El espíritu wanderlust se proclama como una tendencia absoluta entre los millennials – y no tan millennials -. Wander (vagar/deambular) + Lust (pasión/deseo) = wanderlust (pasión por viajar). Y es que para muchos viajar es mucho más que elegir un destino en vacaciones. Es una forma de vida, una manera de apagar nuestra sed de conquistar el mundo, descubrir nuevos lugares, nuevas culturas; una terapia para que nuestra alma inquieta pare por un segundo y capture en la retina paisajes únicos, atardeceres irrepetibles, formas de vivir que nunca imaginaste… Wanderlust es una forma de viajar distinta, donde no eres un turista, sino que te pierdes entre la gente, vives con ellos, comes como ellos… y te encuentras a ti mismo.

Quizá sea esta nueva actitud la que lleva a viajar de forma diferente. Y es que cada vez valoramos más poder descubrir cosas locales, que no vienen en una guía de viaje; nos gusta más integrarnos en la cultura del lugar que visitamos, incluso vivir con ellos…

Y así, en este interés por compartir (valores, formas de vida…) llegamos incluso a compartir casa. Así comenzaron su andadura, por ejemplo, Brian Chesky y Joe Gebbia, cofundadores de Airbnb, hace ya 10 años, con tan solo tres colchones hinchables en su apartamento de San Francisco. Brian siempre cuenta en sus entrevistas que «todo el mundo pensaba que la idea de que un desconocido pudiera alojarse en casa de otro era una locura. Hoy, millones de personas lo hacen cada noche». Y es que la palabra Wanderlust está en el ADN de Brian y Joe.

En su web puedes encontrar alojamiento en cualquier lugar del planeta: puedes compartir vivienda con sus dueños habituales, puedes alquilar una casa entera… o descubrir sitios que no habrías imaginado nunca, como esta casa en un árbol en Atlanta. Lejos de ser la de Tarzán, esta casa es una de las más wishlisteadas de la plataforma y es comprensible: tres habitaciones maravillosas decoradas con todo lujo de detalles, ubicadas entre los árboles, y a solo unos minutos del centro de la ciudad; un auténtico refugio urbano. La casa del árbol ofrece un retiro íntimo, sencillo y relajante para dos personas que no se sorprendan con cualquier cosa.

Aunque, a mi modo de ver, ser un verdadero aventurero no pasa solo por descubrir sitios inhóspitos en lugares distintos; sino por intentar hacer las cosas de manera diferente. Muchas veces, simplemente alquilar una casa «real» en un sitio mágico hace que te sientas un lugareño en vez de un turista. Por ejemplo, en Oporto hay miles de hoteles maravillosos que te harán disfrutar de una estancia magnífica, pero puedes elegir - en lugar de la comodidad del servicio de habitaciones y que te hagan la cama por la mañana - irte a un apartamento increíble de los que te ofrece Una Portugal , de diferentes tamaños. Y para que puedas sentirte como en casa, puedes pedirles incluso que te hagan la compra y preparar tú una cena deliciosa regada con un buen vino de oporto. Personalmente, me encanta su apartamento Douro à vista con su terraza a la ribera del Duero: un apartamento exquisito de 170 metros cuadrados, con 2 dormitorios, salón con dos ambientes en la Freguesia de Massarelos, situado en un edificio emblemático que fue un antiguo frigorífico de bacalao desde el que disfrutar de unas maravillosas vistas. Además, el equipo de Una Portugal se encargará de darte la información que quieras para que descubras Oporto como alguien de allí, lejos de hacer solo el turismo habitual.

También es propio de un espíritu Wanderlust no «conformarse» con esas experiencias que se puedan comprar. A veces hay que ir un paso más allá y retar al propio dinero para hacer cosas totalmente únicas, cosas que están incluso prohibidas para la gran mayoría de los mortales. ¿Como qué? Como un tour privado por la Ciudad Prohibida (Pekín, China) incluyendo las zonas que están «prohibidas» – nunca mejor dicho para los turistas, con un guía experto que dará vida a la historia y los secretos de sus pasajes y habitaciones ocultas. Y es que la Ciudad Prohibida albergó durante siglos el poder imperial de China fue hogar de 24 emperadores de las dinastías Ming (1368-1644) y Qing (1644-1911) y de los miles de cortesanos, sirvientes, políticos y artesanos que pasaron sus vidas dentro de sus muros. Parece algo imposible, pero no lo es, al menos si tienes una tarjeta Mastercard y disfrutas del programa Priceless Cities que te da acceso a experiencias inolvidables en todo el mundo que, de otra manera, no podrías comprar.

Vivir con valores es algo propio de estos espíritus viajeros. Y en esos valores se encuentra también entender los lugares que visitan, saber sus problemáticas, vivir de la forma en lo que ellos viven e intentar ser uno de ellos durante unas horas, y mejor aún, si en esas horas, además, pueden ayudar. Si viajas a La Habana, por ejemplo, además de enamorarte de sus colores, sus sabores y su vida puedes vivir una experiencia con la ONG Cuba Skate . Puedes pasar un día entero con skaters, jóvenes artistas y disfrutar del día mientras haces tu propio monopatín mientras compartes con ellos una jornada que incluye su música, su gastronomía… y su alegría de vivir. O si viajas a Costa Rica y eres un enamorado del mar, puedes colaborar durante un día con la organización Last de protección de tortugas marinas y ayudar a controlarlas, cuidarlas de posibles arañazos o golpes, darlas de comer y asegurarte de que están en perfecto estado.

Al final, lo bonito de viajar es salir de nuestra zona de confort, estar preparados para la aventura, no tener miedo a perdernos. Porque sabemos que nos encontraremos, sabremos llegar y nos conoceremos más, incluso, a nosotros mismos. Como dijo Mark Twain, «dentro de veinte años estarás más decepcionado de las cosas que no hiciste que de las que hiciste. Así que desata amarras y navega alejándote de los puertos conocidos. Aprovecha los vientos alisios en tus velas. Explora. Sueña. Descubre!». ¡Feliz viaje, espíritu wanderlust!