La necesidad de universalizar la actitud de inclusión, de respeto a la diversidad, de enfoques diversos en materia de creencias, como aspectos prioritarios, de manera pública, difundida, explícita por parte de las religiones sería un gran aporte colaborativo hacia un «nuevo paradigma». Ello como complemento a sus propias y respetables doctrinas.

En el artículo, respecto a las tres grandes religiones monoteístas más conocidas en Occidente, señalaba:

El desafío para las religiones sería el priorizar fuertemente el mensaje de la apertura mental, desalentar y no amparar el fanatismo señalando de manera determinante y valiente que nadie es dueño de la verdad y que las creencias que pueda tener cada cual son lícitas y respetables en la medida que los lleven a legitimar y a respetar a quienes creen o piensan diferente. Si eso llegara a ocurrir desaparecerían los conflictos religiosos, estaríamos muy cerca de un mundo mejor y de una religiosidad universal donde todos podríamos tener una visión trascendente totalmente libre en lo individual y al mismo tiempo muy humilde con la clara conciencia y apertura mental de nuestra pequeñez y de nuestra ignorancia. ¿Será posible ese milagro?

(Tomado de Las tres grandes religiones monoteístas)

Las instituciones religiosas, los diversos credos institucionalizados, tienen gran influencia desde sus diversas creencias en ayudar a sostener el actual paradigma de Lucha de opuestos por prevalecer y de cómo las diversas religiones podrían ayudar a que este antiguo paradigma que aún caracteriza a nuestra humanidad se pueda ir modificando hacia un nuevo paradigma de Inclusión de opuestos para empatizar, dialogar, aprender, colaborar, tomar acuerdos.

Si bien en el artículo citado nos ocupamos de las denominadas tres grandes religiones monoteístas, de acuerdo a internet se estima que en el mundo hay 4.200 religiones. Según un estudio del Pew Research Center (2017), en torno al 77% de la población mundial practica el cristianismo (31%), islam (24%), hinduismo (15%) o budismo (7%) en 2015.

Ahora bien, para efectos prácticos, sin duda, las religiones de mayor importancia relativa en cuanto a cantidad de adeptos son el cristianismo, el islam y el hinduismo. Las acciones que estas religiones acuerden tendrán enorme influencia paradigmática.

A estas alturas parece importante que trate de significar el lenguaje que usaré en el presente artículo. Tendremos que distinguir entre religión, religiosidad y espiritualidad.

Religión

Religión en algunas de sus acepciones se define como un sistema cultural de determinados comportamientos y prácticas, cosmovisiones, éticas, morales, textos, lugares sagrados, profecías u organizaciones que relacionan la humanidad a elementos sobrenaturales, trascendentales, místicos o espirituales.

Por mi parte, a efectos prácticos de este desarrollo podríamos señalar de modo simple, que una religión está «institucionalizada» a través de un conjunto de elementos que implican ciertas doctrinas, ritos y liturgias, tradiciones, sistemas de creencias, entre diversos aspectos y que como instituciones organizadas pueden ser o no «proselitistas», en cuanto a la búsqueda de ampliar la cantidad de personas que se consideran partícipes de la misma.

Religiosidad

Por otro lado, la religiosidad es un término sociológico, filosófico y religioso utilizado para referirse a varios aspectos de la actividad religiosa, la dedicación y la creencia (en determinada doctrina religiosa). Se podría decir que religiosidad se ocupa de qué religiosas son las personas y cómo son las personas religiosamente.

A efectos prácticos para este desarrollo, una persona puede no ser miembro activo de alguna religión o credo y sin embargo vivir su propia «religiosidad» manteniendo un sentido interior «trascendente», su propio modo de conectarse, amar a Dios o a lo que le hace sentido similar, basado en sus propias creencias y prácticas. Dichas formas de religiosidad no necesariamente coinciden con las de alguna determinada institución religiosa. A veces se trata de ciertas prácticas que le sirven para tratar de ser consecuente a ciertos valores de vida, normalmente vinculados con lo humanista y lo ético.

Este fenómeno de espiritualidad «no vinculada a determinado credo», se ha hecho frecuente, tanto por una necesidad íntima de algunas personas, como por el debilitamiento de la «institucionalidad religiosa» debida a diversos factores que no son del caso analizar acá. Sin embargo, uno de los aspectos que cabe destacar que puede provocar falta de atracción y a veces franco rechazo a la institucionalidad religiosa, es la no existencia explícita de un claro rechazo al fanatismo excluyente y a los actos de terror que en nombre de la religión se ha hecho históricamente y se continúan haciendo.

De lo señalado se puede inferir que hay personas que abrazan su religiosidad de manera independiente a las diversas instituciones o credos religiosos sin participar de las mismas.

Espiritualidad

Se trata de la conciencia de una parte de nosotros que no se manifiesta materialmente y que está ligada a algo superior a todos los seres vivos. Asimismo, la espiritualidad es un valor positivo y superior. Es una cualidad que determina, en la mayoría de los casos, un comportamiento coherente con los valores morales y éticos que ayudan al desarrollo individual.

