Cayo Julio César nació en 102 a. C. Pertenecía a una de las familias más antiguas y nobles de Roma, pero de escasa fortuna; de joven era parrandero y derrochador del dinero heredado. Cuando en alguna oportunidad se le preguntó por qué se comportaba así, ya que parecía inteligente y destinado a algo mejor, él contestó: cierto, derroché mi dinero regalándolo al pueblo de Roma, patrociné juegos y llevé una vida muy alegre, sin embargo, eso me hizo popular entre ellos, algo que yo sabía redundaría algún día a mi favor.

Fue elegido, sucediendo a su tío Cayo Aurelio, como Pontífice máximo, lo que comenzó a darle prestigio; años después, en una votación popular fue elegido como pretor urbano: era el 65 a.C.

Para ser considerado una gran figura romana era necesario tener una carrera militar, algo que él no poseía. En la República romana el ser militar era inseparable de la vida política, y los senadores romanos tenían luego que dedicarse a ambas tareas a la vez. César era considerado un hombre encantador y gran orador, al extremo de considerársele el segundo mas grande orador romano después de Cicerón. Para ello, tuvo varios maestros griegos y viajó a la isla de Rodas, donde existían varios grandes oradores con los que estudió. Esto deja ver como desde joven todo lo que hacía era calculado, pensando en su futuro.

De regreso del viaje a Rodas, su barco fue capturado por unos piratas que pidieron un gran rescate. Cuando le preguntaron qué haría al quedar libre, él les contestó que retornaría con una flota, los capturaría y ejecutaría. Las carcajadas de los piratas fueron generales, pues creyeron que hablaba en broma. Pero una vez elegido cónsul, regresó con una flota de barcos romanos y limpió el mar de piratas. Roma y el mundo aprendieron, a partir de ahí, que con César nadie jugaba.

Por cierto, se le ha criticado que Pompeya, su segunda esposa, fue injustamente declarada infiel, debido a una confusión en una fiesta en su casa estando ausente César. Habiendo llegado a juicio dicha acusación y siendo su esposa declarada inocente, sin embargo, Julio César se divorció de ella. Al preguntársele por qué lo había hecho contestó. La mujer de César no solo debe ser honesta, sino también aparentarlo.

Pero como no era un guerrero, para lo cual requería formarse militarmente, los senadores no le daban al principio mucha importancia. Pero Julio César sabía lo que hacía. Se casó tres veces con damas ricas de la nobleza. La primera fue Cornelia, hija del hombre más influyente de Roma, el patricio Lucio Cornelio Cinna. Al morir joven esta esposa, se casó con Pompeya, de la que se divorció, como relatamos. Y luego su tercera esposa fue Calpurnia, hija de un senador. Estos casamientos lo llevaron a relacionarse con lo más alto de la política romana, entre ellos con el senador y general Pompeyo y, además, asociarse con Craso, un millonario romano. Pompeyo casó con la sobrina de César lo que le dio más prestigio. Tiempo después, los tres fueron escogidos como cónsules llegando a formar el Primer Triunvirato de la República Romana. Antes de terminar su mandato logró sacar una ley que repartía tierras entre los soldados veteranos, algo que nunca olvidó el ejército.

Con el apoyo de los otros dos excónsules y de varios senadores que querían alejar de Roma a César por su popularidad, se le dio el mando de las legiones del norte de Roma. Así pudo partir con varias legiones como general a la Galia (Francia), la cual conquistó al igual que parte de Germania (Alemania), atravesó el Canal de la Mancha y llevó sus legiones a Gran Bretaña, donde dejó una guarnición. Estuvo peleando fuera de su país ocho años, y convirtió a la Galia en provincia romana y duró así quinientos años.

Las guerras que sostuvo las describió en los llamados Comentarios sobre la Guerra de las Galias, relato que se convirtió indispensable para políticos y militares jóvenes, para aprender cómo se conquista y gobierna una provincia romana. Fue a partir de ese momento en que se le comenzó a considerar un genio militar, pero eso despertó muchos celos: Catón, Pompeyo y Cicerón lograron que el Senado le quitara el mando de sus legiones y fue llamado a Roma. El otro cónsul, Craso, había muerto en una batalla en Asia Menor, y Pompeyo dominaba al senado. César sabía que eso era una condena, y que lo arrestarían bajo cargos falsos tratando de desprestigiarlo con el pueblo romano, el cual lo apreciaba mucho y no olvidaba su desprendimiento cuando joven.

Después de consultar con sus generales, que estuvieron de acuerdo en que regresar sería un suicidio, rechazó regresar solo y decidió hacerlo con parte de su ejército para que lo protegieran. Inició su marcha pasando el río Rubicón (desobedeciendo órdenes): esto simbolizaba la ruptura con la República Romana y la aparición de una guerra civil, con la posible instalación de una monarquía si él ganaba. Él estaba bien informado y sabía que Roma estaba sufriendo una crisis social y llena de corrupción en cuanto al senado y la nobleza que explotaban al pueblo. Esa fue la principal razón para decidir atravesar el río Rubicón que dividía la Galia de Italia. Al cruzar el río pronunció —o más bien Suetonio pondría en sus labios tales palabras— la inmortal frase alea iacta est, que se puede traducir por la suerte está echada, e ingresó con sus legiones a imponer orden, llegando hasta Roma después de derrotar a las tropas de Pompeyo, a quien persiguió hasta España; éste, derrotado nuevamente, huyó rumbo a Grecia.

