Hemos sobrevivido a otro San Valentín y este año me he pasado todo febrero viendo películas de amor. Esto no porque yo sea un romántico, sino porque la cartelera no daba más alternativas.

Me puse a llorar con decenas de películas que hablan del Eros, esa fuerza potente que mueve el mundo, que nos llena, que nos hace sentir vivos como si prendíamos fuego por dentro.

Eros es deseo, es fantasía, es sueño.

Cuando nos enamoramos no pensamos en otra cosa que no sea en la otra persona hasta el punto de que sus defectos se transforman en virtudes: su roncar por la noche, su comerse las uñas o su risa de hipopótamo ahogado nos parece sublime.

Más escena de amor veía, más me daba cuenta cómo la comunicación no verbal es una parte fundamental (si es que no única) durante el enamoramiento.

A veces basta una mirada, un toque ligero encima de la mano, un mordisco a los labios, acariciarse el pelo, un escote o una sonrisa.

El Eros coge forma con nuestra comunicación no verbal.

En momentos de alta tensión, nerviosismo y carga emocional difícilmente podemos controlar nuestro comportamiento no verbal.

Cuando estamos enamorados vivimos en un estado de completa excitación donde nuestro cuerpo nos pide acercarnos a la otra persona, queremos llamar su atención inconscientemente y sin querer le mandamos señales de nuestros sentimientos.

Es que el cuerpo te lo pide.

Por eso intentamos siempre acortar las distancias con algunas excusas, necesitamos su contacto, estar cerca de ella.

Nuestra postura está hacia ella, ya que involuntariamente nuestro cuerpo se acerca y se aproxima a lo que nos gusta y nos alejamos de lo que es dañino o poco interesante.

Aparecerán toda clase de gestos manipuladores, que son aquellos gestos que utilizamos para apaciguar el nerviosismo o la excitación de este flechazo: jugar con las muñecas, tocarse el pelo, nos mordemos o pasamos un dedo en los labios.

La voz tiembla y muchas veces no nos sale, o sin querer nos tragamos las palabras.

En el rostro aparece muchas veces una sonrisa amortiguada que intentamos disimular, o muchas veces la dejamos sencillamente escapar para que las cosas sean mas rápidas y queremos hacer manifiesto nuestro interés.

Pero lo más potente es la mirada, que son esos puentes que nos alejan de nuestra soledad. Intentamos mirar de reojo como para buscar una confirmación de nuestro interés, luego se desviará repetidamente hasta buscar un juego de miradas.

Estos juegos no verbales nos pueden delatar si la persona esta interesada. En tal caso siempre es aconsejable dar un paso más para ver cual seria le respuesta de la otra persona.

Hay que acercarse y ver cómo reacciona. Si tu presencia física le agrada, esta persona tendrá un comportamiento no verbal de interés y apertura. Al contrario, si se retrae y se aparta, no estará interesado.