Al señor Richard Huston, Australia.

Largo tiempo ha pasado desde que me apartó de su vida… Cada día creo volver a escuchar su dulce voz; cada hora transcurre con una lentitud intolerable; cada segundo me recuerda lo desdichado que soy.

Señor, sé que mi llegada no era una de sus muchas aspiraciones y que siempre le resulté un estorbo; pero el dolor de saberme rechazado por usted todavía me agobia, así como el hecho de que me condujera al autoexilio y me hiciera ambicionar, a diario, el fin de mi existencia.

¿Se ha olvidado de mí, padre? Yo todavía describo perfectamente esa helada madrugada cuando, luego de llegar a casa escoltado por su confidente, el alcohol, me atacó sin piedad, echándome para siempre del que era mi hogar.

Este reproche no es un saludo cortés para alguien que, a pesar de todo, alimentó a su hijo por algunos años, pero ¿acaso yo, que miré al mundo con la inocencia de un niño y busqué la aceptación de mi padre, merecía tal trato?

Señor Huston, firmó mi destino con la tinta de la desdicha y el maltrato: me arrojó a las garras de esta asquerosa sociedad, siendo yo un joven sin maldad ni experiencia. Le agradará saber que me convertí en un marginado, que sufrí sucesos espantosos y que empecé a sentir placer por el dolor ajeno, justamente como usted.

Refugiándome en la lectura, durante una de mis tantas noches con insomnio, me topé con un gran autor llamado José Julián Martínez, cuyo libro La Filosofía y los personajes de ficción (2018) me ha dado el amparo que he necesitado para salir adelante, haciéndome entender que los humanos y los seres ficcionales tenemos más en común de lo que creemos.

Existe otra pieza literaria de ficción que considero magistral y que deseo compartir con usted desde el infierno en el que me encuentro. Además, de acuerdo con Martínez (2018), la obra que mencionaré ofrece una perspectiva a la imaginación, describiendo las pasiones humanas de una manera más amplia y comprensiva que cualquier cantidad de hechos verídicos que pueda contarle.

Papá, el siguiente libro define por mí todo lo que quiero decirte; es un relato que tocará tu espíritu sin sutilezas, una crítica al prejuicio, la ambición enfermiza y la traición de un ser amado. Se trata de una obra de la brillante Mary Shelley: Frankenstein o el moderno Prometeo.

Te identificarás con el propio Frankenstein, un hombre decidido y persistente que ansía superar a todos aquellos que le precedieron y alcanzar la gloria y la inmortalidad, convirtiéndose en Prometeo, aquel que roba el fuego de los dioses y lo pone al alcance de los mortales. Con el tiempo, Frankenstein logra descubrir los enigmas del origen de la vida, utilizar la electricidad para animar la materia y crear una bestia que le atormentará hasta el fin de sus días.

Más que a la historia de cómo la codicia de un hombre le desgració la vida, y más que a su sufrimiento, quiero que le prestes especial atención al relato de la criatura que este erigió, puesto que ella le grita al mundo todo lo que yo no me atrevo a expresar.

El monstruo de la narración solo busca la aceptación de la humanidad, pero esta la desprecia. Al poseer emociones, deseos y pasiones, ese ser sentimental creado racionalmente sufre el rechazo de la sociedad debido a su fealdad. La bestia entiende que ha sido engañada por su propio creador, quien nunca le da su aprobación y la abandona en un mundo superficial y lleno de hipocresía: el rechazo social acaba con la inocencia y la dulzura de su alma, y saca a relucir su deseo de sangre y de venganza. El ángel rebelde se convirtió en un monstruoso diablo... (Shelley, 2004: 260).

Papá, la creación del doctor Frankenstein desarrolla primero su lado sensible que su faceta intelectual, pues una serie de sentimientos surgen en ella durante sus primeros días de vida, al apreciar el entorno en el que se encuentra; sin embargo, con el tiempo, logra utilizar la razón para garantizar su supervivencia e idear, más adelante, numerosas estrategias de venganza. Igual que me sucedió a mí cuando me echaste de casa. Comprenderás que, como el monstruo, yo solo soy el resultado de lo que esta repugnante sociedad me ha hecho y, más que todo, de las faltas que tuviste hacia mí.

Con él experimentamos, por un lado, la idea de que las circunstancias desfavorables, los prejuicios y la mala fortuna influyen en la degradación estética de nuestro carácter. Y, por otra parte, se ilustra de forma ficcional la hipótesis de que la envidia que sienten los desdichados por los que a su parecer son dichosos, funciona como motivación fundamental en el desarrollo de un carácter despiadado.

(Martínez, 2018: 131)

Señor Huston, le describo esta obra como mi última muestra de afecto y para cerrar una etapa de mi vida. ¡Quién sabe cómo le trate el limbo, pero yo sí sé qué será de mi mañana! Pronto se extinguirá el fuego que me atormenta (…). Mi espíritu descansará en paz allí donde, si es todavía consciente, todo habrá sin duda cambiado (Shelley, 2004: 263).

Aunque la vida me haya azotado con el látigo de su apatía, agradezco que nuestros caminos se hayan separado, pero lo recuerdo, constantemente, desde mi actual ubicación infernal.

Procure no terminar este relato con prisa sino saborear intensamente la desdicha que viví por su culpa, porque, en cuanto acabe de leer, el destino se encargará de usted. En mis manos está conseguir que hasta la luz del día te sea odiosa. Ciertamente tú eres mi creador pero, ahora, yo soy tu dueño (Shelley, 2004: 198).

Largo tiempo ha pasado desde que me apartó de su vida… Cada día creo volver a escuchar su dulce voz; cada hora transcurre con una lentitud intolerable; cada segundo me recuerda lo desdichado que soy.

¿Cómo no identificarnos con la ficción?
¿Cómo ignorar el vínculo del creador con su creación?
¿Cómo saber si esta no es una carta escrita, desde la desdicha, para el alma propia?

De cualquier forma, la culpa hostiga hasta el fin de los días…

El viento avivaba las llamas y, pronto, la casa desapareció tras una densa cortina de fuego que la envolvía lamiéndola con sus lenguas ardientes.

(Shelley, 2004: 162).

La conciencia.

Bibliografía

Shelley, M. (2004).Frankenstein o el moderno Prometeo. Ciudad de México: Lectorum.
Martínez, J. (2018). La Filosofía y los personajes de ficción. Caracas: Editorial Galipán.