El pasado 10 de octubre, la copresidencia del Congreso de Sociedades Democráticas del Kurdistán en Europa (KCDK-E) pidió que ese día fuese declarado como el Día de Acción Mundial por la Liberación del activista Abdullah Öcalan. Öcalan lideró las filas del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). En febrero de 1999, en Kenia, el activista fue arrestado; se encuentra confinado en solitario en una celda en la Isla de Imrali, en el Mar de Mármara. A pesar de todas las peticiones de amnistía, primero fue condenado a muerte y, después, a cadena perpetua.

La República de Turquía, desde el año 2004, ha declarado que le Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) es un ente terrorista en varios países. Al parecer el PKK ha realizado acciones y actos de terror contra el Estado turco desde hace más de tres décadas; son de ideales marxistas-leninistas, aunque recientemente han migrado hacia un modelo más ecoanarquista y confederalista.

Temas como la detención de Abdullah Öcalan y el nuevo rol del PKK generan ciertas resistencias en las relaciones entre los kurdos turcos e Israel. En primer lugar, se necesita mantener una línea de cercanía entre los gobiernos de Ankara y Jerusalén por los equilibrios regionales, algo que en los últimos años se ha venido deteriorando por la política del presidente Erdoğan, que ahora está más cerca de la ideología y visión islámica fundamentalista de Hamas en la Franja de Gaza. Lo anterior, podría prever un acercamiento entre Diyarbakir y Jerusalén, sin embargo, las posiciones del PKK en décadas anteriores en su militancia socialista los llevó a conformar un eje de resistencia; cerraron filas durante la guerra civil libanesa, favoreciendo las acciones terroristas del grupo palestino contra objetivos israelíes. Por si fuera poco, se dice que, en la captura de Öcalan, el cuerpo de inteligencia israelí —el Mossad— colaboró. Este hecho indica la lejanía de las posiciones kurdas turcas del Estado de Israel; además, para agregarle sazón al asunto, la posición del líder kurdo con respecto a Israel es bastante crítica ya que acusa al gobierno israelí de facilitar datos de inteligencia y armamento al gobierno de Ankara, algo que no es una mentira.

Por otra parte, las declaraciones del líder kurdo, acusando a Israel de colaborar con los islamistas radicales de DAESH, ponen en evidencia esta situación de distanciamiento entre Diyarbakir y Jerusalén. Mientras tanto, Öcalan ha manifestado fuertes diferencias con el movimiento nacional de Israel (sionismo), por lo que se ha considerado que algunas de sus manifestaciones rayan en el antisemitismo, al querer negarle derecho de autodeterminación a los israelitas bajo su propio modelo nacional, algo bastante contradictorio por llamarlo de algún modo, considerando que el movimiento kurdo justamente lucha por un proceso de autodeterminación que también merecen después de siglos de dominio externo.

El Estado de Israel ha tenido importantes lazos con los kurdos iraquíes con quienes ha mantenido un diálogo constante; durante el referendo del año 2017, Israel fue de los pocos países que reconocieron el proceso independentista. Mientras que el contacto de Israel con los kurdos sirios ha sido de muy bajo perfil para no entorpecer los contactos que este grupo ha tenido con el gobierno de Bashar Al Assad, al mismo tiempo, la maquinaria militar de Erdoğan obtuvo el control al norte de Siria generando desplazados kurdos. El contacto israelí con los kurdos del Rojava sirio fue en materia humanitaria, aunque la información es difusa y no se confirma totalmente que se esté llevando de esta forma.

En un artículo de octubre de 2019 en el NY Times, el periodista David M. Halbfinger planteaba la disyuntiva del abandono y traición estadounidense contra los kurdos, temiendo que Israel pudiera, eventualmente, correr este mismo riesgo; algo que no es probable ocurra próximamente. Sin embargo, esto ha limitado las acciones del gobierno de Netanyahu, quien debe ajustar la agenda de política exterior sobre la región hacia los intereses de Washington; de ahí el impulso hacia las acciones sobre la región del Golfo. Dadas las circunstancias de Turquía en la región de Medio Oriente, entre más poder adquiera y su agenda sea mucho más tóxica, puede generar apoyo hacia los kurdos. Quizás no necesariamente se convierta en un concubinato escandaloso entre israelíes y kurdos, pero sí se podría presionar al mundo a darle mayor margen de apoyo a los kurdos. El pueblo kurdo en la región sigue siendo una ficha importante no jugada adecuadamente por parte de los poderes hegemónicos de la zona y deberían ser tomados en cuenta con el respeto y necesidad que ameritan.

Probablemente Israel no abogue necesariamente por la liberación de Öcalan, no es un aspecto importante de su política exterior con respecto a los kurdos turcos, pero quizás sí cambie un tanto su perspectiva con respecto a un eventual acercamiento político con el Partido Democrático de los Pueblos (HDP). Estos últimos lograron darle un golpe político al Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) del presidente turco durante las elecciones municipales de Estambul en 2019. A través de este contacto, Israel podría lograr que el gobierno de Ankara se concentre más en su agenda doméstica y menos en el panturquismo o neo otomanismo. Adicionalmente, el propio PPK ha ido perdiendo la visión negativa que se tiene sobre ellos y ganan una vocería más importante entre políticos europeos y estadounidenses.

En cuanto al movimiento confederal de Abdullah Öcalan, el modelo podría ser considerado como una respuesta para resolver los problemas del cisma político y social que vive la población palestina desde hace varios años, siendo importante estructurarlo de tal manera, que además de asentar instituciones sólidas, pueda dar pie a un proceso de unión, el cual permita finalmente que se ejecute la tan necesaria autodeterminación, que es importante aun para Israel en aras de resolver este conflicto.

Finalmente, como un tema de justicia histórica, ya es hora de que el propio pueblo kurdo logre un proceso de autodeterminación, no solo para conformar un Estado tapón que prevea controlar los desastres políticos actuales y los desequilibrios asimétricos en las zonas donde está asentada esta población y que también puedan, finalmente, tomar sus propias decisiones sin depender de gobiernos que en ocasiones tienen comportamientos exageradamente tóxicos (y así a eliminar los durísimos momentos de desplazamiento y exterminio).

Notas

Dag, V. (2020). The looming genocide against the Kurds: history should not repeat itself. Open Democracy. Julio, 17.
Halbfinger, D. (2019). Israelis Watch U.S. Abandon Kurds, and Worry: Who’s Next?. NY Times. Octubre, 8.
Kweskin, B. (2017). Israel’s Ambivalent Relations With Turkey’s Kurds . Vocal Europe. Marzo, 3.
Öcalan, A. (2012). *Confederalismo Democrático. Colonia, Alemania: International Initiatuve Edition.