Por lo visto, este año será de aniversarios para un servidor de ustedes como articulista. El segundo es este, X cumpleaños como «tecleador» en la nueva etapa; nueva porque la primera (como se lee en mi perfil —antes de la galería de imágenes del texto—, fue cuando contaba 12 años). El próximo artículo contendrá fragmentos de los escritos en esos 10 años.

La nueva etapa se abrió gracias al escritor mexicano Fernando N. Acevedo quien me invitó a colaborar en la revista del mismo país Bicaalú. Aún hoy se ilumina mi alma al recordar la impresión que sentí cuando la también escritora mexicana Ana Laura Pazos, me escribió: «será publicado». Fue el número de abril de 2013.

De manera que:

A Fer, por supuesto. Con total gratitud.

Palabras que pronunciamos mal

Le invito a jugar un divertido entretenimiento mientras soporta largos parlamentos en la radio o la televisión en espera de su programa u horario favoritos. Se trata de descubrir quiénes de los personajes que aparecen dicen barbarismos, palabras incorrectas. Tengo ya una buena lista de quienes incurren en eso y cuál es la palabra que no se saben. Omito al pecador y solo menciono el pecado.

Una vez que usted los detecte, además de reír pues es el premio del juego, dará la razón a lo que se dijo aquí en la entrega del mes pasado: que uno se forma un juicio de la persona por cómo diga las palabras, por su uso del lenguaje. O bien: como hablas así o asá ya no te sintonizo.

Así, escuchamos «Chapas» en vez de Chiapas; «diciocho» por dieciocho; «Idelfonso» en Ildefonso; «monstros» en vez de monstruos; «ahúja», siendo que es aguja; «forzo», cuando que es fuerzo; una muy lamentable: «apeído», en vez de apellido; una muy común, «areopuerto» que debe leerse aeropuerto; «lapéndice» (más otras variantes peores, como «lapendis») en vez de el apéndice… Duele, ¿verdad?

Palabras que pronunciamos y escribimos mal

Es penalti (pronunciado «penálti»)

Debe escribirse «penalti», pronunciado «penálti», en vez de pronunciar «pénalti» que sería apegándose a la pronunciación en inglés; así como escribirse esta palabra castellanizada, es decir, con terminación en «i».

Eso destierra otras formas de decirlo, como «penal» o «pénalti».

Ideas que colectivamente entendemos mal

Vox populi, sí; pero vox Dei

Se nos ha acostumbrado a que la frase vox populi, quiere decir que un hecho ha llegado a ser, y es, de dominio público. Por ejemplo «los amores de Pedro con Alejandra son vox populi», «los embolsos —que no ‘reembolsos’— del administrador son vox populi»; o bien son ideas en que mucha gente, grupos, pueblos coinciden: «vacunarse es peor que quedarse así… ya es vox populi», «las vacunas son nuestra única defensa: no hagas caso a los médicos, hazlo porque es vox populi».

Pues he aquí que está mal entender así este proverbio, como comúnmente se emplea se le está truncando. El proverbio completo es vox populi, vox Dei, «la voz del pueblo es la voz de Dios».

Pero la cosa se complica pues, ojo, hay un recurso en los juicios legales que es falso: el argumento pro populum, cuando se quiere hacer valer un alegato porque el pueblo lo dice siendo que no tiene validez, pues no es razón suficiente el dicho de un gran número de personas; ellas pueden coincidir, sí, pero también en una idea errónea. Lo cual ha sido peligrosísimo en la historia pues una creencia común ha llevado, por ejemplo, al suicidio colectivo.

Así que en resumidas cuentas lo de vox populi es apenas parte de un proverbio que tiene un sentido diverso al corriente; la voz mayoritaria del pueblo puede ser un reflejo de la voz de Dios, cuando el pueblo se muestra sabio, o puede ser un gran error masivo, concretándose en extremos históricos gravísimos.

Para terminar

Concluyo de una manera que he de repetir en tantos artículos sobre nuestro idioma y sus incorrecciones como me sea dado escribir: recuerde que, con su lenguaje, ya sea oral, ya sea escrito, los demás se forman una imagen de usted; más aún, para algunos el lenguaje será lo único que cuente de usted, su valor estará dado por sus palabras. ¿Es eso válido?, ¿es ético? No lo sé, en parte no, pero ocurre.

Obituario

Ignacio López Tarso

El primer actor mexicano Ignacio López Tarso no alcanzó a ver la aurora de su segundo siglo de vida: murió a los 98 años; en marzo de 2023.

No obstante que filmó todo lo filmable y actuó todo lo actuable en una carrera extensísima como su vida, la caracterización que lo hizo inmortal fue muy en sus inicios: Macario de Roberto Gavaldón; basada en el escritor germano-mexicano B. Traven, con un guion del autor mexicano Emilio Carballido.

López Tarso debía a la iglesia al menos 2 aspectos de su rica personalidad: el nombre y la dicción. El nombre, porque Tarso lo tomó del apóstol-teólogo san Pablo, antes Saulo de Tarso. La dicción, debido a que atribuía la educación de su voz a las directrices que le daban los sacerdotes formadores en el seminario donde estuvo —pues él fue lector de aquellos textos ad hoc que tenían lugar cuando los seminaristas tomaban los alimentos en el comedor sin hablar entre sí, permitiéndose tan solo que se escuchara, en este caso, a Ignacio.1

Escuchémoslo entonces, leyendo Nocturno a mi madre, del poeta mexicano Carlos Pellicer.

Kenzaburō Ōe

Premio Nobel de Literatura en 1994, el escritor japonés Kenzaburō Ōe murió en este marzo de 2023.

En una estancia académica que tuvo en México le ocurrió una experiencia literaria… en una cantina. Se acercó a su mesa un hombre. Platicaron. El tema convenido fue la literatura. Oe dijo que entre sus lecturas memorables estaba Pedro Páramo, a la que calificó como la mejor narración existente. Su acompañante (ya imagino que con el desentendimiento que le caracterizaba) dijo algo como esto: «yo la escribí». Era Juan Rulfo.

Carlos Payán

El maestro mexicano de periodistas Carlos Payán también partió en este mes de marzo.

Con el propósito de «dar voz a los que no la tienen», cofundó el diario mexicano La Jornada, siendo su primer director. Participó como mediador en la búsqueda de la paz en Chiapas, México, luego del alzamiento que tuvo lugar allá, en 1994.

De extracción comunista él, fue cofundador de la exitosa empresa de medios Argos, que —paradójicamente con la ideología del «jefe» Payán— ha tenido gran expansión y utilidades.

Horas después de su deceso, el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, a la sazón con una multitud calculada en 500,000 personas, rindió a su memoria el minuto de silencio presencial quizá más populoso de la historia.

Nota

1 Su leer era tan bueno, que se convirtió por larga temporada en el lector único. Ya actor maduro, en cuanta oportunidad se le presentara traía a colación, agradecido, aquella experiencia formativa.
Sin duda que la lectura en voz alta, tristemente nula en la generalidad de nuestras escuelas, es una maravilla. No solo enseña a leer bien, lo cual ya es gran cosa, sino que tiene una consecuencia psicológica: enseña al menor a plantarse ante los demás, lo autoafirma. De ahí a improvisar, a hablar fluido, a externar ideas propias —lo que se dice hablar en público— hay un paso. Eso es muy importante, ya que una de las tareas de la persona en formación es la adquisición de una personalidad firme… de la que este es uno de los elementos.