Reflexionemos por qué es imprescindible trabajar en expandir nuestra conciencia para poder vivir un nuevo paradigma que hará posible llegar a una gobernanza mundial.

1. El mundo actual y el desafío que nos presenta

Una gobernanza basada en el Bien Común como ya lo hemos señalado y conceptualizado en diversos artículos. Si bien aparecen como un tema de futuro, los cambios y adaptaciones han de comenzar ahora para un proceso que podría llevar un tiempo indeterminado, posiblemente unas centenas de años: pero aun así es hora de comenzar.

Estamos tratando de dejar de lado un paradigma que lleva miles de años y que nos ha llevado a un mundo en crisis en diferentes aspectos que van desde el deterioro climático planetario, el debilitamiento de la credibilidad ciudadana respecto de nuestras instituciones, la falta de un sentido de vida en muchos seres humanos y muchas otras manifestaciones.

Por otra parte, tenemos esperanzas de un mundo mejor ante el impresionante desarrollo de las ciencias y de la tecnología que puede llegar a significar una verdadera liberación del ser humano en cuanto a su actual dependencia de lo material y encausar todo ello adecuadamente en la medida de que usemos dichos avances para el Bien Común.

Para que esto último sea posible y evitemos un desastre planetario que a veces se nos hace inminente, necesitamos liberarnos del viejo paradigma de «los opuestos» y desarrollar un paradigma diferente, que nos conduzca a pensar y actuar fundamentados en ese Bien Común.

Esto no es una nueva ideología ni un nuevo partido político, dado que no se trata de algo partidista, sino de integración y de inclusión a nivel planetario de todos los seres humanos en su diversidad sin excepción.

El paradigma actual conduce necesariamente a lo conflictivo, se alimenta de posturas ideológicas que defienden cierto tipo de visiones que apoyan a unos respecto de otros que se consideran «opuestos», enemigos, herejes, infieles y similares, todo ello fuente de odiosidades y violencias.

Un nuevo modo de pensar, de sentir, de actuar basado en el Bien Común, en la inclusión de lo diverso, un Nuevo Paradigma, se basa en decisiones inteligentes, científicas, viables, orientadas por los valores esenciales al humanismo y aceptables de manera racional y consensuada.

2. El Desenvolvimiento espiritual como fundamento de la Escuela Formativa de Conciencia

2.1. Acerca de lo espiritual

Hemos señalado que para llegar a una Gobernanza Planetaria necesitamos generar un compromiso de la ciudadanía del planeta para participar de aquello que denominamos Escuelas formativas de Consciencia o de desenvolvimiento espiritual.

A nuestros efectos, la espiritualidad es tener un sentido existencial (un Norte vital), lo que se relaciona normalmente con el amor, algo natural en el ser humano de acuerdo a las investigaciones del biólogo chileno Humberto Maturana, candidato al Premio Nobel, que a su vez se expresa en un «espíritu de servicio», en tratar de hacer el bien. Es por ello que la espiritualidad la relacionamos con los aspectos de gobernanza orientada al Bien Común.

El desenvolvimiento espiritual tiene relación con un trabajo interior vinculado a tratar de expandir la consciencia y de ser consecuentes con ello en las diversas expresiones de nuestra vida.

El espíritu de servir, de aportar al medio con el cual cada uno se relaciona en cuanto seres humanos, nace del hecho de que somos seres en relación, dependemos unos de otros.

La que hemos definido como Escuela Formativa de Conciencia es en la práctica una escuela o un camino de desenvolvimiento espiritual como un proceso de trabajo interior–exterior sostenido y comprometido, sobre la base de un método de vida que cada cual abraza.

Nuestra vocación de servicio es también una manifestación del Amor humano dado que el amor está en relación con lo social, con el medio, con lo que nos trasciende a nosotros mismos en cuanto a ser individuos sociales y no aislados.

Para efectos conceptuales del lenguaje que usamos en estos artículos, la categoría de lo espiritual se relaciona a los valores más intrínsecos del ser humano en su más noble expresión. Están relacionados a las diversas expresiones del humanismo, de la ética, del amor, del servicio desinteresado, de generar ambientes gratos, etc.

