En la ciudad de Santiago de León, provincia de Caracas, a quince dias del mes de junyo de mil y quinientos e noventa e quatro años, se juntaron en cabildo… desta çiudad… [y] se acordó e mandó lo siguiente: …que se tomase un santo por abogado para la plaga del gusano que destruye las sementeras, y éste que fuese el que saliese en suertes… se echaron las dichas suertes y salio por ellas el bienaventurado San Jorje; y asi en este cabildo, unánimes y conformes… tomaron al dicho bienaventurado San Jorje por abogado de la dicha plaga… para que, mediante su yntersesión, Dios nuestro señor sea serbido de libranos… del dicho gusano… y de haserle en la Yglesia Mayor… una capilla a donde este el dicho santo y… un altar en la dicha Yglesia…

Escogido el santo, se decreta realizar una procesión desde la iglesia mayor hasta la capilla de san Sebastián y san Mauricio, construida veinte años antes, cuando estos santos fueron nombrados abogados para eliminar la plaga de la langosta.

Igualmente, el ayuntamiento caraqueño, rechazando la injerencia del gobernador y del prelado, decide que san Jorge reciba una limosna, y sea celebrado anualmente en capilla con su nombre. Debe haber sido un santo muy efectivo, ya que de la plaga no se escucha en los años siguientes, la limosna se olvida, y su capilla desaparece.

Con mucho orgullo tengo como nombre Jorge, decisión de mi madre en honor a Jorge Castro (papá Jorge), panadero y socialista, pilar de su comunidad en Santa Barbara del Zulia, quién, junto a su esposa Anselma (mamá Anselma), la ayudaron y apoyaron cuando joven. Desde niño, siempre he sentido una ligera afinidad por san Jorge y el dragón (¡no por creencia, sino por simpatía!). De hecho, aquí en mi oficina, justo frente a mi computadora tengo una fotografía con la firma de Salvador Dalí (1904-1989), en la que veo diariamente a su escultura San Jorge y el dragón. Dalí los dibujaría y pintaría múltiples veces, pero esta escultura es muy simbólica. Además de presentar analogías con la pintura realizada por Rafael Sanzio (1483-1520) en 1505, admirado y estudiado por el catalán en el Louvre, nos muestra a un aguerrido caballero, triunfando sobre el mal, infligiendo con su lanza, la herida mortal que ajusticiará al dragón, liberando a la damisela cautiva.

Una leyenda originada en el siglo IV nos habla de Jorge, hijo de Geroncio y Policromía, nacido en la región de Capadocia, en la Turquía actual, parte del imperio romano en aquel entonces. Jorge y su madre viajaron a Lydda, la actual Lod, en Israel, localizada a unos 15 kilómetros al sureste de Tel Aviv, para residenciarse. Recuerdo que, en 1993, por pura casualidad, salimos de Shefayim, donde estábamos alojados, hacia Rehovot, luego de viajar hacia el este de Tel Aviv a ver unos invernaderos, para dirigirnos al sur vía Ramla. Fue así como pasamos cerca de la antigua ciudad de Lod, conocida como la ciudad del martirio de san Jorge. La iglesia que lleva su nombre está conectada a la mezquita de Al-Khir, construidas en un complejo de origen bizantino. Dentro de la iglesia se encuentra una cripta con un sarcófago, donde dicen fue enterrado este mártir cristiano.

Pero volvamos a la historia, Policromía, ya en Lydda, crió y educó a su hijo en las tradiciones cristianas. A su mayoría de edad, el joven se enlistó en el ejército. Su carisma y dedicación le permitieron ascender rangos y, antes de llegar a sus 30 años, ya era tribuno. Eventualmente sería destinado a Nicomedia, capital de Bitinia, conocida hoy como Izmet, en Turquía. Allí fungiría como guardia personal del emperador Diocleciano (242/245-311/312).

En el año 303, el emperador ordenó el asedio y la persecución de la comunidad cristiana, en auge en todo el imperio. Este acto es recordado como «la gran persecución». Jorge, soldado, debía cumplir tales órdenes, pero siendo cristiano confeso, se rehusó a participar. El emperador lo conminó a apostatar a su religión, al negarse, fue sometido, torturado y eventualmente ejecutado. Decapitado frente a las murallas de Nicomedia, su cuerpo fue enviado a Lydda para ser enterrado.

