Vivimos tiempos de crisis, de incertidumbres.

Recordaba estos días, que la palabra wei ji en chino, es crisis en castellano. Wei significa «peligro» y ji «oportunidad». Quiere decir esto que, en una situación de crisis, los seres humanos podemos optar por asumirlo y superarlo o, por el contrario, podemos huir, plantarnos, quejarnos y a ver si escampa.

Tomar una decisión u otra tiene que ver con nuestra capacidad emocional, a lo que llamaría inteligencia emocional. Daniel Goleman define la inteligencia emocional como:

La capacidad de reconocer, aceptar y canalizar nuestras emociones para dirigir nuestras conductas a objetivos deseados, lograrlos y compartirlos con los demás.

Las emociones son un proceso en el que influyen varias cuestiones; puede ser nuestro pasado, nuestras creencias, nuestros pensamientos y el cómo vemos la realidad que nos rodea que, por ende, también tiene que ver con todo lo anterior.

En todas las culturas existen seis emociones que tienen un sello biológico: alegría, tristeza, miedo, ira, asco, sorpresa. Y otras secundarias que se relacionan con la cultura: como la vergüenza, el orgullo, la culpa. En inteligencia emocional se nos habla de que todas las emociones tienen una función positiva.

Navegar dentro de una emoción (alegría, miedo, etc.) sin llegar a perder el control es lo que definimos como gestionar las emociones, para alcanzar el equilibrio.

Mis amigos los estoicos, hace más de 2000 años, tenían muy claro que era indispensable trabajar la fortaleza interna, para poder permanecer con equilibrio emocional e imperturbables ante los acontecimientos que desde el exterior nos vienen.

Ellos definían las emociones en disruptivas (miedo, tristeza, rabia) y constructivas (alegría, gratitud, esperanza, serenidad).

No hace falta que les recuerde, creo que lo he escrito ya alguna vez por aquí, que el estoicismo era una filosofía de vida, en la que el hombre tenía que vivir conforme a su naturaleza. Una filosofía que implica reconocer que los hombres somos seres sociales, y, conforme con una ética basada en el comportamiento individual, tratar de mejorar la sociedad.

Los estoicos usaban la razón y gestionaban sus emociones, buscando la mejora diaria como persona, de tal manera que así mejoraban también la sociedad de la que formaban parte.

«Si tú cambias, todo cambia»

Los cuatro pilares que sustentan el pensamiento estoico podríamos resumirlos en:

  1. La felicidad: la felicidad consiste en la tranquilidad del alma, ni más ni menos.
  2. El tiempo: el tiempo es relativo. Todo depende de cómo lo utilizamos.
  3. Los hechos: los hechos son de dos tipos, los que dependen de nosotros y los que no.
  4. La universalidad: todos somos ciudadanos del mundo. No existen fronteras.

Los estoicos utilizaban varias técnicas como:

  • La meditación: conectarse con el presente y la naturaleza ahora, hoy.
  • La privación: agradecer y valorar lo que se tiene… «Supe lo que tenía cuando lo había perdido».
  • Ser capaz de encontrar alegría en la adversidad: difícil. Coraje. Todos nos vamos a encontrar en nuestro camino con dolor, sufrimientos y adversidades. Debemos estar preparados.
  • Lograr afrontar las dificultades con fortaleza: al procurar solucionar nuestra parte y ayudar a las personas afectadas; nuestro firme y admirable actuar ante la adversidad es ya suficiente para provocar alegría en nosotros.

Cada vez que algo te contrista, acuérdate en adelante de recurrir a esta máxima: que la adversidad no es una desgracia, antes bien, el sufrirla con grandeza de ánimo es una felicidad.

(Marco Aurelio)

  • Llevar un diario: cada día escribían sobre lo que había ocurrido en la jornada, lo bueno y lo no tan bueno para así mantener lo que funciona y causa los momentos de felicidad. Lo que no funciona se retiraba y así se buscaban nuevas opciones para mejorar cada día: «¿puedo hacer esto de otra manera?». Buscaban constantemente la excelencia para realizar una mayor aportación a la sociedad.
  • Mantener un control y dominio de las emociones: un control racional de las emociones internas, independientemente de las circunstancias externas que aparezcan, por desagradables que sean. Templanza. Equilibrio de la mente.
  • Centrar los esfuerzos solo en aquello que se puede cambiar: hay que tener claro que ante algunas cosas somos impotentes. Debemos focalizarnos en aquello que sí se puede cambiar, apartar los acontecimientos incontrolables que dependen del azar o la fortuna. No desgastarse en lo imposible.
  • Integridad; ética, equidad y trato justo; honestidad y honradez: el hábito de respetar a los demás, sus derechos, dándole a cada cual lo que es suyo.

Si trasladamos todas estas enseñanzas al siglo XXI, nos encontramos con que los estoicos fueron realmente esos sabios que trajeron hasta nosotros las claves de la inteligencia emocional.

Sabemos que algunos de los beneficios que nos encontramos de aplicar la inteligencia emocional pueden ser: controlar mejor nuestros estados de ánimo, salir velozmente de espirales dañinas, mejorar nuestra relación con nosotros mismos y, por tanto, con los demás.

La inteligencia emocional es:

  • Ser consciente de sí mismo. Capacidad de saber lo que sentimos en cada momento, reconocer nuestras preferencias y guiarnos así en la toma de decisiones.
  • Entender nuestras emociones, fortalezas, debilidades, amenazas y capacidades.
  • Autocontrol. Habilidad para tener control sobre uno mismo y sus acciones. No dejarse llevar por los sentimientos del momento. Ser capaces de recuperarnos rápidamente del estrés emocional.
  • Motivación. Perseguir los objetivos propios, los que queremos, los que son y seguir adelante a pesar de los contratiempos y frustraciones que se puedan presentar.
  • Empatía. «Ponerse en los zapatos del otro». Darse cuenta de lo que sienten las demás personas, ser capaces de empatizar con ellas y cultivar las relaciones.
  • Habilidades sociales. Manejar con éxito las emociones en las relaciones. Hacer que se interactúe positivamente con los demás. Las emociones se contagian, tanto las positivas como la alegría o una negativa como la ira.

Cambia tu atención y cambiarás tus emociones. Cambia tu emoción y tu atención cambiará de lugar.

(Frederick Dodson)

Creo que, si volvemos a los clásicos, encontraremos a esos auténticos coach que, sin saberlo, buscaban en la sabiduría el beneficio del ser, el desarrollo del ser humano.

La inteligencia emocional es indispensable para llevar una buena vida y, en momentos como el que vivimos, indispensable para superar y salir fortalecidos de la adversidad.

Aprovechen y conviértanse en sus propios observadores. Dense cuenta de lo que ocurre en su interior y analicen las emociones que sienten sin juzgarse. Reconozcan y comprendan qué las provocan y cuáles son los pensamientos que activan.

Paren y respiren, mediten y reflexionen antes de decidir y actuar. Muchas de las emociones que sentimos no están causadas por situaciones reales, son causadas por pensamientos que surgen en nuestra mente.