2.2. Lo espiritual y los sistemas de creencias

Es fundamental que el concepto de espiritualidad en nuestro lenguaje conceptual, no esté ligado a ningún sistema de creencias, a ninguna doctrina, a ningún credo, a ninguna religión en particular. Lo espiritual no requiere ningún sistema de creencias: es una elección voluntaria que lleva a cumplir con nuestra vocación de servicio que nace del Amor como aspecto esencial de ser humano. Podría señalarse que la única creencia requerida es que uno sea capaz de desenvolver, a través de un método de vida, su capacidad amorosa traducida en una expansión de la consciencia que lleva a un espíritu de servicio.

El proceso de desenvolvernos también nos lleva a tener siempre presente nuestra ignorancia esencial, que no somos dueños de «la verdad», que a través de un método podemos aprender a observarnos, conocernos y escuchar la retroalimentación de quienes se relacionan con nosotros. Expresiones como la música, el arte, la literatura y otras manifestaciones humanistas también pueden ser parte de las herramientas de desenvolvimiento espiritual, todo ello puede complementarse y ser parte de ese proceso.

Herramientas o medios para desenvolverse pueden ser entre otros, la reflexión, el diálogo, la meditación, la práctica del silencio y actos de detención, la práctica del autocontrol, la conciencia permanente de nuestra pequeñez y de nuestra ignorancia, aplicadas muy especialmente a no defender posturas ideológicas u opiniones como si fuesen la verdad y el desarrollo de nuestra capacidad de empatía con quienes nos relacionamos.

2.3 De las religiones, los credos y las creencias

Desde el origen de su historia, el ser humano se ha planteado preguntas acerca del sentido de su existencia. ¿Quién soy?, ¿qué hago aquí?, ¿cuál es el objetivo de mi existencia? ¿Qué ocurre después de la muerte física? Lo espiritual no pretende responder estas preguntas. En el concepto de lo espiritual para nuestros efectos, aceptamos nuestra ignorancia fundamental, pero desenvolviendo nuestra capacidad amorosa le “damos sentido” a nuestra vida, nos abrimos a la curiosidad, a la investigación, a la creatividad, al conocimiento.

Las religiones, los diferentes credos, las diversas creencias han intentado dar respuesta a estas cuestiones y muchas personas creen haber encontrado en algunas de ellas, las respuestas que buscaban. El tema sustancial es que al encontrar respuestas, se quedan generalmente en la adquisición de un sistema de creencias, en la pertenencia a determinada doctrina generando una conciencia limitada a las doctrinas o creencias que abrazan. De allí hay un paso pequeño a creer que tienen la verdad y que aquel que no cree del mismo modo merece ser “conquistado o eliminado”, lo que constituye parte importante de la historia conocida de la humanidad. Las religiones, credos y creencias actuales se han mantenido dentro del paradigma que hace miles de años nos rigen y representan un freno al desenvolvimiento espiritual de los seres humanos.

3. De los ámbitos de acción

3.1. Ámbito de acción de lo espiritual

Es un trabajo de cada ser humano consigo mismo y al mismo tiempo en equipo con otras personas que se comprometen con ese propósito; por esa razón lo que hemos denominado Escuela Formativa de Conciencia, o Caminos de Desenvolvimiento Espiritual que corresponde al ámbito íntimo de cada cual, pero que inexorablemente se manifiesta en lo que él piensa y en cómo siente y actúa. El tema del ser consecuente es sin duda el indicador más evidente acerca de su trabajo interior exterior.

3.2. Ámbito de acción de las religiones y credos

La religión, los credos y las pertenencias que cada persona estime abrazar, es un tema que sólo le concierne a su ámbito privado tanto familiar como individual. Las Instituciones que las pudiesen representar llámense como se llamen, tienen ese ámbito de acción. No han de tener ningún tipo de accion en el ámbito de lo público.

Sin embargo, una gobernanza planetaria con una educación Pública orientada hacia el Bien Común que promueva tanto el desarrollo de lo personal como de lo espiritual, ha de clarificar y controlar el ámbito en el que se manifiestan las creencias en sus diversas expresiones acerca de las cuales no existe evidencia. La costumbre de imponer a los demás alguna religión, creencia o credo afecta lo esencial de los valores humanistas, el derecho a elegir y el respeto al libre albedrío en un ambiente social de respeto al prójimo y constituyen una traba a los valores humanistas y a una formación dentro de un nuevo paradigma que nos oriente hacia el Bien Común que como seres humanos requerimos.

Los valores humanistas amparan el Bien Común, están abiertos a los descubrimientos científicos y orientan la aplicación de las tecnologías que se desarrollan. La filosofía basada en el Bien Común estimula la curiosidad, la creatividad, la investigación.

