El acontecer actual, en tanto soy habitante de un país del istmo centroamericano, asemeja a la poderosa estructura de la Ceiba Pentadra, especie botánica nativa de la región, poseedora de un signo esperanzador, la cual crece cerca de 70 metros, la base de su esbelto tronco llega a medir hasta 12 metros de circunferencia o quizás hasta más, y en la parte superior abre sus gruesos ramajes hacia las distintas direcciones cósmica; fue un símbolo sagrado para las culturas mesoamericanas originarias, como la Maya que tanto sorprende por sus legados.

A cada una de esas ramas del árbol del acontecer la relaciono a una actividad del mundo actual: economía, política, educación, cultura, ecología, contenidas por el mismo tronco, razón para considerarlas no como suma de temas sino como enjambre de relaciones entre éstas y la vida actual. Subamos pues a esos ramajes y desde tales alturas valoremos interpretando los signos que se nos presentan como realidad, entrados ya en la segunda década del siglo XXI y tercer milenio.

La rama económica

Teniendo presente esa estructura intentaré referirme a cada uno de esos ramajes, iniciando con la tan comentada crisis económica que ha afectado al mundo en años recientes, y en especial a las economías (des)favorecidas, como las del ámbito regional caracterizadas por su permanente emergencia (en dos vías: la emergente y la que urge pronta atención). Desde que tengo noción el mundo vive sumido en grandes carencias, y lo digo en mi condición de productor cultural o artista, pues el producto que ofrezco a la sociedad es considerado lujo, que no están al alcance de las mayorías y quienes sí pueden adquirirlos lo hacen fuera del país.

Ahora que los especialistas hablan de mejoría durante el año que finaliza (2017), esa bonanza no la veo por ningún lado, es más, la he sentido recrudecer. En las capas poblacionales de menores recursos -economía familiar o doméstica-, las necesidades son demasiadas e inminentes. Lo que llamamos «canasta básica», con precios controlados por el Estado, es un rubro siempre oneroso para quienes dependen de salarios mínimos que son las mayorías. La verdad, lo que incluyen los economistas en esos indicadores, habilitan solo a las capas poblacionales favorecidas. Aunque los especialistas en economía global afirman el repunte, las mayorías solo ven esas ganancias por televisión, no la experimentan.

Economías solidarias, como suelen llamarse, desaparecieron, persisten solo las usureras como las del crédito electrónico con el uso de tarjetas pero de altos intereses, y se suma a este panorama desesperanzador, la carencia de empleo, sobre todo para quienes concluyen estudios universitarios, mujeres y adultos mayores.

El grueso ramaje de la política

El árbol parece desgajarse, ante tanta carga del aparato estatal acechado por la corrupción, cuando nos percatamos que los políticos gobiernan para enriquecerse ilícitamente, por el tráfico de influencias y el beneficio propio o de terceros cercanos, nos cuestionamos: ¿para qué votar? Hoy y ahora, en la antesala de las elecciones de 2018, percibo al pueblo tan desilusionado, temeroso y hasta parece que la abstención será la principal noticia para ese evento político que avecina.

¿Dónde están las causas? Pues en el pasado, los electos en los procesos de cada cuatro años fueron por influencia del «populismo», que atrapa al sector del electorado que va al garete, sin saber por qué o por quién votan. El Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) motiva a votar difundiendo campañas por radio, televisión, prensa impresa e internet, pero las personas ya no escuchan, ni leen, ni opinan, se brincan esos lapsos de proselitismo, pues los triunfadores llegan a gobernar olvidando sus promesas, solo nos percatamos cómo siguen creciendo los ricos, con viajes por el mundo, compras de lujo y un nivel de calidad inalcanzable para los desfavorecidos o mayorías; llegan a gobernar cargados de buenas intenciones pero el poder corrompe, los vuelve miopes e incapaces de tomar decisiones estratégicas y consensos mediados por el diálogo o la sana confrontación de ideas. Todo esto afecta la democracia.

Un día de estos que tomé el tren en la cabecera de mi provincia, Cartago, para viajar a la ciudad capital San José, fue como ingresar a un laboratorio sociológico con el cual logré comprender el fenómeno que representa detentar el poder. Como me ubiqué en el primer vagón luego de la locomotora, percibí como a cada cruce de vía -pues nuestro sistema ferroviario es muy arcaico-, al cruzar el tránsito vehicular no hay nada que detenga, razón para tantas colisiones entre el tren, autobuses y/o autos privados: por ello, la locomotora suena su estridente pitoreta a cada momento recordando a todos que lleva la vía. Me es útil el parangón para explicar lo que hacen los políticos: sonar sus estridentes pitoretas durante la contienda electoral, generando una superposición o choques que nos ensordecen, el pueblo ya no los escucha a pesar de tan millonarias pautas publicitarias, sus intensiones, estrategias y propuestas se deterioran al colisionar unas con otras y lo único que logran es mermar la percepción o comprensión del electorado.

