La realización en Los Ángeles -la ciudad norteamericana con mayor presencia de latinos– de la IX Cumbre de las Américas, podría sugerir la interrogante sobre si ¿los EE.UU. han decidido brindarle atención, algo de atención, a este continente, alargado y tan diverso, más allá del tema de las migraciones y poco más?

En la agenda norteamericana y latinoamericana, las relaciones mutuas siempre figuraron, por las buenas o por las malas, como un tema central, inexorable desde la famosa frase «América para los americanos» síntesis de la Doctrina Monroe, pronunciada en 1823 por Quincy Adams y mal atribuida al presidente James Monroe y que establecía que cualquier intervención de los europeos en todo el continente sería vista como un acto de agresión y determinaría la intervención de los Estados Unidos. En su momento podía tener una lectura anticolonialista, la historia la desvirtuó totalmente.

Con el tiempo, la frase debería haber cambiado a «América para los norteamericanos», considerando la cantidad de intervenciones militares, diplomáticas, de inteligencia y económicas de Washington contra países y territorios al sur del río Bravo.

Originalmente concebida como una respuesta a todo tipo de colonialismo europeo en especial con la restauración monárquica napoleónica en el viejo continente, se fue degradando totalmente para ser el lema del poder imperial de los EE.UU. en América Latina y el Caribe.

La influencia de las ideas independentistas norteamericanas de 1776, que fueron parte importante de la concepción de algunos de los próceres más avanzados de la lucha anticolonial en la región, podía considerarse expresada en una nueva etapa en esa doctrina independentista, republicana y democrática. La realidad cambió radicalmente su contenido.

Esta IX Cumbre sella los últimos cambios que se han producido en la región, dentro de los Estados Unidos y en las relaciones entre los países. El dato más significativo es la ausencia a la invitación del presidente John Biden de varios mandatarios y, nada menos que del presidente López Obrador de México, por la exclusión de Cuba, Nicaragua y Venezuela de parte del anfitrión.

Más allá del carácter de los gobiernos de esos tres países, lo que queda claro y sellado es que EE.UU. ya no solo no puede definir a su antojo a quienes puede excluir, aunque tengan regímenes antidemocráticos, sino que otros países, México en primer lugar, se permiten darle un portazo en las narices.

El convocante y anfitrión, que por segunda vez recibe a los mandatarios de todo el continente, desde la primera Cumbre de 1994 realizada en Miami, tratará de acordar como uno de los temas centrales un pacto regional sobre la migración, donde México es sin duda el actor principal. No es una ausencia cualquiera.

Aunque no hay dudas que hay países en la región cuyos gobiernos son ampliamente cuestionados en su carácter antidemocrático y represivo, lo que otros no aceptan es que los EE.UU. tenga el derecho unilateral a definir a quienes invita a la Cumbre simplemente porque se realiza en su casa. Rechazan el espíritu de la convocatoria y raspan fuertemente los restos herrumbrados de la Doctrina Monroe.

Los presidentes de Bolivia, Guatemala, Honduras y varios países miembros de la Comunidad de Estados del Caribe (Caricom) también se ausentaron públicamente mientras hubiera países excluidos de La Cumbre.

Otro tema central de la agenda refiere a la recuperación económica luego de la grave crisis generada por la pandemia del COVID-19. No será tampoco un tema cómodo, considerando que los EE.UU. acapararon más de un cuarto del total de las vacunas existentes en el mundo y que cuando su vecino México le solicitó en marzo de 2021 un préstamo en vacunas, con la promesa de devolverlas en pocos meses, apenas recibiera las que ya había comprado, le fueron negadas terminantemente. Hay gestos que no son fáciles de olvidar.

En mayo del 2022, mientras la mitad de los norteamericanos había recibido dos dosis de vacunas, solo un 3% de la población total de América Latina y el Caribe había recibido las dosis completas de vacunas requeridas por la OMS/OPS. La pandemia no fue por cierto un ejemplo de cooperación en el continente. Y a diferencia de otros tiempos, en que invasiones y agresiones de todo tipo, eran digeridas fácilmente por los sectores gobernantes de América Latina y el Caribe, la memoria asume hoy en día otro papel.

