种 瓜 得 瓜,种 豆 得 豆 .

(Proverbio chino, su traducción en español es: «Siembra melón, obtiene melón; siembra alubias, obtiene alubias »).

Días después de la masacre de Parkland, en Florida, Remington solicitaba ayuda para salvarse de la bancarrota. Aunque parezca paradójico, además de que el consumo de armas en los Estados Unidos de América está bajando por su propio peso, una de las razones de la disminución es la Administración Trump. Los amantes de las armas ya no tienen que correr a su tienda amiga a abastecerse y guardar un stock de rifles y pistolas como en la época de Obama. Desapareció el miedo a que un presidente cambie las normas y no puedan hacerse con un buen metal y unas balas a la hora que les dé la gana. Trump ha calmado sus ánimos y eso hace que la demanda baje.

Para salir del hoyo, la industria busca atraer a los que se han ido con nuevos productos. La pistola inteligente (smart gun, en inglés) parece ser uno de los desarrollos que calma los ánimos del público estadounidense, pero ¿qué tecnología nos protegerá de nosotros mismos?

Un repaso a los últimos avances en armamento

El ser humano es un crisol en el que se gesta lo peor y lo mejor. La tecnología es un reflejo de la capacidad de los hombres para evolucionar o involucionar como raza.

Me he dado un paseo por la revista Popular Mechanics para ver qué se cuece en este mundo de las armas y es grato ver que en el mundo militar hay muchos descubrimientos que no tienen que ver con el armamento propiamente dicho. Esta es la cara buena, la industria militar tiene algo que no es para matar. Podemos encontrar bolas hinchables que en realidad son antenas satelitales fáciles de orientar o sistemas para mover grandes pesos sin esfuerzo. Si echamos un ojo a la historia, muchos descubrimientos de uso diario vinieron de la industria militar. Entonces, ¿por qué no orientar la industria militar a esos usos?

¿Quiénes no necesitan armas?

Los países nórdicos están planteándose deshacerse de los ejércitos. Costa Rica ya lo hizo. No tiene intenciones de luchar en una guerra. ¿Por qué la mayoría de las empresas productoras de armamento son estatales? ¿Y por qué la industria armamentística, aunque tenga soporte privado, es una de las más controladas por sus respectivos Estados?

Nunca te fíes de un tío con una pistola en la mano.

Puede que no quiera algo bueno. Los ejércitos pertenecen a los Estados. Y cuando no es así, se les llama milicias y todos sabemos lo que eso significa. Creo que hay algún escalón más en esta lista decreciente de calidad en la denominación de los portadores de armas, sí, están los paramilitares y me parece que después, o no sé si a la par o encima de ellos están las guerrillas. Aunque lo más bajo en el catálogo de grupos armados, decidme si estoy equivocado, son los terroristas.

Si todos esos necesitan armas, ¿quiénes no las necesitan?

Al parecer todos necesitamos armas (directa o indirectamente) para protegernos de los malos. Los malos son los de la lista que aparece en el párrafo anterior, empezando desde el final hacia arriba. Los de arriba del todo serían los buenos (y para los malos, pues el orden sería el inverso, es decir, los ejércitos ganan en perversión).

Necesitamos armas al menos indirectamente —grupos armados bajo las órdenes de los que votamos— porque nos sentimos indefensos.

Nos lo dice la razón, no hay más que repasar nuestro pasado guerrero. Cada año nuestros queridos gobiernos invierten en seguridad entre un 1% y 10% de lo que generamos como país.

Pero incluso aceptando que como Estado sí necesitamos las armas, ¿por qué también es menester venderlas? Los Estados desarrollados no solo diseñan, fabrican y tienen armas para su protección, también las venden a otros. Es un gran negocio, de eso no hay dudas, aunque es incluso mucho más que un negocio. Allí es donde quiero llegar con este artículo de hoy.

Siembra melón, obtiene melón; siembra armas obtiene armas

En la batalla económica, está oculta también la batalla ideológica y moral. El imperio occidental tiene hoy, delante de él, un gigante que casi ha terminado de ponerse en pie.

El eje EUA-Rusia se ha transformando en un triángulo y: ¿quién nos garantiza que no vuelva a ser un eje pero con China en uno de los extremos? El gigante asiático está desplazando a Rusia de uno de los vértices. China avanza con paso fuerte en la industria del armamento y no es de forma inocente. Si quieres tener voz en el mundo no basta con que seas buen diplomático, con que tengas gran parte del comercio mundial o con que los vecinos no te odien demasiado.* ¿Es necesario tener armas?*, preguntaréis. No solo eso. Hace falta, además, ser proveedor de armas de los enemigos de tu enemigo.

Este artículo del periódico El País habla sobre China como proveedor de armas. El texto está claramente orientado a dar una imagen negativa del Estado más poblado del mundo al no preguntar a quién vende estas mercancías peligrosas. No voy a cuestionarlo, pero sí me atrevo a decir que me parece inocente creer que ninguno de los mayores tecnólogos, fabricantes y vendedores de armamento del mundo tengan muchos más escrúpulos que China a la hora de vender armamento. En España hace poco un Gobierno socialista tuvo algo de escrúpulos al vender armas a un aliado peligroso y después de cierta la agitación social —pérdida de empleos en el sur del país y otras razones no reveladas— se vio obligado a pasar de los escrúpulos y vender como patatas sus productos explosivos.

En un mundo globalizado es muy difícil evitar que las armas que se producen en Wichita no lleguen a manos del enemigo que está en Wichita o que las diseñadas en China y fabricadas en Vietnam no sean usadas por el ISIS. La industria del armamento vive del armamento y el armamento no son fresas ni zanahorias, son herramientas que sirven para matar.

El proverbio chino que encabeza este artículo me ha venido como anillo al dedo: la tecnología es necesaria. No evolucionaríamos sin la tecnología y cada paso que da el hombre en sentido tecnológico es un paso bien dado, pero, ¿en todas las áreas de la tecnología?

Lo dudo. Creo que seguir desarrollando armas cada vez más complejas, inteligentes y destructivas es un gran error.