Con el conflicto militar entre Rusia y Ucrania lamentablemente recobra actualidad el artículo que titulé «Las posibilidades de una guerra nuclear», publicado en Repertorio Americano en 1981; es decir hace más de cuarenta años y reproducido luego en otras revistas académicas.

Después de sufrir dos pavorosas guerras mundiales y los horrores del nazi-fascismo y el estalinismo, como bien sabemos, la era nuclear en el planeta empieza entre el 6 y el 9 de agosto de 1945 con la utilización de armas nucleares en Hiroshima y Nagasaki, territorio de Japón, con un saldo de aproximadamente 110,000 personas muertas.

Años después, ya en el contexto de la Guerra Fría, el 8 de septiembre de 1957, el señor Josei Toda, segundo presidente de la organización japonesa Soka Gakkai lanza su declaración para la abolición de las armas nucleares en el Estadio de Mitsuzawa, Jokohama, Japón.

En dicha declaración definió a las armas nucleares como un mal absoluto que amenaza el derecho a la vida de la humanidad y de todas las formas de vida sobre la tierra. Con esa declaración nació el movimiento pacifista de la Soka Gakkai que tiene desde entonces como objetivo la abolición de las armas nucleares. Asimismo, promueven la renuncia a la guerra y la construcción de una cultura de paz.

Su sucesor, Daisaku Ikeda, siguió la línea de su mentor. Según ambos, el enemigo no son las armas nucleares ni los Estados que las poseen, sino la lógica y la mentalidad que justifica utilizarlas para destruir al adversario.

Actualmente la Soka Gakkai Internacional organiza eventos y exposiciones educativas sobre los riesgos que significan las armas y potenciales conflictos nucleares.

Dentro de esa causa tuvo un gran mérito la iniciativa de Alfonso García Robles, único mexicano premio Nobel de la paz, quien después de la crisis de los misiles propuso el Tratado de Tlatelolco para abolir las armas nucleares en América Latina y el Caribe.

La firma del Tratado de Tlatelolco se concretó el 14 de febrero de 1967 en la Ciudad de México. En dicho tratado se prohíbe el desarrollo, adquisición, ensayo y emplazamiento de armas nucleares en la región de América Latina y el Caribe. De tal manera que se crea la primera zona libre de armas nucleares en el mundo. Actualmente existen cinco zonas con el mismo objetivo.

Desde el primer momento el tratado fue suscrito por los gobiernos de México y Costa Rica, entre otros. Asimismo, se creó la OPANAL, un organismo para la proscripción de las armas nucleares en la América Latina y el Caribe. Actualmente todos los 33 estados de la región son partes del tratado y miembros de OPANAL, incluidos México y Costa Rica. La OPANAL ha venido realizando reuniones en Buenos Aires, Cuba y México.

Ya en los tiempos del siglo XXI y en el marco institucional de la Organización de Naciones Unidas, el 7 de julio de 2017 fue sellado el Tratado sobre la no proliferación de armas nucleares (OIEA). Y más tarde, el 22 de enero de 2021, se firmó en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos, el Tratado sobre la prohibición de las armas nucleares, firmado por 66 países. Costa Rica, con su embajadora ante la ONU en Ginebra Elayne White lideró dicho proceso con una visión idealista de las relaciones internacionales y 122 países apoyaron la iniciativa.

Costa Rica tiene una larga y sólida trayectoria idealista y pacifista. En 1871 abolió la pena de muerte y en 1949 abolió constitucionalmente el ejército. Es miembro del Tratado de Tlatelolco y apoya y lidera los proyectos de control de armamentos y desarme nuclear en Naciones Unidas. Es la sede de la Universidad para la Paz de las Naciones Unidas y su expresidente de la república (dos veces), el Dr. Óscar Arias Sánchez, recibió el premio Nobel de la paz en 1987.

Ninguno de los nueve países que poseen armas nucleares tomó parte en las negociaciones ni en la votación favorable a dicho tratado. La mayoría de ellos alegan el peligro y la amenaza que representa Corea del Norte, el recién llegado y agresivo miembro del club nuclear.

El proceso de negociación y aprobación de los tratados mencionados demostró la enorme importancia de los países no nucleares, como México y Costa Rica, en los avances hacia el desarme nuclear.

Estados Unidos, Reino Unido y Francia afirmaron que siguen comprometidos con el primer Tratado de no proliferación nuclear y que intentan reducir los arsenales nucleares y evitar nuevos miembros con armamento nuclear.

El nuevo Tratado de prohibición veda el desarrollo y el almacenamiento de armas nucleares e incluso la amenaza de utilizarlas. Como se afirma en el nuevo texto:

Un mundo libre de armas nucleares sigue siendo la máxima prioridad de desarme de las Naciones Unidas.

A pesar de los esfuerzos y méritos apuntados y de los tratados existentes, las armas nucleares continúan existiendo concentradas en nueve actores internacionales. Actualmente existen unas 12,705 cabezas nucleares distribuidas de la siguiente forma:

  • Rusia: 5,977
  • Estados Unidos: 5,428
  • China: 350, tal vez 1,000 según analistas militares
  • Francia: 290
  • Reino Unido: 225
  • Pakistán: 165
  • India: 160
  • Israel: 90
  • Corea del Norte: 20
  • Irán: aspirante, trabajando por obtener armas nucleares

De ese total de armas nucleares, 1,600 están actualmente en estado de alerta máxima, listas para ser utilizadas en cualquier momento. Y durante los últimos días dentro del contexto del conflicto militar en Ucrania, Vladimir Putin, jefe de Estado de Rusia y el mayor poseedor de armas nucleares ha expresado en varias oportunidades su disposición para utilizar todas las armas y medios del arsenal ruso, incluso las armas nucleares tácticas, de menor potencial comparadas con las estratégicas, pero siempre de una capacidad destructiva varias veces superior a las utilizadas en Hiroshima y Nagasaki.

Como se confirmó en Chernóbil en 1986, también hay riesgos de crisis nuclear por accidente: un fantasma que ronda en Ucrania en los alrededores de la Central Nuclear de Zaporiyia.

Según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo el número de armas nucleares está bajando, lo cual significa un cierto avance en los esfuerzos de control de armamentos y desarme nuclear promovidos en las Naciones Unidas. Sin embargo, el 90% de las armas nucleares sigue estando en manos de los Estados Unidos y Rusia.

Jake Sullivan, consejero de Seguridad Nacional de los Estados Unidos ha expresado que si Putin utiliza las armas nucleares en el conflicto de Ucrania la respuesta que daría los Estados Unidos sería catastrófica para Rusia.

Preocupa enormemente que las armas nucleares ya no se estén utilizando simplemente para disuadir al adversario, sino que ya se discuten abiertamente como una posibilidad que está sobre la mesa como parte del paquete de opciones para golpear y vencer a los enemigos.

Como en 1945 en Japón y como en la década del sesenta del siglo pasado en América durante la crisis de los misiles, de nuevo se vuelve a pensar que la guerra nuclear puede parecer inmoral o impensable pero no imposible.

El expresidente ruso y amigo de Putin, Dmitri Medvedev, ha dicho recientemente que Rusia tiene derecho a usar armas nucleares en Ucrania y asegura que, en ese caso, los países miembros de la OTAN no intervendrán para evitar ser parte de un apocalipsis nuclear.

El conflicto militar en Ucrania debe terminar ya de manera pacífica y negociada antes de que la polarización y la psicosis continúen escalando hasta llegar a los peores escenarios. Hay que evitar la catástrofe nuclear.