Pensar en los cuerpos celestes que van a pasar cerca de la Tierra ha provocado por igual fascinación y miedo. De ahí que se lleven registrando desde hace cientos de años, hasta que las personas se dieron cuenta de que algunos de ellos volvían de vez en cuando, permitiendo calcular cuándo volvería a verse por el cielo.

La tecnología de los telescopios, como los avances en cálculos matemáticos más exactos, permiten conocer actualmente la fecha en la que va a pasar alguno de los asteroides más grandes, así como su tamaño y su distancia con la Tierra.

A pesar de los muchos avances y conocimientos que ahora se disponen, eso no ha disipado el miedo de algunas personas cuando saben que tal o cual asteroide se va a acercar a la Tierra, temiendo que este se desvíe un poco de la ruta prevista y pueda colisionar generando un cataclismo.

Hay que entender que el miedo es algo básico y hasta primario, que no atiende a razones, y que está como mecanismo de autodefensa del individuo.

Es por ello que, a pesar de los mensajes de tranquilidad emitidos por agencias tan reconocidas como la NASA, siguen existiendo personas que temen a una posible colisión y sus consecuencias catastróficas y, por medio de las redes sociales, difunde este miedo a otras personas.

Tal y como se han indicado, el miedo es algo básico en el individuo pero tiene un efecto peculiar, que es «contagioso», al igual que sucede con otras emociones básicas, como la alegría, que se observa cómo se "contagia" en un grupo más o menos grande cuando uno empieza a experimentar y compartir esta emoción. Las emociones, a pesar de las muchas clasificaciones existentes, se pueden dividir en emociones básicas y emociones secundarias.

Las primarias parecen tener un origen genético, y están relacionadas con la supervivencia del individuo y su integración social.

El número de emociones básicas difiere según el autor al que se haga referencia, así Watson, padre del conductismo, identificaba únicamente tres emociones básicas, el miedo, la ira y el amor; en cambio otros autores incluyen además la alegría y la tristeza.

Las aprendidas son aquellas que cada cultura o civilización ha «diseñado» y compartido, y se transmite de familia en familia, de ahí que se pueda decir eso de «los del norte son más fríos» en cuanto a expresión de emociones; o los «orientales no expresan sus emociones en público»; en este caso estaríamos hablando de la influencia de la sociedad sobre las emociones, de forma que estas son ajustadas a cada cultura.

En ella se incluye el resto de las emociones, que no son si no una combinación de las básicas, como la vergüenza, la culpa, el orgullo, los celos...

Volviendo al tema de los asteroides, este es un fenómeno desconocido para la mayoría, que comprende que algunos aparecen cada cierto tiempo y que pueden colisionar con la Tierra, sin entender muy bien los mecanismos que hay detrás de ello.

Esta falta de información, unida a que en ocasiones se produce hechos inesperados en el cosmos, acrecientan el miedo a lo desconocido, el cual se puede presentar de multitud de formas, ya sea creándose un búnker y aprovisionándose para «el fin del mundo», o proclamándolo a través de las redes sociales para «contagiar» dicho miedo a otros.

En una sociedad avanzada como la nuestra, el miedo no se considera una emoción que deba de dirigir nuestra vida, sino más bien al contrario.

Las emociones básicas deben de estar mediadas por nuestra cognición de forma que una vez recibida la información correspondiente a dicho miedo, la actuación sea de acorde a las normas sociales y no simplemente «dejándose llevar» por el miedo.