iglesia a esas dos máximas expresiones públicas de la fe. A lo largo de un año y medio mantuvo una lucha muy tenaz contra las pretensiones nazis y, agotados todos los medios de entendimiento con los invasores, el 31 de diciembre de 1941 escribió una carta dirigida a los periodistas católicos, con la cual asumía la representación de los mismos y aceptaba conscientemente los riesgos derivados de esta postura.
Entre su labor apostólica se encuentra una traducción de las obras de Santa Teresa de Ávila al neerlandés y una biografía sobre ella que escribió siete capítulos durante su permanencia en la prisión de Scheveningen, donde llegó el 19 de enero de 1942. La abundante documentación recogida en su estudio del misticismo holandés es la base para el actual Instituto Tito Brandsma de Nimega, dedicado al estudio de la espiritualidad.
Brandsma fue uno de los fundadores de la Universidad Católica de Nimega (actualmente Universidad Radboud), donde se desempeñó como profesor de filosofía e historia de la mística durante el curso 1923-1924. Más tarde fue elegido Rector Magnífico, permaneciendo largo tiempo en el cargo. Fue también un defensor de la lengua internacional esperanto y fue miembro de la Unión Internacional de Esperantistas Católicos (IKUE), así como activista en favor de la lengua frisia, miembro de varias instituciones de ese ámbito y autor de un manual de la lengua.
Había colaborado en la elaboración de una carta pastoral, que se leyó en todas las parroquias, por la que los obispos holandeses condenaban oficialmente las medidas antisemitas nazis y las primeras deportaciones de judíos. Tras la carta, en la que se afirmaba que el nazismo era incompatible per se con el catolicismo, los nazis deportaron a los primeros 3.000 judíos procedentes de los Países Bajos, todos ellos convertidos al catolicismo.
El Padre Tito Brandsma fue detenido por la Gestapo el 19 de enero de 1942, cuando trataba de persuadir a los periódicos católicos holandeses para que no incluyesen propaganda nazi en sus ediciones, contraviniendo de este modo la ley nazi para los territorios ocupados, y encerrado en la celda 577 de la tristemente célebre prisión de Oranjehotel, donde se encarcelaba a los combatientes de la resistencia. Allí pasó siete semanas de terrible soledad. Sin embargo, para conservar su libertad interior a pesar del aislamiento, se trazó un plan diario de trabajo. Escribió versos, comenzó una biografía de Santa Teresa de Ávila, redactó un Vía Crucis y escribió dos pequeñas obras: Mi celda y Cartas desde la cárcel.
El 12 de marzo de 1942 es trasladado a la prisión de Amersfoort y destinado a trabajar en los aserraderos, un trabajo agotador para los prisioneros, mal alimentados e insuficientemente equipados; una horrible tortura, según todos los testimonios. Allí, el Padre Tito permanece sin preocuparse demasiado por su propio sufrimiento y desde su fortaleza interior inviolable, ejerce la caridad especialmente para con un prisionero enfermo, Jan Hoffmann. Según cuentan sus compañeros, Brandsma estaba abierto a todos: “Ejercía su ministerio desde un mundo de serenidad interior. Era impresionante en virtud de su inviolabilidad espiritual”.
A todos los sacerdotes presos les estaba terminantemente prohibido en la prisión, bajo pena de duros castigos, realizar cualquier acción de tipo espiritual, pero para Tito eso no era un obstáculo. Los demás prisioneros le buscaban día y noche para encontrar a su lado consuelo y recibir su bendición. Sigilosamente les dibujaba la cruz en las manos, oía sus confesiones y asistía a los enfermos y moribundos. Y durante la Semana Santa se reúne con varios presos a meditar sobre la Pasión de Cristo. El Viernes Santo, con el pretexto de dar una conferencia sobre la historia literaria holandesa, pronunció una meditación sobre el sentido religioso de la mística del sufrimiento.
El 6 de mayo de 1942 el Padre Tito fue trasladado a Dachau, pasando por la prisión de Kleve y el 13 de junio, después de haber sido prisionero en Scheveningen, Amersfoort y Cléveris, junto a la mayoría de los prisioneros cristianos detenidos por los nazis, fue conducido el 16 de junio a Dachau. El 26 de julio de 1942, entregó su rosario a la enfermera que le administró la inyección letal que le produjo la muerte ese día. Años después, esta enfermera, arrepentida, declaró en el proceso de canonización del sacerdote. También un pastor protestante recluido junto a Brandsma en Dachau, y que logró salvar su vida, afirmó en su proceso de beatificación que “aquel hombre estuvo tocado por la gracia de Dios y espero encontrarme con él algún día en el cielo”.
