La Unión Soviética de Mijaíl Gorbachov es la comprendida entre el XXVII y el XXVIII Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, PCUS, realizados entre el 25 de febrero y el 3 de marzo de 1986 y entre el 2 y el 13 de julio de 1990.

Ciertamente, él era miembro del PCUS desde mucho antes, desde 1950, lo que le aseguró la carrera para presidir las sesiones del XXVII Congreso y, en 1985, desempeñarse como secretario general de PCUS, cargo que mantuvo hasta 1991 y como jefe de Estado de la Unión Soviética desde 1988 hasta 1991. Pocos secretarios generales tuvo el PCUS, 13 desde 1917, hasta la renuncia de Gorbachov y su sustituto, en 1991, cuando también el 29 de agosto de 1991 fue abolido el partido. Ellos fueron Elena Stásova, de abril de 1917 a 1918, Yákov Sverdlov, 1918-16 de marzo de 1919 y Elena Stásova, de marzo de 1919 a diciembre de 1919, Nikolái Krestinski, diciembre de 1919-marzo de 1921, Viacheslav Mólotov, de marzo de 1921 a abril de 1922, José Stalin, del 3 de abril de 1922 al 16 de octubre de 1952, Nikita Jrushchov, del 14 de septiembre de 1953 al 14 de octubre de 1964, Leonid Brézhnev, del 14 de octubre de 1964 al 10 de noviembre de 1982, Yuri Andrópov, del 12 de noviembre de 1982 al 9 de febrero de 1984, Konstantín Chernenko, del 13 de febrero de 1984 al 10 de marzo de 1985, Mijaíl Gorbachov, del 11 de marzo de 1985 al 24 de agosto de 1991 y Vladímir Ivashko del 24 de agosto al 29 de agosto de 1991.

El Congreso de los Diputados del Pueblo de 1990 eliminó, por iniciativa de Gorbachov, el artículo 6 de la Constitución Política soviética de 1977, que establecía que el Partido Comunista era la «fuerza dirigente y guía de la sociedad soviética», por lo que los poderes del secretario general se reducían radicalmente.

Así, Gorbachov gobernó el resto de su tiempo como presidente de la Unión Soviética, cargo al que lo obligaron, prácticamente a renunciar, el 24 de agosto de 1991 como resultado del intento del golpe de estado, que le fraguaron, el 21 de agosto, algunos dirigentes del partido, del gobierno y de los organismos de seguridad de Estado, considerando que las reformas impulsadas por Gorbachov se habían excedido debilitando el poder del gobierno central y favoreciendo la autonomía de las Repúblicas Soviéticas, estimulando también los sentimientos nacionalistas antirrusos de algunas minorías nacionales no rusas, algunas con posiciones separatistas.

Junto a los secretarios generales del partido, existió el puesto de jefe de Estado, luego de fundada la URSS en 1922. Hubo trece. Ellos fueron Mijaíl Kalinin, del 30 de diciembre de 1922 al 19 de marzo de 1946, Nikolái Shvérnik, del 19 de marzo de 1946 al 6 de marzo de 1953, Kliment Voroshílov, del 15 de marzo de 1953 al 7 de mayo de 1960, Leonid Brézhnev, del 7 de mayo de 1960 al 15 de julio de 1964 y del 16 de junio de 1977 al 10 de noviembre de 1982, Anastás Mikoyán, del 15 de julio de 1964 al 9 de diciembre de 1965, Nikolái Podgorni, del 9 de diciembre de 1965 al 16 de junio de 1977, Vasili Kuznetsov del 10 de noviembre de 1982 al 16 de junio de 1983 y del 10 de marzo de 1985 al 27 de julio de 1985, Konstantín Chernenko, del 11 de abril de 1984 al 10 de marzo de 1985, Andréi Gromyko, del 27 de julio de 1985 al 1 de octubre de 1988 y Mijaíl Gorbachov, del 1 de octubre de 1988 al 25 de diciembre de 1991.

Con la Constitución Política soviética de 1977 se estableció que el presidente del Consejo de Ministros era el jefe de gobierno y el presidente del Presídium del Soviet Supremo era el jefe de Estado, siendo el cargo de presidente del Consejo de Ministros el equivalente al de un primer ministro de Occidente, y el cargo de presidente del Presídium era equivalente al cargo de presidente.

El único que se desempeñó como presidente de la Unión Soviética fue Mijaíl Gorbachov desde el 15 de marzo de 1990 hasta el 25 de diciembre de 1991, y por unos días, resultado del golpe de estado a Gorbachov, lo fue Guennadi Yanáyev del 19 de agosto al 21 de agosto de 1991.

