La Agencia Internacional de Energía publicó en el 2021, un reporte especial titulado: Net Zero by 2050. A Roadmap for the Global Energy Sector. Indica que, para el 2050 será posible transformar al sector energético en uno descarbonizado. Sus cálculos se basan en una utilización masiva de fuentes renovables maduras como la solar, la eólica y otras en desarrollo, como el hidrógeno y la bioenergía.

Para Latinoamérica el reporte ofrece esperanza, pues la región sigue teniendo unos 18 millones de personas sin acceso a la electricidad y aun cocinan con leña. A nivel global, se estima que para casi 2.6 millardos de personas la leña es la principal fuente para cocinar (AIE, p.17). El acceso a la energía (ODS7) es crucial para alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible, por ejemplo, el fin de la pobreza. El acceso a la energía es indispensable para una mejora en la agricultura y una mejor conservación y acceso a los alimentos. Pero, para combatir el cambio climático toda esta energía debe ser asequible, limpia y renovable.

La deuda ambiental y la deuda externa de EEUU y Latinoamérica

Millones de latinoamericanos especialmente, venezolanos, haitianos, mejicanos y centroamericanos –principalmente de zonas rurales- se han visto obligados a emigrar hacia EEUU empujados por la deuda ambiental del mundo desarrollado. Conforme los impactos del cambio climático asolan nuestros países las zonas rurales pierden su capacidad de sostener a su población y esta migra. Este ya no será el caso de la pequeña comunidad en Choluteca, Honduras, en la cual implementamos un proyecto piloto, que podría replicarse en toda la región.

En esta comunidad, una combinación de equipos técnicos y capacitación humana harán posible el suministro fiable y continuo de energía para el desarrollo de su propia agenda. Por un lado, las nuevas tecnologías energéticas, con el apoyo de acumuladores, permiten su instalación en pequeñas islas sin necesidad de recurrir a las soluciones tradicionales de grandes, costosas ampliaciones de la red eléctrica, que además tienen impactos sobre el terreno y paisaje.

(Ribo D.,Castro R. y Gomez T., El País, 9 diciembre 2021)

Para replicar este proyecto harían falta cuantiosos recursos, estimo un orden de magnitud de entre $9 y $12 mil millones ($9-$12 billones en el sistema norteamericano) para alcanzar una cobertura eléctrica cercana al 100% en toda Latinoamérica. Una parte de los fondos podría provenir de una negociación de la deuda externa latinoamericana por inversiones destinas a mitigar el cambio climático: inversiones negativas en CO2e tales como promover biotopos urbanos, plantar árboles, producir energía con residuos de la agricultura, generar biocombustibles de segunda generación y por supuesto construir sistema de electricidad descentralizada en comunidades aisladas tal y como hicimos en Honduras. Estas acciones producirían un doble dividendo: mitigan las emisiones de CO2e y reducen la necesidad de migrar.

El autor participó en negociaciones destinadas a la conservación a finales de los años 1990, entonces se denominaban debt for nature swaps, y este servidor lideró las negociaciones entre Costa Rica y EEUU, España y Canadá, en ese entonces el dinero que se dejaba de pagar al país acreedor se reinvertía en parques nacionales, bosques naturales y otros sistemas de conservación de la biodiversidad terrestre. Fue una negociación egoísta y altruista. Egoísta porque imponía al país deudor un uso de los pagos de su deuda a cambio de un descuento importante. Altruista, porque la conservación de la biodiversidad de Costa Rica -y de cualquier otro país deudor- beneficiaba a la humanidad como un todo.

Hoy la situación es de nuevo propicia, puesto que hay 8 países latinoamericanos en la lista de Bloomberg (Global Debt Relief Could Unlock $400 billion in Climate Finance, 14 de julio de 2022) entre los 25 países del mundo con alto riesgo de default (ver tabla adjunta), entre ellos El Salvador, Argentina, Brasil, Costa Rica, Colombia, México, Ecuador y Rep. Dominicana que podrían realizar inversiones que mitiguen las emisiones de CO2e de sus países a cambio de reinvertir los pagos de la deuda y obtener un descuento.


China

Un uso natural, seria proveer de energía eléctrica a las comunidades rurales que aun hoy dependen de los bosques o del diésel para cocinar, alumbrarse o calentarse en invierno. Después de África, nuestra región sigue siendo una de deforestación neta. Según el último reporte de la FAO Forest Resource Assessment la región sufre de 3 millones de hectáreas anuales de deforestación.

En resumen, podríamos proveer de electricidad a las zonas rurales sin cobertura eléctrica de Latinoamérica, ello reduciría la migración por permitir a las comunidades permanecer en su territorio y vivir sosteniblemente. También podrían promover biotopos urbanos eliminar la deforestación y el uso de combustibles fósiles, las negociaciones de la deuda externa con reinversión en proyectos de producción de energía renovable también ayudarían a mitigar el cambio climático. Estos proyectos tendrían un fuerte impacto local y global. Ambos EEUU y Latinoamérica ganarían por una negociación de segunda generación de debt for climate swaps.
China