Hay que considerar que además de los cambios políticos, con varios gobiernos de la región donde se eligieron presidentes de izquierda o de centro izquierda, el cambio en las relaciones de dependencia económica y comercial son muy profundos. Hoy China es el principal comprador de la producción latinoamericana, soja, carne, cereales, lana, lácteos, etc y el segundo socio comercial.

El valor total del comercio entre China y América Latina y el Caribe, creció en el 2021 un 41.1% respecto al año anterior, registrando un nuevo record, con transacciones por un valor de 451.591 millones de dólares.

Estados Unidos sigue teniendo en las relaciones comerciales con México el factor que le da cierto equilibrio a la balanza con la región, pero ha perdido terreno con todo el resto de los países. México se mantuvo como el primer socio comercial de Estados Unidos de enero a mayo de 2021, con una participación de 14,7%, informó la Oficina de Estadísticas de Washington.

Por debajo de México quedaron Canadá (14,5%) y China (13,9%). La participación de estos tres socios ocurre en un contexto de una guerra comercial entre Estados Unidos y China y en el primer año de vigencia del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), al tiempo que crecen tanto la relevancia económica de China a nivel global, como las tendencias de relocalización productiva (nearshoring).

El objetivo principal de los EE.UU. en esta IX Cumbre es relanzar su presencia política en toda la región, considerando las nueva situación internacional, con la invasión de Rusia a Ucrania y el impacto en el comercio mundial de energéticos y de alimentos que se ha producido y, mirando más en general por la preocupación por el crecimiento de la presencia china tanto a nivel comercial, como de inversiones y con la particularidad que el gigante asiático no tiene entre sus planes exportar su modelo político en absoluto. Lo ha demostrado en todo su proceso de crecimiento en la región y eso cambia radicalmente la situación de la Guerra Fría.

La coordinación económica y comercial de Rusia, China, Brasil, Turquía y Sudáfrica, México e India no es precisamente el escenario deseado por los Estados Unidos y todos sus movimientos por la guerra y en diversos planos está destinado a desarmar este agrupamiento y volver a una lógica binaria o a lo sumo con tres componentes, considerando que Europa pierde protagonismo de forma permanente.

Biden quería originalmente incluir en la Cumbre el tema de la guerra en Ucrania, pero desistió ante la posibilidad de un debate muy duro y contradictorio con las posiciones norteamericanas. La mayoría de los países de la región no se alinearon con las sanciones impuestas a Moscú.

Y a pesar de que el presidente norteamericano en su discurso de despedida alertó sobre la posibilidad de una tercera guerra mundial de carácter atómico, para incluir un factor más de miedo y de alerta en sus huéspedes, en la declaración final el tema Ucrania no figura, como Washington hubiera querido.

Este nuevo panorama global también se relaciona con la lectura más actual de la doctrina Monroe de que los Estados Unidos podían y debían considerar toda la región como territorio de caza para su expansión y apropiación de parte fundamental de sus riquezas, minerales, energéticas, de alimentos y de talentos. Por las buenas o por las otras, tanto militares como financieras y comerciales.

Los ángeles hace mucho tiempo que se fueron volando de los diversos países de América Latina y a pesar de las contradicciones, de las derrotas y los errores cometidos por los nuevos sectores gobernantes de izquierda o de centro izquierda, lo cierto es que son muy pocos los que se siguen sometiendo a la Doctrina Monroe o a sus restos deshilachados. Por ejemplo Bolsonaro, en franca retirada.

No se puede afirmar que haya una unidad de acción, una visión colectiva de los diversos países, ni en la integración regional o sub regional, ni menos en estrategias de desarrollo conjuntas, pero algo si es seguro, los tiempos han cambiado, hasta para las cumbres convocadas por los Estados Unidos.

Mientras tanto el centro de atención de Washington, tanto de sus departamentos de Estado, de Defensa y de Comercio y del propio presidente Biden, está concentrada en Europa, en la guerra en Ucrania, fortaleciendo y expandiendo la OTAN y en Asia y Oceanía tratando de ampliar y profundizar las alianzas anti chinas en esa región.