Suele haber ideas erróneas sobre América Latina.

En francés, por ejemplo, se dice: «... ces petits pays de là-bas», aunque la superficie de América Latina es más del doble que la de Europa, incluyendo la parte europea de Rusia; mientras la longitud Norte - Sur de Chile («una larga y angosta faja de tierra») es bastante más que la distancia en línea recta entre Lisboa y Moscú, o entre el punto más al norte de Escandinavia y la isla más al sur de Grecia.

Aunque tal vez no es a la superficie que hace referencia el comentario citado, sino a la importancia relativa. Y ahí sí, los países de América Latina son en general países de mediano o aún bajo desarrollo. Pese a lo cual, por ejemplo, el Producto Interno Bruto (PIB) de la región en su conjunto, a Paridad del Poder de Compra (PPC), es algo más de la mitad del de los EEUU y algo menos de la mitad del de la Unión Europea, o más del doble que el de Alemania o Rusia; mientras el de Brasil está entre los ocho mayores del mundo, por sobre el Reino Unido y Francia, y el de México entre los once mayores del mundo, por sobre Italia y Turquía.

Más aún, el PIB per cápita a PPC, que generalmente se considera como indicador del nivel de vida, alcanza en varios países a niveles cercanos al que generalmente se considera ya como nivel de desarrollo: está por sobre los 20.000 USD en Uruguay, Argentina y México y por sobre los 25.000 USD en Chile y Panamá.

Por otra parte, el promedio regional de población urbana es actualmente de un 80 % de la población total, de manera que la imagen del campesino envuelto en un poncho y durmiendo sentado bajo un sombrero alón, anda bastante descaminada. Por lo demás, según un estudio realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México, Costa Rica y Chile, están entre los cinco países donde más horas al año se trabaja por persona, muy por sobre el promedio de los países de la OCDE; y un estudio de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) muestra que en toda América Latina el promedio de horas trabajadas por semana es de más de 40 y hasta de 45, generalmente en jornada continua. Se puede sostener por tanto que la productividad del trabajo debería mejorar, pero tampoco el estereotipo de la siesta es muy acertado, al menos no respecto a los días laborales.

En cuanto al desarrollo urbano, conviene a la vez no perder de vista que algunas de las ciudades latinoamericanas están entre las más pobladas del mundo: Ciudad de México, con más de 22 millones, entre las nueve mayores, por sobre Nueva York; Sao Paulo con casi 22 millones, entre las once mayores, por sobre Estambul; y la población de Santiago de Chile, de algo más de siete millones, es casi igual a la población total de Serbia.

De manera que resulta bastante irrisorio que, por ejemplo, se le pregunte a alguien que proviene de Santiago si no conocerá a alguien que reside en São Paulo, a una distancia de más de 3.000 kilómetros; como si a alguien que vive en Belgrado se le preguntara si no conocerá a alguien que reside en Lisboa.

En fin, que si se quiere valorar las potencialidades de desarrollo y el interés que de por sí tiene la relación con América Latina, conviene visualizar su realidad tal cual es efectivamente.