En la historia de la Unión Soviética el cargo oficial de líder de la Unión Soviética, generalmente recaía en el presidente del Consejo de Ministros y el secretario general del partido comunista de la unión soviética. Desde 1922 al secretario general del partido se le consideró el líder de la Unión Soviética, la máxima autoridad. Estos líderes fueron Vladímir Lenin, del 30 de diciembre de 1922 al 21 de enero de 1924, Alekséi Rýkov, del 21 de enero de 1924 al 15 de marzo de 1938, lo fue de derecho, porque Stalin lo fue de la realidad, del 21 de enero de 1924 al 5 de marzo de 1953, Gueorgui Malenkov, del 5 de marzo de 1953 al 8 de febrero de 1955, Nikita Jrushchov, del 27 de marzo de 1955 al 14 de octubre de 1964, Leonid Brézhnev, del 14 de octubre de 1964 al 11 de noviembre de 1982, Yuri Andrópov, del 12 de noviembre de 1982 al 9 de febrero de 1984, Konstantín Chernenko, del 13 de febrero de 1984 al 10 de marzo de 1985 y Mijaíl Gorbachov, del 11 de marzo de 1985 al 25 de diciembre de 1991.

Algunos de estos personajes se desempeñaron en los tres puestos.

Posterior a la desintegración de la URSS, Gorbachov participó en la lucha política electoral dentro de la República Federativa de Rusia con el Partido Socialdemócrata de Rusia, en el período 2001-2004, y con el Partido Unión de Socialdemócratas en los años 2007 y 2008 sin éxito electoral alguno.

El XXVI Congreso cerró el ciclo de Leonid Brezhnev que había estado al frente de la URSS y del PCUS, desde el XXIV Congreso celebrado entre el 30 de marzo y el 9 de abril de 1971, quien falleció el 10 de noviembre de 1982. A su muerte le sucedió Yuri Andropov al frente del partido y del Estado, como se acostumbraba, hasta el 13 de febrero de 1984 que le sucedió Konstantín Chernenko quien entregó el mando a Gorbachov el 11 de marzo de 1985.

Desde el XXVI Congreso del PCUS, del 23 de febrero de 1981 hasta el XXVIII Congreso del 2 de julio de 1990, entre jefes de Estado, secretarios generales del PCUS, y líderes de la Unión Soviética, en esos 10 años, ocho personas desempeñaron esos cargos, dos de ellos los tres cargos, Chernenko y Gorbachov, dos cargos, Brezhnev y Andropov, y cuatro de ellos solo un cargo, y de todos solo Gorbachov se desempeñó como presidente de la Unión Soviética.

Esta situación de liderazgo muestra una crisis y contradicciones en la esfera del gobierno y del partido que es lo que va a provocar las políticas de glasnost y perestroika que va a impulsar Gorbachov.

Del mismo modo, entre 1981 y 1991 hubo tres gobernantes en la URSS y secretarios generales del PCUS, a la vez, dando la sensación, desde la muerte de Brezhnev, no solo de la crisis en el interior de las esferas gobernantes de la URSS y del PCUS, sino exhibiendo, a la vez, un deterioro en las condiciones de vida del pueblo soviético y un fracaso en las políticas económicas.

Si John Reed escribió su libro Diez días que estremecieron el mundo, testimoniando los primeros días el poder soviético, en 1917, fuimos testigos de que en el gobierno de Gorbachov, desde 1986 hasta 1991, no solo se estremeció Europa, y el mundo, sino que se acabó la Unión Soviética, como baluarte de los países socialistas, se desintegraron sus Estados para pasar a la condición de países independientes, y se desintegró todo el Pacto de Varsovia y el llamado Sistema Mundial Socialista, y los partidos comunistas se debilitaron en todas partes del mundo. Lo más paradójico, que la mayoría de estos países exsocialistas se integraron a la OTAN y en algunos de ellos se han desarrollado fuerzas político-electorales de carácter fascista y neonazi y, en el momento crucial, de desintegración de la URSS, y del PCUS, el Ejército Rojo se quedó marginado y paralizado frente al derrumbe del régimen socialista, que supuestamente era su obligación moral, política y militar, de salvaguardarlo y protegerlo.

Las reformas de Gorbachov no pudieron desarrollarse. Sus políticas económicas terminaron fracasando y su discurso contra la época de Brezhnev de «estancamiento» terminó poniendo un nuevo concepto en la vida cotidiana soviética, de «crisis económica general», época en que escasearon las mercancías.

Enfrentar la burocracia y la gerontocracia del partido y de gobierno, obligando a retiro a más de 6,000 funcionarios, que no le daban buenos resultados al pueblo, incrementó el déficit presupuestario, aumentó la inflación, los precios se elevaron, la producción de las cooperativas fracasaba, se dieron relaciones monetario-mercantiles especulativas. Se impulsaron medidas hacia la economía de mercado con resistencia de los ciudadanos, junto con medidas poco significativas para los soviéticos como la propiedad privada, la elevación de precios, el surgimiento de sociedades anónimas, suspensión y eliminación de subvenciones estatales, alquileres de tierras, un comercio exterior desfavorable, un fracaso de la economía por la planificación centralizada dirigida por la burocracia, no se tenía una visión correcta de la vida del país, lo cual hacía caer también el prestigio y apoyo del PCUS, e hizo surgir en el seno del PCUS sectores conservadores que querían el retorno a los antiguos métodos y políticas.

