En la mitología griega existen grandes historias de héroes, dioses y criaturas. Todas fascinantes. Algunas trascienden lo mitológico y se mueven a través de otras disciplinas y artes. Uno de los personajes que, sin duda, mejor personifica dicha trascendencia es Quirón. Su nombre está envuelto en un halo poderoso y enigmático.

Su nombre proviene del griego Χείρων, - ωνoҫ y del latín Chīron, - ōnis y hace alusión a quien es hábil con las manos. La raíz de la palabra Quiro- en español se usa en compuestos como quirófano o quiromancia.

En el Diccionario etimológico de Monlau existen dos entradas: centaura, la planta con la que se curó Quirón; y, centauro: «picar» y «punzar». Se asociaba a aquellos que eran «diestros con domar y combatir los toros». Al ir montados a caballo en las fábulas se describieron en parte como hombres y equinos.

A Quirón se le asocia con la medicina y con cualidades positivas y benévolas, a diferencia de la mayoría de los centauros, cuya naturaleza era brutal.

En el bestiario medieval se dice que «tienen la parte superior como la de un hombre y desde el pecho hacia abajo la forma de un caballo». Se les denomina: hipocentauros, onocentauros; y, en ocasiones, aparecen con las características de un asno. También, se cuenta que de Tesalia vinieron los Iaphites, que fueron los primeros en domesticar a los caballos. Como parecían formar un solo cuerpo al cabalgar sobre estos, se les llamaron centauri, los jinetes de Tesalia.

Al tratarse de una criatura híbrida, posee dos naturalezas distintas; una inferior, asociada a la bestia y, otra, superior, que se identifica con el hombre.

En la mitología clásica, Quirón era hijo de la ninfa Fílira, y el titán, Cronos. A diferencia de los centauros comunes, él y Folo poseen una genealogía distinta. Además de virtudes como la bondad y la sabiduría. Quirón vivía en una cueva en el monte Pelión en Tesalia. Fue tutor de varios de los héroes de la antigüedad.

Quirón nace siendo un centauro, porque su padre, Cronos, tomó la forma de caballo en su unión con Fílira. Lo más representativo de su vida, quizás, sea su muerte. En el cuarto trabajo de Heracles se produce una lucha entre este y los centauros. Heracles, por accidente, le clava a Quirón una flecha envenenada, provocándole un intenso dolor. Al ser inmortal, la herida no se cura y Quirón sufre una gran agonía. Desesperado, le pide a Zeus que lo haga morir, para no seguir padeciendo aquel tormento. Al final, cambia su vida por la libertad de Prometeo. Su muerte se conmemora en la bóveda celeste con la constelación de Sagitario.

En la literatura Quirón aparece en obras de gran relevancia. En La Divina Comedia de Dante se presenta en el séptimo círculo del infierno, en el canto duodécimo. Allí se castiga a los que son violentos con el prójimo.

La novela de John Updike es una recreación y ampliación del mito, donde se produce una relectura del tema de Quirón, incluyéndose una serie de innovaciones formales. Encontramos, por tanto, una prolongación del mito y una reutilización literaria del tema.

En el arte, la apariencia de Quirón, en ocasiones, se representa un poco distinta de la de los demás centauros. Aparece con piernas en lugar de patas delanteras. Este rasgo permite que se le identifique con facilidad en distintas obras artísticas.

Hay diversas esculturas y pinturas, donde se representan algunas escenas de la vida de Quirón. Un grabado del siglo XVIII de Jean-Baptiste Regnault y cuyo título es La educación de Aquiles por el centauro Quirón, hace honor a sus grandes cualidades. Con la misma temática en el Museo del Prado podemos admirar La educación de Aquiles de Rubens. También, aparece representado en uno de los frescos atribuidos a Giovanni Falconetto, que decoran la Sala dello Zodiaco en el Palazzo d´Arco en Mantua.

A través del arte y de la literatura podemos intuir su enorme simbolismo, relacionado con la sanación, la sabiduría y la enseñanza, pero también, con la herida.

La astrología moderna ofrece un significado desde un punto de vista psicológico. El libro de Melanie Reinhart, Quirón nos acerca a un conocimiento más profundo del planetoide, como corregente de Sagitario. Los temas quironianos que propone la autora son, entre otros, el sanador, el herido y el heridor.

El mito de Quirón no solo abarca el ámbito mitológico, como hemos visto, sino que su historia ha traspasado la fábula y se ha convertido en un símbolo de la sanación, pero también, de las heridas que todos llevamos por dentro. Resulta paradójico, tal y como señaló Jung: «la verdad mitológica de que el heridor herido es el agente de la sanación, y de que el sufriente es quien aparta el sufrimiento».

Por tanto, la capacidad de Quirón tiene esa doble vertiente, igual que su naturaleza y su glifo, que conecta el mundo espiritual con el terrenal. Esa dualidad es la que refleja, como en un espejo, su imagen más primigenia y, al tiempo, lo vemos elevándose hacia otros mundos, donde poder alcanzar la sabiduría.