Rama de la cultura

En el bochorno de viajar en tren, aunque ese es el servicio público más rápido que tenemos en el país, pues el autobús o el auto propio se vuelve lento ante los tremendos congestionamientos vehiculares en un diseño urbano pensado hace décadas atrás que es inoperante; pero el ejemplo me sirve para criticar las problemáticas de la cultura, donde se gestionan eventos que son como la pitoreta del tren, resuenan y golpean, pero superpuestas no llegan con claridad a las personas que, por lo general, son sectores muy reducidos de la ciudadanía quienes aprovechan tan costosos programas artísticos.

Repito, tener el poder implica corrupción, se ven favorecidos sectores por amiguismo y pertenencia a ciertos círculos que viven en zonas de confort, con recursos para sus proyectos y el apoyo de las autoridades de las instituciones culturales. El Ministerio de Cultura, organizador del Festival de las Artes (FIA), a inicios de la presente Administración del Presidente Solís, fue un «fiasco» por la desorganización imperante, al punto que fue removida la cabeza del ministerio, y acusados algunos corruptos que lucraban con esos fondos dedicados a promover el arte.

La cultura es todo, no solo el arte, es también lo bueno y hasta lo malo que tenemos en el país, y es precisamente el gesto de perseguir a los corruptos a quienes se les acusa penalmente, es una fortaleza, recién se llevó a la cárcel a implicados en el Cementazo, por tráfico de influencias donde incluso se llamó a declarar al Presidente de la República, diputados, ministros, gerentes bancarios y empresarios que favorecieron la compra de un cemento chino que nunca salió del barco que lo transportó, comprado con fondos bancarios estatales sin que rigieran los rigores administrativos enmarcados por la ley y las garantías hipotecarias o fiduciarias inexistentes pues fueron una cortina de humo para ocultar a los corruptos de siempre.

El ramaje de la educación pública y privada

Una buena parte del presupuesto nacional se dedica a la educación pública y privada competitividad que aporte en áreas específicas de las necesidades del país. Pero lo que se invirtió en formación en el extranjero para los docentes e investigadores, a veces se pierde, pues al jubilarse no existe un eficiente sistema para que ellos devuelvan esa experiencia a la universidad y por ende al país. Por la carencia de nuevas fuentes de empleo, son contratados recién graduados, que está bien en tanto renueva a los formadores, pero los nuevos profesionales ven con cierto recelo la incorporación de sus viejos maestros, y al asumir el relevo comienzan con bríos pero llega el memento en que no saber qué hacer y lo que hacen es repetir viejas formulas débilitadas. Importante incrementar la capacidad de esas universidades para que apliquen en programas de certificaciones de la educación universitaria, lo cual conlleva mejoras en laboratorios, tecnología, bibliografía, formación docente, así como en la asimilación de la experiencia generada aplicada a las mismas prácticas educativas y del currículum actual.

Ecología y esperanza

Dije que la persistencia del árbol es esperanzadora, la ceiba no es maderable, nuestros ancestros la usaban para fabricar canoas hechas de una sola pieza capaces de navegar los ríos o zonas costeras, pero su presencia simbólica y espiritual cala en la cultura e inspira nuestra mirada esperanzada puesta en la ecología del planeta. En ese aspecto el país se distingue por sus prácticas de conservación, pero aún hay mucho por hacer y nos requiere estar más alertas que nunca, pues también la corrupción se frota las manos para apropiarse de los beneficios y ponerse la misma careta de siempre.

Ante la inminente conflagración bélica debida a las nocivas conductas del presidente Trump y el líder norcoreano Kim Jong-un, y la inoperancia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, hay que volcar nuestras miradas hacia las riquezas del planeta: la agricultura, agroindustria, la reforestación adecuada e inteligente a un entorno que brinda pan, cobijo y relax, entre otros beneficios.

Un país verde es un tesoro para el mundo, en tanto ahí se mejorará el aire que respiramos, se protegerán los mantos acuíferos, se combatirá los efectos del calentamiento global y efecto invernadero, habrá comida e inspiración para emerger airosos del trance; sería fundamental volver hacia la cultura del campo con pensamiento ágil, responsable, pues ante tantas amenazas en zonas geográficas y culturas del mundo, cesaría el turismo en tanto podría incrementar el nocivo terrorismo. Debemos reconstruir la casa común: la Naturaleza, que contradictoriamente parece que en los últimos años nos empeñamos en destruir.

En conclusión

No se trata de reinventar el mundo desde los mismos logros del ayer, después de tanta evolución y adelanto, hay que cuidarlos como tesoros, reinventar esos legados a partir del conocimiento científico y las nuevas técnicas, metodologías tecnológicas y un mercado tolerante, sano, consciente, solidario pero riguroso, que vuelvan a encender la flama cotidiana que nos nutre y empodera al continuar y apreciar la realidad con mirada y sobre todo pensamiento crítico, ético y responsable. La ciencia, la tecnología y la cultura han formado trabajadores muy creativos, ejemplo los diseñadores de producto industriales y empresas creativas, quienes transforman a partir de las materias primas que nos ofrece el planeta, pero sobre todo que aliente la bondad de un Todopoderoso que fortalece, ilumina y reorienta en el discontinuo camino a seguir.