Contar historias es una de esas cosas tan antiguas como la propia humanidad; un concepto tan sencillo y a la vez tan abstracto que podría decirse que tiene lo mismo de invento que de descubrimiento y cuya naturaleza podría dar para un más que amplio debate. Por fortuna este artículo no va dirigido a resolver ninguna elevada cuestión filosófica sino a hablar de ese otro concepto que nació inmediatamente después de la historia: las adaptaciones, concretamente en películas y series y específicamente aquellas hechas a partir de videojuegos.

Desde sus inicios en 1899 con Cenicienta de Georges Méliès hasta la reciente Muerte en el Nilo de Kenneth Branagh las adaptaciones, con mayor o menor éxito de taquilla, siempre han sido una constante cinematográfica. Tanto es así que cuando una historia perteneciente a otro medio se populariza, ya se da por sentado que ésta acabará teniendo su adaptación como película o serie más tarde o más temprano. Cierto es que en ocasiones se adaptan obras poco conocidas como es el caso de Psicosis, basada en un relato de Robert Bloch, pero por lo general es el éxito cosechado en sus respectivos medios lo que suele hacer que esas historias acaben siendo adaptadas a la pequeña o gran pantalla. Como no podía ser de otra forma, cuando los videojuegos fueron ganando popularidad durante los 80 solo era cuestión de tiempo que esos protagonistas interactivos acabasen teniendo sus propias películas.

Breve evolución de los videojuegos en el cine

Como no podía ser de otra manera, la primera adaptación de un videojuego fue en Japón. En 1986 Super Mario Bros.: Peach-Hime Kyushutsu Dai Sakusen!, película de animación producida por Nintendo y que se estrenó solo a nivel nacional. Siete años más tarde sería nuevamente el personaje estrella de Nintendo quien tendría su propia película de acción real, la cual ya daba una pista del nivel de las adaptaciones que estaban por venir, pues si hay una característica que define la relación de Hollywood con los videojuegos es la de maltrato.

A partir de aquel 1993 han sido ya unos cuantos los videojuegos que han desfilado por la gran pantalla con unos resultados cuestionables como poco: Tomb Raider, Street Fighter, Mortal Kombat, Alone in the Dark, Resident Evil, Doom, Double Dragon, Assasins Creed o Hitman son solo algunos nombres en una lista de películas que, en los mejores casos son entretenidas y en los peores son prácticamente una burla. No obstante, hay razones para mirar al futuro con optimismo pues al igual que sucediera previamente con los cómics, las adaptaciones de videojuegos han ido mejorando progresivamente hasta nuestros días y todo apunta a que se avecinan buenos tiempos. Esto podría deberse a tres factores: el desarrollo del medio, el rango del fanbase y por supuesto, el dinero.

Desde que hicieron su aparición allá por los 70, los videojuegos han tenido una evolución técnica como ningún otro medio al tiempo que su capacidad narrativa se ha ido haciendo más y más compleja; aunque el primer videojuego con una historia interactiva propiamente dicha fue Colossal Cave Adventure en 1976 (el jugador tenía que, literalmente, escribir las limitadas acciones que podía hacer el protagonista) fue el éxito de King Quest en 1986 el que provocó un desarrollo exponencial de ese tipo de juegos y que ha llegado a dar algunos guiones tan brillantes como The Stanley Parable en 2013. Esta evolución sumada al hecho de que los desarrolladores y productoras de esta industria tienen menos miedo a arriesgarse con las historias que cuentan y la forma de contarlas hacen que cada día exista más y mejor material para adaptarlo a películas y series.

Paralelamente a los avances técnicos y narrativos, su popularidad ha ido creciendo de igual manera en todos los ámbitos y lejos quedan ya esos tiempos en los que los videojuegos estaban relegados a la sección infantil. La edad media de los consumidores ha ido creciendo y el paso del tiempo ha hecho que quienes pasaban horas de su infancia haciendo correr a Sonic o insultar a espada a Guybrush Threepwood son ahora quienes trabajan creando nuevas historias, así como las adaptaciones de sus personajes favoritos, intentando hacerles justicia. Por último, está el tema del dinero y la verdad es que poco cabe decir aquí; los videojuegos generan una cantidad obscena de dinero y tienen un fanbase dedicado y leal. Hacer una adaptación no debería ser algo excesivamente arriesgado pero la verdad es que no son pocos los batacazos en taquilla que se han dado y generalmente se ha debido a una razón bien simple: la película es mala. Estas costosas y merecidas lecciones para las productoras han hecho que poco a poco se vayan dando cuenta de que no se trata únicamente de coger una propiedad intelectual, endosarle un guion mediocre adornado por una tonelada de VFX y vender entradas, sino que desarrollar un producto de calidad aun siendo mucho más costoso y laborioso de producir, dará mucho más beneficio a largo plazo.

Un ejemplo de esto es el éxito de la reciente serie Arcane, ganadora de un Emmy a mejor animación y producida por Riot Games y Fortiche. En RG sabían de sobra que la ingente cantidad de seguidores del League of Legends les aseguraría una base de fans estable independientemente de lo malo que fuese el producto; sin embargo, decidieron dedicar el dinero y tiempo necesarios para sacar un producto de calidad que le ha granjeado a la serie una base de fans inmensa y propia, así como unas inmejorables expectativas para el futuro. Esperemos que ese éxito anime a otras productoras a tomar ejemplo porque según parece, hay unas cuantas cosas a la vuelta de la esquina...

Tendencia al alza

De todo lo anterior, si hay que decidir cuál es realmente el factor determinante para la adaptación de una obra a otros medios, ese sería su popularidad. La popularidad vende entradas, suscripciones, peluches, ropa, imanes de cocina o cualquier cosa que alguien pueda imaginar y pagar. Lógicamente las productoras de cine no pueden dejar pasar un público objetivo tan suculento, tan fiel a sus franquicias y que mueve tanto dinero, por lo que no hace falta ser vidente o experto en Big Data para intuir que el porcentaje de películas en cartelera o series en streaming basadas en videojuegos va a ir aumentando; de hecho, ya está sucediendo.

Si se echa un vistazo a la lista de imdb de las próximas y futuras películas basadas en videojuegos se puede ver con claridad que todo esto no ha hecho más que empezar. Hay para todos los gustos: Mass Effect, Ghost of Tsushima, Dragon’s Lair, Myst, Shadow of the Colossus, Portal, Deus Ex, Metal Gear Solid, The Last of Us, Super Mario Movie e incluso Minecraft, Sims y Tetris. Compañías como Dj2 Entertainment, responsable de las últimas películas de Sonic y que a principios de este año cerró un trato de exclusividad con Amazon, está exclusivamente dedicada a adaptaciones de videojuegos y entre sus futuros proyectos destacan Disco Elysium, Life is Strange, Little Nighmares o Tomb Raider.

En la mayoría de los casos se pueden sacar sagas de películas o series verdaderamente increíbles y ahí solo nos queda desear por favor que las personas encargadas de tomar decisiones lo hagan con buen juicio y no destruyan esas historias y personajes que tanto nos gustan. En otros casos como el de Tetris la pregunta que viene a la mente es quién y en qué condiciones ha tenido semejante idea, pero entonces recordamos que existe una película basada en el juego Hundir la Flota y todo vuelve a tener sentido. La calidad de todos estos proyectos aún está por verse, pero lo que ya parece es que va a haber un boom inminente de adaptaciones, por lo que si hay algún videojuego para el cual nunca sacaste tiempo seguramente podrás esperarte a la película, aunque, como suele ser habitual en el cine, la novela será mejor.