De acuerdo con Eric Hobsbawm (2000) en su libro Naciones y nacionalismos desde 1780: Programa, mito y realidad, el modelo de Estado Nación se originó en Europa entre los siglos XVII y XVIII como consecuencia de una serie de procesos históricos y políticos. Fueron resultado de la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas, dando origen a la consolidación de Estados centralizados y un proceso de homogeneización cultural y de elementos lingüísticos de las poblaciones de Europa.

El mismo Hobsbawm argumenta que otros elementos que favorecieron al impulso del modelo de Estado nación fueron la Revolución Industrial y la expansión del capitalismo, debido a que las fuerzas económicas generaron una demanda de unificación de los mercados y una centralidad en cuanto a la infraestructura estatal.

De acuerdo con Benedict Anderson (2021) en su libro Comunidades imaginadas. Reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo, la Ilustración y las ideas del contrato social de Rousseau fueron fundamentales en el surgimiento del Estado nación. Los principios de la Ilustración se basaban en la defensa de la razón y la ciencia para organizarse política y socialmente, cuestionando la jerarquía y los gobiernos totalitarios al plantearse que la soberanía era del pueblo y se legitimaba a través del «contrato social» entre las personas y su Estado.

De esa manera, según el propio Anderson, el Estado nación sería el garante de la soberanía y de la unidad nacional (uniendo a todos los grupos que la compongan), construyendo un imaginario en donde todos los ciudadanos se sientan parte de una misma nación como un constructo social.

Sin embargo, el modelo de Estado nación ha sido fuertemente criticado por diferentes razones, por ejemplo, la exclusión de minorías étnicas y culturales. Un ejemplo de esto fue el apartheid en Sudáfrica donde se discriminó a negros africanos, indios y mestizos en un esquema de segregación de favorecimiento a la minoría blanca de los Afrikáners.

En su libro, el activista y escritos sudafricano Steve Biko (1978) mencionó que la política del apartheid era una filosofía subyacente a todo el sistema de gobierno sudafricano negando los derechos humanos fundamentales de la mayoría negra africana. Por razones como esta es que el filósofo Michel Foucault señalaba que el Estado nación había sido utilizado como una herramienta de exclusión y marginación de minorías étnicas y culturales, reforzando las relaciones de poder en una sociedad con el Estado como garante de ese poder.

Otros aspectos ante los cuales el modelo de Estado Nación tiene debilidades se pueden explicar de la siguiente manera:

  • Las limitaciones en el modelo democrático cuando existe una obsesión del gobierno de centralizar la «unidad nacional» y la estabilidad arriesgando las libertades individuales.

  • La falta de adaptación al modelo global ante el cual se enfatiza en la soberanía y la separación entre Estados por medio de las fronteras, las cuales son más difusas en los nuevos esquemas postmodernos de protección de las «identidades» impulsadas por el modelo estatocéntrico.

  • Desigualdades económicas que generan conflictos internos al no garantizar el desarrollo social equitativo, sino que se dan discriminaciones contra minorías y grupos que no se sienten representados por el gobierno.

  • Las crisis de legitimidad donde las bases históricas del Estado nación no son sólidas y pueden generar diferencias significativas en la identidad y los valores en distintas regiones del país o los grupos étnicos que lo componen ante lo cual se generan choques, divisiones, tensiones y eventualmente una ruptura en el orden necesario.

Mencionado lo anterior, se pueden plantear tres casos de «fracaso» en cuanto al modelo de Estado nación que no ha resuelto el establecimiento de un proceso de autodeterminación y ni siquiera de autonomía. En este punto se menciona la situación del Tíbet, los palestinos y la población kurda.

En el caso del Tíbet, el autor Warren Smith (2013) examinó la relación entre el gobierno de China y la región tibetana y cómo la noción de un Estado nación chino ha socavado la identidad y la fortaleza de la nación tibetana. Beijing ha implementado un proceso de asimilación cultural y de supresión de los valores identitarios del pueblo tibetano, incluyendo su religión, utilizando todas las herramientas del poder para imponer sus condiciones.

Por su parte, el antropólogo Melvyn Goldstein señala que la anexión china sobre los territorios tibetanos se ha transformado en una herramienta de represión cultural y religiosa, así como una violación sistemática a los derechos humanos. Es decir que, para el caso de Tíbet, la noción de Estado nación ha sido perjudicial al anteponer el gobierno central de Beijing un solo modelo para todos los territorios que consideran como históricos.

En cuanto a la situación palestina, de acuerdo con el historiador y escritor estadounidense de origen palestino-libanés en su libro Identidad palestina, Rashidi Khalidi (1997), argumenta que el origen de la identidad palestina tiene su génesis durante la segunda mitad del siglo XIX, sin embargo, desde su opinión, empezó a consolidarse a partir de la Primera Guerra Mundial con la separación de Palestina de la Gran Siria, sosteniendo además que el clérigo islámico Muhammad Amin al-Husayni fue uno de sus gestores.