A efectos prácticos para este desarrollo, la espiritualidad está íntimamente ligada al desenvolvimiento de la consciencia. De allí que paralelamente a la existencia de religiones institucionalizadas pueden existir organizaciones que, otorgando un respeto a la libertad interior de cada persona, sin manipular ni imponer determinadas doctrinas ni creencias, puedan entregar «herramientas» para que cada cual, de manera libre, voluntaria y comprometida con lo más «trascendente» que el concibe, pueda trabajar interior y exteriormente en ir viviendo los valores humanistas, éticos, morales, tratando de ser consecuentes con los mismos.

Sin embargo, también es posible que de manera individual haya personas que desarrollen un trabajo interior/exterior motivada por la necesidad de vivir de manera consecuente con dichos valores humanistas y éticos que estima que son trascendentes y fundamentales tanto para él como para la sociedad, para la comunidad humana de la que forma parte.

Importancia de las religiones frente al cambio

La mayor parte de las instituciones religiosas actuales parece ser más una traba para ayudar a salirnos del actual paradigma de «Lucha de opuestos por prevalecer» al no ser explícitos de manera pública y reiterada, en definir ante sus acólitos, ante sus miembros, que en la actual situación de la humanidad, con alta probabilidad de autodestruirse, es fundamental tener una clara definición valórica ante sus adeptos respecto al fanatismo religioso y a su «consecuencia práctica» que es la violencia desatada y que, como Institución religiosa señale que las acciones de violencia no son parte de la doctrina de su religión. Además, agregando explícitamente que toda persona miembro de su religión quedará fuera de la misma de haber participado en promover actos de violencia contra otras personas o de participar en los mismos.

De esta forma las religiones, sin renunciar a sus doctrinas, tradiciones, ritos, liturgias, clarificarían pública y explícitamente, con la máxima frecuencia, este tipo de visiones prácticas de su religión.

Al mismo tiempo se vincularían a una «espiritualidad doctrinaria» relacionando explícitamente sus doctrinas y creencias a la necesidad de vivir de manera consecuente con valores humanistas y éticos que consideran trascendentes y fundamentales para esa religión y para estos tiempos, como expresión práctica para la sociedad de la que forma parte.

La espiritualidad doctrinaria que tratarían de inculcar las religiones a sus miembros, más allá de sus particulares doctrinas, creencias, ritos y liturgias, implicarían la enseñanza y exigencia del respeto al resto de las religiones e instituciones espirituales que existan en cada sociedad. Ello no impide la difusión de su religión entre quienes no pertenecen a la misma si sus características son proselitistas. Sin embargo, siempre con el respeto debido y con métodos no violentos. Sin ejercer presiones indebidas en quienes no son parte de sus acólitos.

Se acabarían así las guerras religiosas, los enfrentamientos violentos entre diversos grupos fanáticos de una misma religión o de grupos de diversas religiones tan habituales en nuestra historia como actualmente.

Y lo más importante: surge un evidente y muy significativo aporte por la importancia que las religiones institucionalizadas pueden llegar a representar al amparar un cambio de visión hacia una espiritualidad renovada que ayudaría a alimentar un nuevo paradigma de «Inclusión de opuestos para empatizar, dialogar, aprender, colaborar, tomar acuerdos». Es decir, un evidente aporte para que un cambio cultural profundo sea posible dentro de algunos años, aunque puedan llegar a ser aparentemente muy extensos, visto desde un corto plazo. Pero si no comenzamos ahora, quizás mañana será muy tarde.

Conclusión

Lo que les daría sentido a las religiones en particular y como conjunto sería el adoptar «una Misión, una tarea en común». Rescatar y respetar la espiritualidad que han de compartir las religiones y organizaciones que más allá de sus doctrinas, creencias, ritos, propenden a la esencia de la espiritualidad: aprender a ser mejores personas, trabajadores de la consciencia abrazando los valores humanistas y éticos para vivir en consecuencia con ellos. Que sus doctrinas, sus oraciones, sus ritos, finalmente los hagan ser un aporte para modificar el actual paradigma de «Lucha entre opuestos para prevalecer» y alimentar una relación paradigmática muy diferente: «Inclusión de los opuestos entre sí para empatizar, dialogar, aprender, colaborar, abrir la mente, tomar acuerdos». Agregar explícitamente, formando parte fundamental de sus doctrinas y liturgias en cada una de las instituciones y credos religiosos una visión fundamental: «Que todas las creencias religiosas y espirituales son válidas y han de convivir. Que la violencia destructiva para buscar acólitos o simplemente para luchar y destruir a quienes creen o piensan distinto, son inaceptables e incompatibles con la pertenencia activa a dicha religión, credo u organización. Que quien ejerce violencia destructiva y/o atenta a la vida e integridad de otras personas queda automáticamente fuera de la Organización a la que pertenece hasta dicho momento».