Las cifras de los matrimonios infantiles siguen siendo desalentadoras. Según un informe del Parlamento Europeo, 650 millones de mujeres y niñas en el mundo se han casado o han sido casadas antes de cumplir los 18 años, lo que supone que globalmente este fenómeno afecta a una de cada cinco mujeres.

Aunque la mayoría de edad varía según los países, varias convenciones internacionales, en línea con la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, que fue firmada por 140 estados, establecen que la definición de matrimonio infantil responde a cualquier pareja en la que al menos un miembro -normalmente la niña- tenga menos de 18 años. En el matrimonio infantil es cinco veces más común que las niñas sean las menores de edad que lo sean los varones, según un informe de UNICEF.

En la mayoría de los países, la edad mínima para contraer matrimonio es de 18 años, sin embargo, aunque solo seis países no especifican una edad mínima para contraer matrimonio en su legislación, al menos 117 países tienen exenciones a esta regla.

Los países con el índice más alto de matrimonio infantil son Guinea, Sudán del Sur, Mali, Burkina Faso, Bangladesh, Chad, República Centroafricana y Níger.

En los países del oeste y del centro de África, cuatro de cada diez niñas son casadas antes de cumplir la mayoría de edad y una de cada tres, antes de cumplir los 15 años, según informa UNICEF.

Los matrimonios infantiles tienen un trasfondo cultural. Dependiendo de las tradiciones culturales locales, los matrimonios con menores son consagrados legal o religiosamente, o simplemente son reconocidos por la comunidad.

Aunque las razones para el matrimonio infantil varían dependiendo del país, a menudo están interrelacionadas. En algunos lugares, esta práctica tradicional no se cuestiona, porque se supone que aborda otras preocupaciones, como por ejemplo, aliviar la necesidad de los padres a alimentar a sus hijas jóvenes o como solución para que no existan hijos fuera del matrimonio, ya que en algunas sociedades está considerado negativamente. Otro de los motivos, es que el compromiso matrimonial también consolida la solidaridad entre las familias, lo que puede suponer beneficios económicos o sociales.

En este contexto, las comunidades en las que tienen lugar los matrimonios infantiles suelen estar marcadas por una fuerte desigualdad de género; además, este fenómeno va acompañado de otros abusos o formas de discriminación tales como: la desescolarización de las niñas, los derechos de propiedad de la tierra exclusivamente masculinos, el acceso restringido o nulo de las mujeres al mercado de trabajo, la falta de acceso a la planificación familiar y, en algunos casos, la mutilación genital femenina (MGF) y la trata de personas.

La eliminación del matrimonio infantil para el año 2030 era parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, sin embargo, hasta ahora el progreso ha sido insuficiente para alcanzar este objetivo. «En el mejor de los casos, en 2030, 50 millones de mujeres de entre 20 y 24 años todavía serán casadas antes de los 18 años», afirma el Parlamento Europeo en un comunicado.

Está claro que un cambio en la mentalidad solo puede ser impulsado por programas a largo plazo y múltiples medidas que consideren la cultura, los valores y las creencias de las comunidades locales, al mismo tiempo que se mejoran el acceso a la educación, los servicios de sanidad y las oportunidades de trabajo para ambos sexos.