En días pasados, los Estados Unidos presionaron a sus aliados de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) para que aumentaran la producción petrolera y de esta forma lograr un abaratamiento en los precios de los combustibles, así como impactar negativamente en los ingresos por las ventas de recursos estratégicos para la economía rusa.

Sin embargo, la respuesta de los países productores; incluyendo aliados estadounidenses, fue negativa ya que esto incluso para ellos generaría una afectación económica que no quisieran autoinfligirse por lo que decidieron no tomar la recomendación del gobierno norteamericano y seguir con su producción normal, lo que significará sin duda un aumento en los precios internacionales.

Para Washington esto es un duro revés, principalmente para el liderazgo demócrata y la presidencia de Joe Biden teniendo cerca las elecciones de medio período en la que se designará el control sobre el Congreso, así como la elección de gobernadores en 36 estados. Esto podría cambiar la balanza política y la continuidad de cuatro años más de poder o el cambio hacia un nuevo gobierno conservador.

El golpe en las acciones antirrusas realizado por Estados Unidos implicará aumentos en productos de consumo, lo cual, a los ojos de los ciudadanos, es negativo por cuanto el costo de vida se elevará y lo querrán cobrar en las urnas con un voto protesta luego de las decisiones del actual gobierno, por lo que toda consecuencia de las acciones tomadas será contemplada a la hora de elegir.

Incluso, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Karine Jean-Pierre, acusó a los países de la OPEP de alinearse con Rusia e, incluso, se señala que el gobierno estadounidense estaría replanteando su relación con el Reino de Arabia Saudita a quien querrán congelarle la venta de armas y distanciar la cooperación. Lo cual también es un daño mayor en las alianzas de Occidente en regiones donde necesitan mantener todos los vínculos posibles.

Sin embargo, esto es explicado en un artículo por el analista Andrew Weiss de Carnegie Endowment for International Peace, quien señala que las respuestas de los países que pertenecen al Consejo de Cooperación del Golfo están tomando ciertas acciones que se podrían considerar contrarias a los intereses de Estados Unidos e incluso acercándose a Rusia debido a la actitud menguante del gobierno en Washington.

Por su parte, Rusia ha sabido jugar con esta carta y ha tenido acercamiento en los últimos días con el gobierno de los Emiratos Árabes. El presidente Putin se reunió con el príncipe heredero Mohammed Bin Sayed; discutieron sobre las extensiones del acuerdo de cooperación firmado en el año 2018, se hicieron solicitudes de disminuir la violencia en la guerra contra Ucrania e incluso se agradeció por la actitud de no seguir la propuesta estadounidense con respecto a la producción petrolera.

Es importante señalar que, para los efectos del lobby político, el gobierno de Abu Dabi tiene un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, por lo que cualquier acción que favorezca al Kremlin, así sea la abstención es bienvenida dada la presión internacional que recibe Moscú desde que inició su invasión a territorio ucraniano.

A pesar de este distanciamiento que obedece más a las actitudes de Estados Unidos, sigue existiendo una fuerte relación entre los países del Golfo y el mundo occidental, con la exportación de gas hacia países europeos o acuerdos de negociación en materia de seguridad entre el Reino de Arabia Saudita y el Reino Unido.

No hay todavía un cisma demasiado grande para no lograr reparar las relaciones, pero el modo de actuar de Washington podría eventualmente poner en riesgo proyectos que anteriormente se han visto como acertados, como lo son los Acuerdos de Abraham. Aunque este último punto no depende totalmente de Estados Unidos, sino que hay una enorme carga, la necesidad de contrarrestar la nuclearización iraní, teniendo a Rusia como respaldo que Irán disminuirá sus intenciones nucleares esto podría cambiar el paradigma.

Incluso, en el tema palestino que Estados Unidos ha intentado retomar tiene una condición desfavorable, al punto que el presidente Putin se reunió en Astana (Kazajistán) con el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas, para relanzar el proceso y este último manifestó que los estadounidenses no son socios para el proceso.

Una vez más y similar a lo que ocurrió con Obama, el gobierno de Estados Unidos está teniendo un alejamiento con temas que son importantes en el Medio Oriente, no han comprendido que los vacíos de poder no quedan vacantes por mucho tiempo y que si se pierde la confianza en modelos de Estados que están ajustados por intereses de agenda existe menos «lealtad» ideológica, y están más impulsados por la funcionalidad de las relaciones y la interdependencia existente en una lucha que cada vez más parece una batalla por la sobrevivencia.