Esta ciudad sería escenario de numerosas revueltas, sería rebautizada Diospolis, para finalmente terminar llamándose Lod. La veneración a Jorge como mártir comenzaría temprano, luego de su traslado y entierro, se le construiría una por orden de Constantino I (272-337). El papa Gelasio I (??-496), canoniza a Jorge. La ciudad se convierte en centro de culto y peregrinaje.

Su iglesia es destruida en 1010, pero los cruzados la reconstruyen, para ser destruida de nuevo por Saladino (1137-1193), y vuelta a reconstruir, en su sitio actual, en 1872.

Una vez canonizado, diversas historias y leyendas sobre su vida y milagros comienzan a difundirse. Es así como en el siglo IX aparece quizás la más curiosa de las leyendas hasta el momento, probable origen de los cuentos occidentales sobre hadas y dragones. Jorge, a caballo, con lanza en ristre, elimina a un malvado dragón, liberando así a una damisela. Esta leyenda se relata de diversas formas, en numerosas regiones del mundo, y contiene detalles que varían según las tradiciones de cada lugar donde se venera al santo.

Ya en el siglo XII, la leyenda se ha extendido por el norte de África, parte de Asia, y toda Europa. Jacopo della Vorágine (~1230-1298), obispo de Génova, escribe el libro Legenda Sanctorum, donde narra fábulas sobre diversos santos, destacando la de San Jorge.

El tribuno Jorge, del linaje de los capadocios… llegó… a una ciudad llamada Silena. Al lado de esta ciudad había un estanque… en el que se ocultaba un dragón… que a menudo ponía en fuga al pueblo… con su aliento los destruía a todos. …los ciudadanos le entregaban dos ovejas cada día para calmar su furor…

Cuando… faltaban ovejas… se proclamó… [que]… tributarían una oveja… [y un]… hombre. …en cierta ocasión, la única hija del rey fue elegida…

…San Jorge, que casualmente pasaba por allí, la vio llorando, le preguntó qué le pasaba… [Ella]… le expuso todo…. Mientras hablaban… el dragón se acercaba… Jorge, subiéndose al caballo y protegiéndose con la señal de la Cruz, cargó audazmente contra el dragón… y blandiendo fuertemente la lanza y encomendándose a Dios, lo hirió gravemente…

En viaje reciente con mi esposa, mientras desayunábamos, a pocas horas de haber llegado a Barcelona, España, conversamos con uno de los residentes quien nos comentó que san Jorge (en catalán, Sant Jordi) es el patrono de la ciudad y toda Cataluña. Recordé, que años atrás cuando visité a Barcelona por vez primera, vi, en sitio prominente de la Catedral, una estatua de san Jorge, uniformado a manera de los cruzados, en actitud de contrición y rezo. Detrás yace el dragón.

Su leyenda es aquí ubicada en el pueblo de Montblanc, cerca de Tarragona. En esta leyenda, una vez san Jorge clava su lanza en el dragón, de la sangre emanada surge un rosal de rosas rojas, que el caballero obsequia a la princesa rescatada. Me comentaba el nuevo amigo, que cada 23 de abril, día de san Jorge, en Cataluña, los hombres le regalan una rosa a la mujer amada. Estas, agradecen el regalo obsequiando un libro.

Caminando por la ciudad, nos percatamos que en numerosos edificios hay recordatorios alegóricos a la leyenda. Según los conocedores, hay entre 400 y 500 dragones, la mayoría con san Jorge, distribuidos por toda Barcelona. Entre los mas curiosos están aquellos creados por el diseñador y arquitecto catalán, Antoni Gaudí (1852-1926).

