Entre los libros leídos en mi juventud está La metamorfosis (Die Verwandlung), publicado originalmente en diciembre de 1915 (aunque fechado en 1916) y escrito por Franz Kafka (1883-1924), miembro de una familia judía de lengua alemana, una de las figuras más relevantes de la literatura del siglo XX, originario de Praga, cuando era parte el imperio austrohúngaro, hoy capital de la Republica Checa.

El primer párrafo de la novela, una de las más conocidas de Kafka, es interesante y desconcertante al mismo tiempo,

Als Gregor Samsa eines Morgens aus unruhigen Träumen erwachte, fand er sich in seinem Bett zu einem ungeheueren Ungeziefer verwandelt. Er lag auf seinem panzerartig harten Rücken und sah, wenn er den Kopf ein wenig hob, seinen gewölbten, braunen, von bogenförmigen Versteifungen geteilten Bauch, auf dessen Höhe sich die Bettdecke, zum gänzlichen Niedergleiten bereit, kaum noch erhalten konnte. Seine vielen, im Vergleich zu seinem sonstigen Umfang kläglich dünnen Beine flimmerten ihm hilflos vor den Augen.

La mayoría de las traducciones, tanto en español, como en inglés, rezan más o menos así:

Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto […hideous insect…]. Estaba de espaldas, sobre un duro caparazón y, al alzar la cabeza, vio su vientre convexo y oscuro, surcado por curvadas callosidades […brown, bulgy, scaly stomach…], sobre el cual casi no se aguantaba la colcha, que estaba a punto de escurrirse hasta el suelo. Numerosas patas, penosamente delgadas […numerous, pathetically thin…] en comparación al resto de su cuerpo, se agitaban impotentes.

Siendo estudiante de Agronomía, «pichón» de entomólogo, me interesé en identificar taxonómicamente a este supuesto «insecto». Al releer ese primer párrafo, me percaté que, sin duda, esta extraña criatura de la imaginación de Kafka, podría ser algún extraño artrópodo —Filo (phylum) de invertebrados con simetría bilateral, cuerpo segmentado y recubierto por un tegumento duro (exoesqueleto) y patas articuladas— que nunca ha sido descrito, pero sin duda, jamás podría ser un insecto.

En las publicaciones de la obra en diversos idiomas (al menos en las que conozco en español e inglés, pero no dudo que sea el caso en otras lenguas), los intérpretes se toman la libertad de llamar (y dibujar) al Ungeziefer, como un insecto, ya sea una cucaracha, o un escarabajo. Me comenta mi sobrina Camila, bióloga, PhD en ciencias, y por cierto tiempo entomóloga, quien reside y trabaja en Alemania desde hace un buen tiempo, que «el significado literal de Ungeziefer es un animal pequeño perjudicial, nocivo, repugnante e infeccioso. Mientras que el significado literal del adjetivo ungeheuer, que lo precede, es extraordinariamente grande, fuerte, extenso, intenso, enorme, poderoso, tremendo en extensión numérica y cuantitativamente».

Si al caso vamos, en la versión original en alemán nunca plantea Kafka que el animal en el cual Samsa se convirtió sea un insecto. Estos tienen sus nombres «propios» en el idioma germano, tales como Inzekt (insecto), Käfer (escarabajo), Kakerlak (cucaracha), Wanze (chinche, heteróptero), por citar solo algunos. Ungeziefer, el término utilizado por Kafka, alguna vez utilizado para describir animales de cualquier índole, inmundos, no aptos para ser sacrificados, describe hoy en el lenguaje coloquial a cualquier plaga, especialmente doméstica, como Camila nos lo indica. Describe, en esencia, a cualquier alimaña (animal indeterminado; animal indeseable).

Numerosos traductores, asocian a la alimaña de Kafka, con una cucaracha. Debo diferir rotundamente con tal categorización. El biógrafo de Kafka, Max Brod (1884-1968), prolífico autor, compositor y periodista, (quien contrario a los deseos de su amigo, rescataría toda su obra, especialmente el material no publicado en vida, haciéndola pública) comenta que Kafka leyó entre amigos la primera parte de su «pieza del bicho» tanto en noviembre como en diciembre de 1912. Aunque despertó el interés de varios editores, no fue sino hasta mediados de 1915 que tuvo la versión completa para ser publicada. Aunque en el círculo de amigos de Kafka, utilizan la palabra «bicho» (bug, Wanze), para referirse a la criatura de la pieza literaria, en carta enviada al editor, G. H. Meyer, Kafka le comenta que no quiere que el «insecto» (Inzekt) aparezca en la carátula del libro.