Por su parte, Nadia Al Qattan (2005) en su libro sobre la identidad palestina en Jordania e Israel se centra en que el trabajo del fortalecimiento de la identidad palestina se da en función de la lucha por su autodeterminación y derechos después de la independencia de Israel y la imposibilidad de gestarse un Estado palestino debido al conflicto árabe-israelí desde 1948.

Aun así, en cuanto al modelo de Estado nación se podría mencionar el fracaso en el tema palestino debido a los factores políticos a los que fueron sometidos con el proceso de división del territorio y la falta de voluntad política, incluso de los propios árabes, para lograr impulsar los elementos básicos para el establecimiento de este Estado.

Se suma a lo anterior la falta de un gobierno de unidad y la cohesión dentro del movimiento nacional palestino, lo cual ha debilitado su capacidad para lograr la independencia generando una lucha de poder y la influencia dentro del movimiento palestino y ha dificultado la creación de un frente unido para la lucha por la independencia.

De igual manera, la dependencia palestina al soporte de la ayuda extranjera y la imposibilidad de desarrollar una economía palestina sostenible con opciones de atraer inversión extranjera limitan los elementos hacia su estatidad y la capacidad para que tengan un Estado nación (World Bank, 2014).

A lo anterior se suman los temas políticos palestinos, como la continua fragmentación territorial y la construcción de asentamientos israelíes en zonas en disputa que contribuyen a debilitar lo necesario para la construcción de un desarrollo económico y social adecuados (Naciones Unidas, 2020).

En el último ejemplo, en cuanto al fracaso del modelo de Estado nación kurdo, este se debe principalmente a la negación al reconocimiento de la identidad kurda por parte de los Estados nacionales en la región de Oriente Medio. De acuerdo con el profesor e historiador David McDowell (2013), la historia de los kurdos está remontada a la región de la antigua Mesopotamia, y su lengua, el kurdo, es una lengua indoeuropea que tiene raíces en la misma rama de la que provienen el persa y el sánscrito.

Uno de los primeros movimientos políticos de la minoría kurda fue el de la Sociedad Patriótica Kurda, fundada en 1880 (Meléndez de la Mata, s.f.). Esta organización buscaba la unificación de los pueblos kurdos y la creación de un Estado independiente sin lograrlo. Luego, en 1920, un nuevo intento de establecer un Estado kurdo se realizó por medio del tratado de Sèvres que buscaba dividir el Imperio Otomano sin lograr nada en concreto que les favoreciera.

Con el Tratado de Lausane de 1923 se dejó por fuera cualquier reivindicación de autonomía kurda y, según Hamit Bozarslan (2008) en su libro Una historia de los kurdos en Turquía: la política de identidad y resistencia, Turquía ha impulsado un proceso de asimilación forzada por ejemplo, durante la década de los años 30 del siglo XX, el gobierno turco impulsó la prohibición del idioma kurdo, el uso del turco de manera obligatoria; es decir, una propuesta de homogeneización de la identidad turca aplicada a todos los grupos que componen al Estado, lo mencionado anteriormente como uno de los fracasos del modelo Estado nación.

En países como Siria e Irak, los kurdos han vivido políticas discriminatorias y represiones que han llevado incluso a masacres para evitar su proceso de autodeterminación. En 1962, el gobierno de Siria prohibió el uso de la lengua kurda en lugares públicos y en la educación para fortalecer la homogeneidad del árabe. La prohibición continuó hasta el año 1990.

Durante la década de los 80 el gobierno sirio lanzó una campaña de represión contra los kurdos llevando a la detención y ataque a aldeas kurdas del Rojava. Incluso, en ese mismo período se revocó la ciudadanía de al menos 200 mil kurdos sirios, convirtiéndolos en apátridas y privándoles de derechos como la atención médica (Middle East Report, 1987).

En el caso iraquí se dieron ataques e incluso masacres contra la población kurda de este territorio como los casos de la Masacre de Barzan en 1983, con al menos trescientos muertos; la Masacre de Halabja de 1988, que cobró la vida de cinco mil almas kurdas; la Operación Anfal de 1988, que habría cobrado la vida entre cincuenta mil y cien mil kurdos según distintas fuentes, principalmente durante el gobierno de Sadam Hussein.

En la actualidad, los kurdos de Irak viven en una mejor condición con una relativa autonomía respaldada por la ley, sin que esto signifique que puedan lograr un Estado. Sin embargo, aprovechando el vacío de poder generado por los ataques del Estado Islámico contra Siria e Irak, se impulsaron procesos de mayor independencia que no obtuvieron mayores réditos debido a las presiones por parte de Turquía y la falta de interés de la Comunidad Internacional de impulsar un proceso de estatidad kurdo, que incluso se pudo haber conseguido cuando se propuso un referendo independentista en 2017 (Acuña, 2017).