Gaudí, de revolucionarias, ecológicas y emblemáticas ideas arquitectónicas, de fértil imaginación, era muy devoto de la religión católica, pero también de la tradición catalana. Según he leído, sentía singular preferencia por la leyenda de san Jorge. Esta, la expone en la Casa Batlló, maravilla arquitectónica reconocida como obra maestra del modernismo, término que disgustaría a Gaudí, por estar asociado

…con la herejía modernista, condenada por las autoridades eclesiásticas como progresismo dogmático e imposible de conciliar con la doctrina oficial de la iglesia católica…

En la Casa Batlló interpreta la leyenda de san Jorge y el dragón, según la descripción que escuchamos de boca de un guía. Allí, Gaudí se expresa con total libertad, y curiosamente, acepta valores e ideas que, sin duda, lo conectan con la escuela modernista. El techo muestra la cabeza y parte del cuerpo del vencido dragón, sus escamas son las cerámicas de varios colores. La espina dorsal del animal es claramente discernible. Escamas, como bolas, también de múltiples colores, rematan «el espinazo». Con los cambios diarios de luz, el techado asume un espectacular aspecto tornasol.

A un lado del dorso del dragón, vemos una cruz de cuatro brazos, la empuñadura de la espada hendida en el animal. En el filo de la espada se distinguen los anagramas de José, María y Jesús, alusión al triunfo del bien sobre el mal.

En la fachada notamos numerosas columnas de formas óseas (los locales la llaman «la casa de los huesos»). Las barandas de los balcones semejan máscaras, como calaveras. Son los restos de los desdichados engullidos por el dragón, antes de ser diezmado por san Jorge. En la región superior de la fachada, bajo una de las ondulaciones del techo, vemos un pequeño balcón, distinto a los demás. Es una rosa, con sus pétalos cerrados, aquella que brotó de la sangre del dragón.

De regreso a Madrid, coincidimos en el tren con una joven de Zaragoza. Hablamos de varias cosas y por supuesto que Gaudí, la casa Batlló y san Jorge salieron a relucir. Nos comentó, que el santo era celebrado desde mucho antes en Aragón. Su día, es también el Día Internacional del Libro, celebrado con júbilo en todo Aragón. Allá, comenzó la devoción en el siglo XII, mientras que, en Cataluña [aunque algunos nobles catalanes lo veneraban desde el siglo XI, cuando el monarca aragonés Juan II (1398-1479) decretara que san Jorge (Sant Jordi) fuera el patrón de esa región], la devoción popular al santo apenas comienza con la Renaixença o catalanismo, a fines del siglo XIX.

En la leyenda aragonesa es un caballero cristiano, quien se unió a las tropas del rey Pedro I (1068-1104), ayudándolas a vencer a las musulmanas en la Batalla de Alcoraz, liberando a Huesca. Jaime I (1208-1276) «usaría» a san Jorge y otros caballeros celestiales, para conquistar a Valencia. Pedro IV (1319-1387) al marchar hacia Castilla, ordenaría a sus soldados portar la insignia de san Jorge. En la Basílica del Pilar, en Zaragoza, el genial pintor aragonés Francisco de Goya y Lucientes (1746-1828) plasmó la efigie de san Jorge en la cúpula dedicada a María, Reina de los Mártires.

San Jorge es patrono de varias ciudades y países, de caballerías y ejércitos, de varias profesiones (agricultores, escultistas, montañistas, soldados, herreros, arqueros, gente de circo), es el protector de los animales domésticos.

La leyenda, en sus múltiples variaciones, así como las imagenes de san Jorge y el dragón, representados en numerosas épocas, por extraordinarios artistas, sin duda nos recuerdan y hacen ver el dualismo entre fuerzas fundamentalmente opuestas pero interconectadas y complementarias, tales como la vida y la muerte, el bien y el mal.

Notas

Concejo Municipal del Distrito Federal (1943). Actas del Cabildo de Caracas: 1573-1600. Tomo I. Caracas: Editorial Elite. 565 pp.
Fernández Yépez, F. (1978). Contribución a la historia de la entomología en Venezuela. Revista de la Facultad de Agronomía. Alcance 26: 11-27.
González, J. M. (2005). Los Insectos En Venezuela. Caracas: Fundación Bigott. 149 pp.
Rojas, A. (1999). Crónica de Caracas. Caracas: Editorial CEC, S.A. 207 pp.
Tomlinson, J. A. (2020). Goya. A portrait of the artist. Princeton: Princeton University Press. 388 pp.
Van Hensbergen, G. (2001). Gaudí, a biography. Nueva York: Harper Collins Publishers. 322 pp.
Vorágine, J. (1246). Llegenda àuria. Història de Sant Jordi en Llatí i traducción catalana.