Gorbachov impulsaba libertades democráticas, el pluripartidismo, mítines, manifestaciones, huelgas legales, el retiro del partido de los organismos administrativos del gobierno, del Estado y de la Justicia, la fiscalía y el ejército, la democratización del PCUS por su renovación.

Lo que Gorbachov planteó en el XXVII Congreso del PCUS en el XXVIII Congreso no se apreciaba realizable. Gorbachov cuestionaba el papel dirigente del partido, consideraba que el Partido debía tener un vínculo real con el pueblo, pues sin pueblo no hay partido. El partido se había convertido en un espacio de conformistas, rentistas políticos y corruptos, sin valores políticos sólidos.

Se discutió en tiempos de Gorbachov que el partido y pueblo no son sinónimos y que el partido no podía ponerse por encima de los valores humanos. En el XXVIII Congreso se discutió quienes personalmente tenían la culpa de la pérdida de desprestigio del PCUS. Al mismo tiempo que se realizaba el Congreso también se llevaban a cabo las sesiones del Soviet Supremo de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, con distancia de lo que acontecía en del XXVIII Congreso y con posiciones más radicales, con expresiones pluripartidistas que rechazaban el monopolio del partido, sobre el poder, y los viejos métodos de dirección partidaria y gubernativa, señalando la necesidad de desarrollar o construir un verdadero Estado de Derecho, señalando que el partido debía ceder el poder real a los Soviets.

La perestroika de Gorbachov no era bien comprendida. Se trataba de revelar la potencia del socialismo y sus valores, en tanto se fomentaba una mentalidad crítica, que señalaba que el partido había dejado de lado sus ideas revolucionarias para convertirse en una organización de autoridad superior, suprema y absolutista. La perestroika procuraba quebrar el autoritarismo y fortalecer la soberanía popular. La rendición de cuentas en el Congreso se convirtió en un juicio contra los dirigentes del partido y del gobierno y en sentencias políticas personalizadas. El PCUS que vivía al margen de la ley estaba obligado a someterse a las leyes.

Quienes más adversaron la perestroika eran los líderes formados en la política de cuadros que tradicionalmente había imperado. Fomentaron luchas y guerras interétnicas, crearon pánico, organizaron sabotajes económicos, desestabilizaron la producción, estimularon el chovinismo. Hasta llegaron a plantear que Gorbachov no presidiera el Congreso y que el partido no se le sometiera. Se exaltaron valores humanos sobre los valores de las clases sociales. Se planteó disminuir los gastos militares y fortalecer los medios políticos para garantizar la seguridad.

Gorbachov señaló en el Congreso que sin perestroika se daría una explosión social y confiaba en el país y en el deseo de avanzar y cambiar, y propiciaba la reforma económica hacia las relaciones de mercado reguladas. En uno de los documentos aprobados en el XXVII Congreso, en 1986, se decía que la sociedad soviética había entrado en la etapa de socialismo desarrollado, y en el XXVIII Congreso, en 1990, en la Declaración Programática se afirmaba que «la esencia de la política de la perestroika consiste en pasar de un régimen autoritario burocrático a una sociedad del socialismo humano y democrático». Con esto se imponía una nueva alfabetización política en toda la sociedad soviética.

El XXVIII Congreso terminaba tratando de rehabilitar al partido ante la sociedad y el pueblo, que su fuerza estaba en las bases y no en los funcionarios, en impulsar una economía pluralista con distintas formas de propiedad, que se debía renunciar al monopolio político, que el poder debía pasarse a las bases comunistas, todo por un socialismo humano y democrático, casi evocando lo del socialismo de rostro humano planteado en 1968 en Checoslovaquia.

Así Gorbachov se impuso como el líder de esos finales días de la Unión Soviética. El XXVIII Congreso fue el único celebrado bajo las banderas de la perestroika. De él resultó un ambiente de libertad política lleno de nuevas corrientes políticas, de todo tipo, como en cualquier otro país europeo o latinoamericano, con las cuales el propio PCUS no se sentía muy satisfecho. La perestroika tampoco se había entronizado con la fuerza debida en el mismo partido. El XXVIII Congreso renovó prácticamente a todos los miembros del comité central anterior, que había sido electo en 1986, y se separó del buró político a los miembros del gobierno, superando a imagen existente de partido estatal.

Al finalizar el Congreso, Boris Yeltsin, que era el principal líder de la Federación rusa y presidía el Soviet Supremo de la Federación rusa, renunció al PCUS. Junto a él otros importantes dirigentes entonces del PCUS también renunciaron. Se provocó una gran incertidumbre en ese momento que poco tiempo después se clarificó, cuando llegó a ser presidente del gobierno de Rusia el 25 de diciembre de 1991 hasta 31 de diciembre de 1999, sometiendo a la ilegalidad al PCUS por un breve período de tiempo, e iniciando una nueva Historia de Rusia, seguida de los gobiernos de Yeltsin y de Vladimir Putin, desde entonces.