Es así como en los ejemplos planteados, se demuestra que no en todos los casos el modelo de Estado nación es efectivo para crear las condiciones para algunos colectivos en su impulso en independencia o mayor autonomía. Debido a esto, se han planteado propuestas alternativas que cubran esa falta de resolución, uno de estos es el denominado Confederalismo Democrático kurdo propuesto por Abdullah Öcalan (2005); quien dicho sea de paso está encarcelado de manera solitaria en la prisión de alta seguridad de İmrali, una isla ubicada en el Mar de Mármara, al sur de Estambul (Turquía), acusado de alta traición y terrorismo (HRW, 2020).

Este es un modelo político y social basado en la democracia directa, la igualdad de género (con el feminismo como eje transversal), la pluralidad cultural y la autonomía local. Busca el establecimiento de una sociedad democrática y justa, en la que las comunidades locales a través de la descentralización tengan un papel activo en la toma de decisiones y en la gestión de sus propios asuntos. Se fomenta la pluralidad cultural y la coexistencia pacífica de diferentes grupos étnicos y religiosos en la región.

Ha sido implementado con cierto éxito en la región de Rojava en el norte de Siria, donde los kurdos han establecido una administración autónoma basada en el Confederalismo Democrático Kurdo. Pese a los desafíos y obstáculos, la iniciativa ha logrado construir una sociedad más democrática e inclusiva en la región, sin que esto signifique que tengan posibilidades de autodeterminación.

El modelo también busca la promoción de la justicia social y económica, así como el desarrollo sostenible a través de la gestión local de los recursos naturales y la inversión en proyectos comunitarios (Brown, 2018). Incluso se promueve la autosuficiencia y el desarrollo económico local.

Es importante destacar que para que este pueda tener una adecuada implementación en diferentes conflictos a nivel internacional, esto dependerá de las circunstancias específicas de cada país o región, y requerirá la cooperación y el compromiso de todas las partes interesadas, incluyendo la labor de las Naciones Unidas (ONU) quienes promueven la idea de que los Estados deben ser inclusivos y representativos de todas las comunidades, y trabajar para garantizar la igualdad de derechos y oportunidades para todos.

En este aspecto, la ONU desempeñaría el papel de fomento al diálogo y la cooperación entre las partes interesadas, apoyando la implementación de soluciones democráticas y pacíficas a los conflictos étnicos y culturales en todo el mundo, sin embargo, mucha de la labor para que sea efectiva depende de los Estados que contienen a las diferentes poblaciones que buscan tener mayores libertades.

Se debe contemplar que el modelo no está planteado para la conformación de nuevos Estados nación independientes sino la posibilidad de mayores libertades, autodeterminación y desarrollo de los grupos sociales minoritarios que se sienten discriminados, por lo que para los intereses de algunos actores del sistema internacional puede que no sea lo suficientemente atractivo, aunque podría ser una respuesta ante la inactividad sobre la posibilidad de resolución de algunos conflictos a nivel internacional.

Notas

Acuña, B. (2017). Una nueva pieza en el tablero. Meer.
Anderson, B. (2021). Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. Fondo de cultura económica.
Biko, B. (1978). I Write What I Like: Selected Writings. 1971-1977. Heinemann.
Bozarslan, H. (2008). A History of Kurds in Turkey: The Politics of Identity and Resistance. Pluto Press.
Brown, F. (2018). Dilemmas of Stabilization Assistance: The Case of Syria. Carnegie Endowment for International Peace.
Eric, H. (2000). Naciones y nacionalismo desde 1780. Crítica, Barcelona.
Foucault, M. (2010). The Birth of Biopolitics: Lectures at the Collège de France, 1978-1979. Picador.
Human Rights Watch. (2020). Ocalan Trial Monitor.
Khalidi, R. (1997). Palestinian Identity: The Construction of Modern National Consciousness. Columbia University Press.
Meléndez de la Mata, F. (s. f.) La autodeterminación del pueblo kurdo de acuerdo con el Derecho Internacional (Self-determination of Kurdish people according to International Law).
Middle East Report. (1987). Syria's Kurds: A Struggle Within a Struggle. JStor.
Öcalan, A. (2012). Confederalismo democrático. International Initiative.
Rudaw. (2018). Syria bans teaching Kurdish language in private schools.
Smith, W. D. (2013). Tibetan nation: A history of Tibetan nationalism and Sino-Tibetan relations. Rowman & Littlefield Publishers.
United Nations. (2020). The Israeli Settlements in the Occupied Palestinian Territory.
World Bank. (2014). Building the Palestinian state: Capacity and performance challenges. Washington, DC: World Bank Group.