Para inicios de marzo de 1945 este cruce del río Rin era ya la entrada directa al oeste de la Alemania nazi. La orden de Hitler antes de permitir el paso enemigo era destruirlo. Los avanzados aviones a reacción de la Luftwaffe se utilizaron al máximo durante ese ataque.

El general Ludendorff fue uno de los grandes estrategas de la Primera Guerra Mundial. Luego de los logros del general, con su nombre se bautizó un puente de acero para vía férrea, paso peatonal y vehículos menores entre el pueblo de Erpel, al oeste del Rin, cerca de Coblenza, y del más grande y conocido poblado de Remagen en la orilla oriental. Erpel es más pequeño por ser una ladera de montaña la cual esta comunicada por un túnel de ferrocarril que va hacia el más llano y extenso Remagen.

Cuando la contraofensiva de las Ardenas, en diciembre de 1944, no logró detener a los aliados, el avance se aceleró entre enero y febrero con el Grupo 12 del Ejército Norteamericano comandado por Bradley y el 21 de Montgomery. Ya los alemanes no lograban contener esa marea hacia Berlín así que comenzaron a bombardear a los invasores usando los nuevos aviones a reacción, entre ellos el Arado Ar 234 Blitz («Relámpago»), un bimotor con morro acristalado y sistema de tiro casi automático que ayudaba a su único tripulante-piloto en la precisión. Ya los Messerschmitt Me262 eran usados inadecuadamente desde 1944 como bombarderos, pero la aparición del Blitz alivió esta tarea al caza, como bien apunta Adolf Galland en su autobiografía.

Desde el 2 de marzo comenzaron los ataques del tercer grupo de bombardeo KG76 al avance aliado. Ese viernes despejaron 21 Blitz de la base en Achmer comandados por Robert Kowalewski. Los Arados eran escoltados por 71 Bf 109K4 y Bf 109G14 del JG27. Su misión era acabar con una columna de tanques británica. Cerca de Duren se encontraron con un enjambre de Spitfires Mk.XIV y Tempest del escuadrón 222 de la RAF. Los ingleses buscaron la nueva presa, pero sus defensas lograron proteger a 19 Blitz, los caídos de la Luftwaffe fueron el teniente Rogele, quien murió al recibir impacto directo que lo hizo estallar y el teniente Sutterlin, que logró saltar a salvo.

Si bien los alemanes no quedaron tan mal, ese día no lograron detener el avance. Las unidades en tierra que defenderían al puente y los dos pueblos ya eran formados por mujeres o niños grandes.

En cuanto a los blindados, la división Panzer número 11 «Fantasma» (donde casualmente estaba un venezolano, Dieter Pfeiffer) se encontraba en Bonn sin combustible para sus restantes 67 Panthers. La alternativa era volar el puente con cargas localizadas en las bases, pero las mismas no funcionaron.

Cinco días después la lucha era encarnizada entre los dos pueblos y los dos contrarios. En Erpel los aliados entrando por el túnel que daba al puente al cual bautizaron como «el hoyo del enano» y en Remagen lo que quedaba de la Wehrmacht. A las 4 de la tarde del día 7, los norteamericanos comenzaban a cruzar el Ludendorff.

Al siguiente día Hitler hace cambio de generales y da la orden definitiva: «¡Destruyan ese puente a todo costa!». Ese mismo 8 de marzo a las 16:45, tres veteranos Stuka y un solitario Fw 190 comenzaron el ataque para destruir al Ludendorff. Era obvio, los norteamericanos colocaron cinco unidades de baterías antiaéreas que iban desde las .50 hasta 90mm: estas dieron cuenta de los cuatro atacantes, los viejos Ju 87 resultaban muy lentos. Incluso Göring pensó en misiones suicidas pidiendo voluntarios que se estrellasen contra la estructura. Hubo voluntarios, pero algunos más inteligentes dijeron que mejores aviones eran necesarios.

Ese día atacaron los Me 262 del 1./KG51, entre ellos estaban Hermann Wieczoreck, Rony Lauer y su capitan Georg Csursky, quienes llevaban dos bombas de 250 kg por cada jet en la proa. Pasaron a baja altura seguidos por los primeros intentos con los Ar 234 que podía llevar hasta tres 500 kg o la enorme SC1000 Herman de una tonelada. Las pasadas eran desde los laterales del puente y no en la via paralela a la estructura, debido a la barrera natural que representaba la montaña en Erpel. La velocidad de los jets era nuevo para los aliados que no apuntaron bien, sin embargo el escuadrón 274 de la RAF envió los Tempest V: si bien no tenían la misma velocidad que los reactores alemanes, al menos hicieron embestidas frontales a los atacantes evitando la precisión. Esta escena fue recreada por el artista Nicolas Trudgian en su cuadro Clash over Remagen.