Nuestro personaje mantuvo asimismo una relación de amistad con el religioso Rafael Tijhuis, un carmelita de la comunidad de Maguncia, que después de la guerra escribió un relato de sus experiencias. En los últimos días, cuando su muerte era una certeza, fue atendido por Tazia, a la entregó un rosario, y ella relató: “Cada vez que entraba en la enfermería había un grupo de enfermos, todos encorvados y doblados por la fatiga y el dolor, de pie alrededor de la cama de Tito. Con una muerte solitaria frente a ellos, buscaban un último momento de consuelo en la compañía de los demás. Los encontraron especialmente junto a la cama de Tito. Había en él algo que daba confianza a la gente”.
Además de católicos, entre sus compañeros de prisión, había personas de otras confesiones religiosas y también agnósticos y ateos. Pasados los años, varios de ellos dejaron testimonios de enorme admiración por él. Ante las quejas de los malos tratos, Tito apremiaba a los demás prisioneros a sobreponerse al odio y a rezar por sus verdugos:
— Reza por ellos — les decía una y otra vez.
— Sí, padre, le contestaban, pero eso… es ¡¡tan difícil..!!
Con mucha comprensión y un poco de humor respondía Tito:
No te preocupes, no tienes que hacerlo durante todo el día… También ellos son hijos del buen Dios y quién sabe si algo queda en ellos…

El carmelita holandés Titus Brandsma como Rector Magnífico de la Universidad Católica de Nijmegen, 1932.
El domingo de Pascua comenzaron las ejecuciones de setenta y seis miembros del movimiento clandestino de Holanda. Durante más de una hora Tito y sus compañeros tuvieron que contemplar el fusilamiento masivo de sus compañeros. Brandsma rezaba por ellos y se los hacía comprender por señas, cruzando las manos y mirando al cielo.
El Padre Tito Brandsma fue terriblemente azotado una y otra vez. No se le permitían descansos para reponerse de su debilidad. Aparte de su uremia incurable, se le infectó un pie por el uso continuo de sandalias de madera. En ocasiones, al terminar el día, sus compañeros tenían que llevarle hasta la barraca. Víctima de la furia del odio, supo, sin embargo, amar a todos. Un sacerdote que le ayudaba con frecuencia, recuerda:
A pesar de todo conservaba ánimo y en medio de todas aquellas miserias que nos rodeaban por todas partes, nos llenaba el corazón de alegría.
Otro preso comentaba:
—Irradiaba siempre un ánimo apacible y sereno.
Y recuerda que el Padre Tito animaba incansablemente a los compañe¬ros de prisión:
No hay que caer en el odio. Tengamos paciencia. Estamos en un túnel oscuro, pero hay que continuar caminando, al final la luz eterna nos rodeará.
En este tiempo, Brandsma recibe un trabajo más moderado, pero estaba tan débil que fue llevado a una barraca para enfermos. Se cuenta que su cuerpo ya moribundo, acosta¬do sobre un saco de paja, fue utilizado para infames experimentos bioquímicos que practicaban médicos nazis. Se le oía decir: “Señor, que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Después, era tal su estado que perdió el conocimiento. Una enfermera le aplicó entonces una inyección de ácido fénico que acabó con su vida. Eran las dos de la tarde del 26 de julio de 1942.
El cuerpo de Tito fue incinerado y las cenizas arrojadas a la fosa común. Más tarde, la enfermera que le suministró el inyectable declaró que siempre recordaría la mirada de este sacerdote y lo que ello significaba:
—Creo que tenía compasión de mí, afirmó.
Después se supo que ella se convirtió al catolicismo.
Bibliografía
Lista de los 10 nuevos santos proclamados por el papa. Consultado el 15 de mayo de 2022.
Javier Alcalde, “Kontraŭnazia katolika agado”. Militrakonto (en esperanto). Consultado el 24 de mayo de 2022.
“La historia de Tito Brandsma, sacerdote asesinado en campo de concentración nazi…”. COPE. 24 de febrero de 2022. Consultado el 10 de enero de 2024.
“Tito Brandsma, Beato”. Catholic.net. Consultado el 11 de enero de 2024.
Juan Luis Vázquez Díaz-Mayordomo, “27 de julio: San Tito Brandsma, el mártir que combatió las fake news de los nazis”. Alfa y Omega (1.364) (Madrid). p. 19. Consultado el 27 de julio de 2024.

En Dachau fue asesinado con una inyección de ácido fénico. Eran las dos de la tarde del 26 de julio de 1942. Monasterio Carmelita de la Santa Sangre (Memorial de Dachau).