…me comunicaba Vd. que Ottomark Starke dibujará una portada para la Verwandlung. …se me ha ocurrido, …que Starke …podría querer dibujar el insecto... ¡Eso de ninguna manera, por favor! …se lo pido desde mi condición de —obviamente— mejor conocedor de la historia. El insecto en sí no puede ser dibujado. …ni siquiera debe mostrarse desde cierta distancia. …Le quedaría muy agradecido si transmitiera e insistiera en este ruego mío. Si yo … tuviera oportunidad de hacer alguna sugerencia para una ilustración, escogería escenas como, por ejemplo, los padres y el procurador ante la puerta cerrada o, mejor aún, los padres y la hermana en la estancia iluminada mientras se ve la puerta abierta que da al cuarto vecino, completamente a oscuras...

El dibujante, Ottomark Starke (1886-1962), de acuerdo con las sugerencias de Kafka, en la caratula de la obra, ilustra al padre de Gregorio, horrorizado, con las manos en el rostro ante una puerta abierta que muestra una habitación a oscuras.

El lenguaje que utiliza Kafka en su descripción de la «alimaña» fue utilizado con la intención de evitar mucha especificidad. En ninguna sección del texto aparece ninguna palabra que defina exactamente a la criatura, jamás menciona que sea una cucaracha (como muchos traductores, intérpretes y lectores han deducido), y mucho menos un escarabajo. La idea central de la historia es que el lector vea el cuerpo transformado de Samsa como una visión confusa y nebulosa, justo como se vio a sí mismo el infortunado protagonista. El pobre Gregorio, en la interpretación de su creador, sufre el rechazo de su familia y la sociedad, con quienes debe convivir en constante asco y terror (muchos estudiosos de Kafka sugieren que esta novela es, de alguna manera, autobiográfica).

Pero sin duda no soy yo el único que ha tratado de identificar al «bicho» en el cual se convierte Samsa. Como parte de sus clases de literatura, luego incluida como capítulo del libro Lecciones de Literatura de Fredson Bowers, Vladimir Nabokov (1899-1977), novelista, poeta, traductor, pero también reconocido entomólogo, intenta clasificar taxonómicamente al bicho en el cual se ha convertido Gregorio Samsa.

Nabokov se pregunta y se responde, en primera instancia:

¿Qué es exactamente la alimaña en la que el pobre Gregorio, …se transforma tan repentinamente? Obviamente pertenece a la rama de los «patas articuladas» (Arthropoda), a la que pertenecen los insectos, las arañas, los ciempiés y los crustáceos. Si las «numerosas patitas» mencionadas al principio significan más de seis, entonces Gregorio no es un insecto desde el punto de vista zoológico.

Hasta aquí todo va bien, y coincido totalmente con Nabokov. Pero a partir de este momento el novelista asume que el «bicho» descrito por Kafka tiene seis patas, «convirtiéndolo» entonces en un insecto.

¿Cual insecto? Los comentaristas dicen cucaracha, lo que por supuesto no tiene sentido. Una cucaracha es aplanada con patas grandes, y Gregorio no es plano: es convexo por ambos lados, y sus patas son pequeñas. Pareciera una cucaracha en un solo aspecto: su coloración marrón. Eso es todo. …Además, tiene mandíbulas fuertes. Con la cual hará girar la llave en una cerradura mientras está erguido sobre sus patas traseras, y esto nos da la longitud de su cuerpo, que es de más o menos un metro de largo. Este escarabajo marrón, convexo, del tamaño de un perro, es ancho.

Nabokov incluso comenta que la anciana que asiste a Samsa, lo llama Mistkäfer, o «escarabajo pelotero», agregando entonces que la anciana así lo llama para ser amigable, pero que la forma que ha tomado Samsa no se asemeja a esos escarabajos.

Pero Nabokov va más allá, en su descripción del «escarabajo» de Kafka parece asumir que podría tener alas:

Pero tiene un tremendo vientre convexo dividido en segmentos y una espalda dura y redondeada que sugiere cubiertas de alas [esta «sugerencia» es solo elucubración de Nabokov]. En los escarabajos, estos estuches ocultan alitas endebles que se pueden expandir y luego pueden llevar al escarabajo por millas y millas en un vuelo torpe.

