Al hojear los libros de quien creó con el Centro Cultural Criterios se siente que su creador hizo una obra irrealizable: que aspiró a contener en si toda la teoría culturológica, semiótica, sociológica de nuestro tiempo. Puso así al lector hispanohablante en comunión con más de quinientos textos traducidos de una veintena de idiomas.

Así Desiderio Navarro (1948-2017) expresó con optimismo en uno de los últimos emails con los que por años compartía los textos traducidos, publicados algunos de ellos en la colección Denken Pensée Through Mysl... que entonces no sabíamos era una despedida. Por medio de estas, de sus investigaciones, de las escasas apariciones en los medios, de los correos, mantenía actualizada la teoría y vivo el pensamiento crítico. Es un hecho la sucesión finita. Pero más que recordarlo solo en anécdotas lo indispensable y, por qué no gratificante para el intelecto, es ir a los textos: Ejercicios del criterio (1988), Las causas de las cosas (2006), A pe(n)sar de todo. Para leer en contexto (2007). En cuanto a las traducciones del macedonio, inglés, el rumano, italiano, francés, alemán, búlgaro, catalán, checo, rumano, eslovaco, esloveno, holandés, húngaro, noruego, polaco, portugués, ruso, serbio-croata y ucraniano; hacían del traductor un conocedor de múltiples tradiciones y tendencias. Acercaba así a los lectores hispanohablantes lo mismo a Patrice Pavis que a Iuri Lotman, al teatro que a la estética más desafiante.

Brutus Greimas comentó –en uno de los trabajos traducidos por Navarro– que Diderot cultivó el trato directo de los artistas junto a de los filósofos de su tiempo. Por eso visitaba los talleres de los pintores parisinos y que así desarrolló una estética comparando la actividad del creador y el pensamiento de los eruditos; así propone el francés se esté alerta ante los significados del arte como signo en su semiótica; y este fue uno de los métodos de exploración de Desiderio.

Si en gran parte nuestro conocimiento, sea académico o literario, depende de las traducciones y de los políglotas, se debe a que han existido notables figuras en la intelectualidad latinoamericana que tradujeron. Han sido esos desvelos por interpretar línea a párrafo, por dar a conocer autores lejanos culturalmente, que han pasado al patrimonio de nuestras mentes: uno de ellos fue ese cubano, nacido en Camagüey, que dedicó más de cuarenta años al mundo de la investigación y contribuyó al conocimiento de grandes autores. Ese generoso servicio al otro desde la vocación teórica que nos legó su humilde prolijidad.

Reconocido internacionalmente como Alfonso Reyes en México, Ortega y Gasset en España contribuyó a la difusión con la peculiaridad de sostener solo una revista –Criterios– desde 1971, con el apoyo ocasional de otros escritores y una sede: su propia voluntad. Amigo de muchos de los que le confiaron sus textos, entendió que escribir es también un acto solidario en el que compartir es alentar a los autores y a los lectores para que la obra no ande solitaria por las avenidas de unos pocos en sus idiomas natales. Porque las auténticas obras viajan a través de la cultura escrita.

La creación de un libro o artículo es un acto solitario que termina por trascender lo individual, y que va como la esfera impulsada por el escarabajo de los antiguos egipcios rodando de individual a colectiva, en ese diálogo entre editores, traductores, impresores, al lector. Para escribir de alguien con quien nuestra cultura tiene una deuda por su actividad como investigador literario, promotor, traductor y editor, voy a mencionar su estudio Intertextualidad, canon, juego y realidad histórica en la poesía de Luis Rogelio Nogueras, prominente poeta e intelectual cubano de los sesenta y los setenta, a quien a la hora de definir los conocidos juegos de su poesía; como el resultado de una tendencia que más tarde se definió en el posmodernismo. Una tendencia creativa dominante del veinte, que Desiderio ató al juego que volvía de las influencias hispanas, y de aquellas que el Renacimiento descubrió en los infinitos tejidos de los textos antiguos redescubiertos, y de nueva forma asimilados. Por eso comienza con la cita a José Martí en su texto de los ochenta, porque se publican estos textos sencillos.

Pero no la intextualidad como es practicada por Borges y teorizada por el posestructuralismo, para la cual toda la vida es texto y los textos son, sino aquella tradición que se remonta a obras tan antiguas como el Don Quijote de Cervantes. Parafraseando las palabras del teórico germanooriental Werner Krauss, sobre este aspecto del Don Quijote, podríamos afirmar que en la obra poética intertextual de Nogueras todo es a la vez, literatura y toda la literatura es vida humana, que en toda esta obra la literatura es, el a priori y la suma del acontecer. Si para los postestructuralistas la vida es sólo texto, para Nogueras el texto es sobre todo vida. Así, el tejido de textos que constituye su poesía es un tejido de vidas, un tejido de Historias1.

Cita de la conclusión de su estudio de la poesía de Nogueras que escogimos porque revela como a pesar de tendencias y modas, y de la actualidad que Desiderio Navarro dominaba tuvo la capacidad de sobreponerse al llamado de la actualidad para entrar en el ara de la sensibilidad tocada con la profundidad del investigador y su instinto, devolviendo así, el creador a su tradición y a su singularidad, por más que la época lo condicionara.

Notas

1 Desiderio Navarro: A pe(n)sar de todo. Para leer en contexto, Letras Cubanas, La Habana, 2007, p. 308.