El día 9 comenzó temprano enviando los tradicionales Fw 190 y Bf 109 con una sola bomba de 250 kg, hasta llegar a los bimotores Me 410 sin ningún efecto pero con menos pérdidas. A las 2 de la tarde le tocó el turno a los Me 262 del 2./KG51 y Ar 234 del 8./KG76 que efectuaron tres salidas. Kowalewski comandó de nuevo, esta vez 30 Me 262 y 40 Ar 234. Trece cayeron a manos de la efectiva defensa y ninguno acertó sus bombas ni en el puente ni menos en las bases. Mientras, el ejército alemán logró ubicar artillería pesada logrando algunos impactos en el puente, pero estos no fueron mortales, solo a un tanque americano se le dio de lleno. El obstáculo se retiró rápidamente y el paso de tropas y vehículos continuó sobre los tablones que habían colocado los ingenieros americanos.

Uno de los pilotos que dejó su huella fue Friedrich Bruchlos, quien despegó de su base con su Ar 234 al máximo, llevaba una bomba Hermann entre los trenes de aterrizaje. Alcanzó la vista del puente como a las 15:00 y su instrucción era atacar usando la mira especial de su Arado. La cabina del Blitz ofrecía una visión perfecta y el periscopio Lofte 7K con la mira Egon daban un modo de bombardeo como nunca antes en aquellos días y en condiciones adversas ayudaba más. Sin embargo, ya las antiaéreas estaban resultando de una concentración y exactitud impenetrables.

En página central doble del libro Remagen, 1945 se logra ver una recreación de este instante, igual escena vemos en la caja del kit DML para el Ar 234B2 pero en pasada a muy baja altura. En ambos artes con ópticas distintas se ve el drama del momento, especialmente el enjambre de trazadoras y explosiones debió ser mas que intimidante para Friedrich, quien lograría soltar su gran bomba, pero como la de sus compañeros fue inefectiva. Al aeródromo nunca llegó, fue reportado como desaparecido. Lo que pasó según revelan reportes de las baterías americanas ese día fue que cuando entraba en el área una de las defensas le dio directo y eso lo llevó a estrellarse en las cercanías de la zona. Sus restos fueron hallados unos días después pero no fueron propiamente catalogados hasta 1975 al comenzar los trabajos de remoción final de escombros. Del aparato y su piloto se encontraron pedazos de metal que coincidían con la estructura de un Blitz y restos de su uniforme. En donde cayó se le hizo una bella tumba a esos treinta años después de encontrarlo.

Para el siguiente día la visibilidad era nula, evitando los ataques. Sin embargo, Himmler le expresó al Führer que usara las V2 sin pensar en víctimas propias. La artillería SS500 de formación reciente lanzó 11 misiles desde sus bases en Holanda sin lograr éxito. El día 12 aclaró un poco y únicamente dos Ar 234 atacaron esta vez del 6./KG7 volando sobre el blanco al mediodía con resultados nulos. Igual pasó con la oleada de la tarde por el 3./KG76 donde la baja fue un Blitz dañado al aterrizar de su fallida misión. Para el 13 la concentración fue la más fuerte de los ataques, 91 aviones, de los cuales 26 fueron derribados y 9 dañados. De entre los jets, 5 Me 262 fueron abatidos. 19 Blitz atacaron sin lograr blanco. El oficial Zwiener, en uno de los Ar 234 fue alcanzado, pero logró saltar cerca de Wesendorff.

El 14 de marzo, previendo los americanos de que el Ludendorff fuera impactado se construyó otro puente improvisado de balsas. Los alemanes enviaron minas flotantes con el curso del río no obstante los aliados colocaron barreras protectoras. Esa tarde volvieron los Blitz atacando el nuevo puente con el mismo tino y esta vez los esperaban aviones enemigos como un Spitfire que mató al teniente Johne. Otros dos Arados fueron atacados por P38s pero sus pilotos lograron salvarse. Un Mustang derribo otro Blitz. Finalmente la certera antiaérea logro otro tanto.

El colapso del Ludendorff no vino con el ataque del día 17, donde dos Ar 234 del 6./KG76 intentaron golpearlo por última vez; el balance mortal sucedió al retorno del piloto Pohlman cuando se estrelló al intentar aterrizar en la base de Burg le falló una de sus turbinas. Antes de anochecer, el maltrecho puente de metal cayó aparatosamente debido al resultado de tantos ataques. Pero ya había pasado el grueso del ejército americano y se mantenían las otras vías flotantes que ayudarías a la victoria definitiva un mes después.

El epílogo de esta lucha fue hace 30 años cuando se construyó un museo en la zona y se colocó una placa que reza:

Esta vez en Paz. Cuando en marzo de 1945 dos poderosos ejércitos se encontraron acá en batalla. En octubre de 1991 ellos se reunieron aquí de nuevo, esta vez en paz y amistad. Olvidemos.

Referencias

Becker, C. 1968. La Luftwaffe. Edit. Bruguera.
Galland, A. 1957. The fist and the last. Ballantines Books.
Zaloga, S. 2006. Remagen 1945. Osprey Publishing.