Pero veamos, el insecto imaginado por Nabokov desafía la lógica y la fisiología entomológica. No existe posibilidad real que ese «bicho» de un metro de longitud, con «numerosas patas, penosamente delgadas» pueda ser un insecto. Recuerdo con claridad, de las clases de quien fuera mi profesor de Fisiología de Insectos durante mi maestría en ciencias en la Universidad de Georgia, y luego, a mi regreso a Athens, a comienzos de los 2000, amigo y compañero de almuerzos y cafés vespertinos, Murray Blum, que si el cuerpo de un insecto llegara a ser muy grande (y un metro de longitud es grande para un insecto, especialmente si es algo voluminoso como se intuye de la descripción de Kafka) su cuerpo colapsaría. Lo que sostiene a los órganos internos y le da la apropiada rigidez al cuerpo los insectos es su exoesqueleto (tegumento).

El insecto más largo conocido, con unos 60 centímetros es Phryganistria chinensis, un insecto palito. Como imaginarán, es delgado para lo largo de su cuerpo y tiene unas patas apropiadamente largas que lo sostienen. Otros insectos palito, considerados muy grandes tienen tamaños que oscilan entre los 30 y 40 centímetros. Sin duda existen algunos insectos grandes, más voluminosos (el escarabajo titán, Titanus giganteus con unos 17 cm; los escarabajos hércules y neptuno, Dynastes hercules, Dynastes neptunus, con unos 18 cm de largo, aunque el 40% de ese largo son solo sus «cuernos») pero que no pasan más allá de los 18 a 20 cm. En estos casos de insectos voluminosos, sus patas no son necesariamente cortas y delgadas, sino más bien fuertes y apropiadas para el tamaño de dichos insectos.

Volviendo al «exoesqueleto» de la criatura de Kafka. Su descripción indica que es de un metro de longitud (más o menos), evidentemente pesado y poco ágil, con patas (numerosas) pequeñas y delgadas. Aun si las patas poseyeran la musculatura apropiada, la alimaña sería tan pesada que sus patas no podrían sostenerla. Un insecto con dichas características no podría moverse. Su sistema respiratorio (en los insectos y otros artrópodos terrestres, el sistema respiratorio está compuesto por una serie de tubos, las tráqueas, producidas por invaginaciones del tegumento, en las que el aire entra a través de unos pequeños orificios de la superficie del cuerpo) no sería capaz de proveerle el oxígeno necesario para poder vivir.

Debemos entonces asumir que la obra de Kafka es difícil de traducir —aunque entre algunos de sus traductores hayamos tenido al genial Jorge Luis Borges (1899-1986). De hecho, el título de la obra que hoy conocemos como La metamorfosis (The Metamorphosis), es un título que se me antoja incorrecto. Debería ser, en realidad, algo así como La transformación (The Transformation). El título con el que tradicionalmente conocemos a la obra implica una transformación natural experimentada por ciertos animales, afectando no solo su forma, sino también sus funciones y modo de vida, la segunda acepción no sugiere tal cambio natural, sino, en lo referente a la obra, algo psicológicamente infausto.

De manera que ni cucaracha, ni escarabajo. La criatura en sí misma no es relevante, el mensaje principal que nos presenta Kafka es su exploración, a través de Gregorio Samsa, de los sentimientos de soledad y ostracismo. Aunque esta novela de Kafka ha sido reconocida como la pionera de la llamada «literatura del absurdo», la transformación de Gregorio Samsa en una criatura inidentificable parece una alegoría típica del realismo mágico, mucho antes que el movimiento comenzara y se hubiera definido tal corriente literaria.

Notas

Barfi, Z., F. Azizmohammadi y Kohzadi, H. (2013). A study of Kafka’s the Metamorphosis in the light of Freudian Psychological Theory. Research Journal of Recent Sciences, 2(10): 107-109.
Bastidas Pérez, R. y Zavala Gómez, Y. (1995). Principios de Entomología Agrícola. Coro, Falcón: Ediciones Sol de Barro. 398 pp.
González, J. M. (2005). Los insectos en Venezuela. Caracas: Fundación Bigott. 149 pp.
Kafka, F. (1917). Die Verwandlung. Leipzig; Kust Wolff Verlag.
Kafka, F. (2014). The Metamorphosis: A New Translation by Susan Bernofsky. Nueva York: W.W. Norton & Company. 128 pp.
Kafka, F. (2013). La metamorfosis. Buenos Aires: Editorial Losada. 80 pp.
Martínez, P. (2022). ¿Sabías que Kafka no quería una cucaracha en el diseño de la portada de «La metamorfosis»?. Gráffica.
Nabokov, V. (2002). Franz Kafka: The Metamorphosis (pp. 251-284). Bowers, F. (Ed.) Lectures on literature. San Diego: Harcourt/Bruccoli Clark.