La tendencia tradicional e histórica de religiones y credos ha sido y es la de “encerrarse” dentro de doctrinas determinadas que a veces pretenden ser la única verdad con lo que entran en dificultades con quienes tienen otra manera de pensar o de creer y suelen chocar con el avance científico en particular oponiéndose al mismo lo que la historia demuestra de manera ilustrativa.

Por lo anterior, no podría ni debería existir una mezcla entre religión y sistema de creencias o doctrinas basadas en las mismas con la gobernanza del planeta: ellas son actividades y roles diferentes que no tienen ni deben mezclarse, porque se contaminan y confunden.

Por lo mismo, las religiones, credos o similares, en cuanto sistemas de creencias en sus diversos aspectos, no pueden ser o formar parte del ámbito educacional público del planeta, salvo en los aspectos culturales e históricos de dicha educación como una de las tantas expresiones de la diversidad del ser humano. Esa educación pública sin duda tendrá que dar a conocer las diversas tragedias que como religiones han provocado durante su historia en la sociedad, en la relación entre los pueblos, (guerras en el nombre de Dios), en la calificación de herejes o infieles con la consiguiente persecución y matanza de los mismos y así sucesivamente. Seguramente se estudiará la historia de esos credos de manera que se alertará para no caer en algo similar en el caso de abrazar nuevamente algún aspecto de sus doctrinas que retrotraiga hacia el paradigma que hoy nos rige. El que las religiones y credos puedan ocupar un lugar en la sociedad y según le haga sentido a cada ser humanos no implica que no tengan su validez y su importancia, pero ello se lo da cada persona. La Gobernanza Planetaria en el futuro cuidará a través de la educación de que ningún credo o sistema de creencias se pueda imponer a los demás como si fuese la única verdad, menos aún por la fuerza o contra la voluntad de cada uno.

Es importante considerar que las Religiones Institucionalizadas y algunos otros credos han sido y siguen siendo las fuentes desde las cuales han nacido los fundamentalismos político-religiosos que tanta destrucción, daño y muerte han causado y siguen causando en este planeta constituyendo uno de los cánceres mentales más graves en la actualidad. Sin duda alguna esos fundamentalismos son una de las expresiones más nefastas del paradigma de los opuestos en el cual estamos aún insertos. Por lo mismo, este tipo de doctrinas, instituciones o poderes no pueden ser parte ni de la gobernanza ni de una educación planetaria que pretende formar al ser humano en los valores humanistas que sustentan el Bien Común. El ámbito de las creencias ha de estar sólo al interior de las familias como algo privado y con la protección social a cada ser humano en particular a fin de que pueda decidir y elegir según su libre albedrío sin presiones indebidas.

3.3. De la Educación Pública Planetaria

Todo lo relacionado al desenvolvimiento espiritual tendría, a su debido tiempo que formar parte de los sistemas educacionales a nivel planetario de manera que todos tengamos acceso a las diversas herramientas para vivir de manera consciente y voluntaria nuestro “método de vida” además de hacernos aptos para ser socialmente útil.

El desenvolvimiento personal lleva al ser humano a adquirir las competencias necesarias para aportar a la sociedad y al Bien Común. El desenvolvimiento espiritual nos expande la conciencia y nos hace consecuentes con los más profundos valores humanistas: Ambos aspectos habrán de formar parte de la educación pública del futuro.

Cuando pensamos en Educación Pública Planetaria tendríamos que concebirla como algo en común para el género humano: el compartir los valores y principios propios de la espiritualidad como lo hemos conceptualizado y entregar las competencias para aportar a la sociedad como seres humanos útiles.

Sin embargo, los detalles mismos de los sistemas educacionales en cada región, subregión o localidades han de concebirse de manera absolutamente descentralizada pensando en las características y voluntades participativas de sus ciudadanos. Este tipo de detalles nos trasciende actualmente pero habrá que ir aplicando nuestra capacidad creativa y nuestra flexibilidad profunda ante la diversidad.

Viviremos en un planeta heterogéneo por su diversidad y expresión aprendiendo de todo ello, pero al mismo tiempo, homogéneo en cuanto a sus valores esenciales fundamentales vinculados al humanismo, a la expansión del Amor, al conocimiento de las ciencias y al desarrollo de las tecnologías todo ello aplicadas al Bien Común.

¿Un sueño? Posiblemente. Pero al mismo tiempo una necesidad perentoria como sociedad humana ante los peligros de sobrevivencia que nos acechan.