Julio César regresó entonces a Roma, donde por tercera vez fue elegido cónsul y dictador vitalicio. Como Pompeyo se había convertido en su rival y enemigo, debió llevar una legión a Grecia, en su persecución, donde nuevamente lo derrotó, pese a que su ejército era dos veces el de César. De ahí Pompeyo se fue a Egipto. Nuevamente César decidió perseguirlo, ya que de lo contrario perdería autoridad, pero, cuando llegó, los egipcios lo habían asesinado.

En esos momentos, en Egipto, existía una guerra civil entre el rey de sólo 13 años y su hermana Cleopatra para ocupar solo uno el trono de los faraones. Por esa razón impuso el orden, y como necesitaba dinero y Egipto era muy rico, nombró a Cleopatra reina, que aparte de inteligente era hermosa. Él terminó enamorándose y conviviendo un tiempo con ella y teniendo un hijo. Antes había enviado un mensaje a Roma diciendo veni, vidi, vici (llegué, vi y vencí). Mientras él guerreaba en tantos lugares, su fiel y joven general Marco Antonio le cuidó Roma. Su regreso a Roma facilitó el cambio del antiguo régimen republicano al imperial, pero César fue tolerante con todos, incluso con sus enemigos. organizó un sistema de distribución de cereales al pueblo, estimuló el matrimonio y la natalidad quitando los impuestos a los padres, repartió bienes entre los soldados y los ciudadanos con menos recursos, fundó la primera biblioteca pública en Roma, mejoró los puertos y reorganizó las leyes, incluso hizo un calendario llamado Juliano, que actualmente persiste con leves modificaciones, y finalmente donó todas sus riquezas al pueblo, según su testamento. El pueblo lo adoraba y bajo su gobierno, la República Romana prosperó; sin embargo, algunos senadores en vista de que él gobernaba sin darle mucha importancia al Senado, decidieron que actuaba como un tirano que pretendía llegar a rey.

Entre los senadores confabulados para asesinarlo a puñaladas, estaban dos de su absoluta confianza, Casio y Bruto, quien posiblemente era su hijo, ya que Cesar tuvo amores con su madre Servilia, durante su juventud. Cuando en vida le habían preguntado si él quería ser rey, Cesar públicamente en las tres ocasiones lo había rechazado. El problema es que el sentimiento republicano, resentido por haber perdido el poder de un grupo de senadores, propició la conspiración.

Invitado durante los idus de marzo del año 44 a.C. (los idus eran días de buen augurio que se correspondían con el 15 — en marzo, mayo, julio y octubre— o el 13 — restantes casos— de cada mes), los senadores en grupo lo esperaban y lo hicieron pasar a un edificio anexo al senado y ahí de pronto, todos los apuñalaron huyendo luego despavoridos. Informado Marco Antonio, este fue y lo levantó, presentándolo todo ensangrentado al pueblo, el cual indignado pedía la cabeza de los asesinos. En la noche fue incinerado por los soldados de su legión preferida.

Es interesante señalar que entre las claves de su éxito como militar estaba el ejemplo que daba a sus legiones de quererlas y, de demostrarles un extraordinario valor estando siempre a la par de ellos en la lucha, al igual que Alejandro Magno y que fuera magnánimo en los triunfos dándoles parte del botín; eso hizo que se mostraran dispuestas a seguirlo hasta la muerte. Además, ya era un experto jinete y sabía manejar muy bien las armas y finalmente para él, sus compañeros de armas no eran soldados sino camaradas y ese trato y el que compartiera sus penalidades los hizo incondicionales de él.

Al igual que Alejandro, Julio César tenía un caballo especial que había criado en sus establos y sólo él podía montarlo. Se ha señalado que participó en 52 batallas, a la par de sus soldados. Probablemente fue el general romano que más veces luchó en guerras.

Héroe romano, como militar y conductor de su pueblo, mecenas, gran orador y diplomático, demagogo, con ambiciones sin límites desde joven. César, que por cierto no nació por una cesárea, como dice la leyenda, sino por parto normal, era un hombre que desde joven se trazó sus metas de llegar a ser la gran figura de Roma, lo cual logró por ser valeroso, carismático, inteligente y un buen administrador, capaz de dirigir una batalla y al senado. Su carisma lo llevó no sólo a ser amado por el ejército, sino por su pueblo, pero sus planes para engrandecer más a Roma quedaron truncados por manos asesinas, que luego pagaron su traición.

Tuvo solo dos hijos, Julia, hija de Cornelia, y Cesarión hijo de Cleopatra. Él adoptó a su sobrino Octavio a quien dejó como su sucesor según el testamento y quien llegó a ser el emperador Augusto, el primer emperador de Roma. Sus rivales políticos propalaron que Julio César era bisexual ya que de joven había tenido relaciones con Nicomedes, rey de Bitinia, quien lo ayudó económicamente. Cesar lo negó siempre. Marco Antonio resentido con Cesar por no haberlo hecho su heredero, dijo que su rival Octavio, el sobrino, había sido escogido porque había tenido relaciones con César, su tío. Fue tan grande la admiración que despertó, que, a partir de él, a todos los emperadores romanos cuando se les saludaba se les decía salve César.

Bibliografía

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