Los valores personales parecen cuestionados en la actualidad, sobre todo los de los jóvenes, los cuales en ocasiones se muestran apáticos a las necesidades y demandas de los demás.

Lejos de tratar de definir los valores y clasificarlos, se aborda este tema asumiendo que dentro de cada uno de nosotros poseemos una escala de valores, y que esta va cambiando con el tiempo.

Gracias a esta escala de valores, priorizamos aquello que consideramos más importante, tanto en nuestro comportamiento como nuestra forma de pensar, dejando de lado aquello que nos parece carente de valor, desde nuestra perspectiva.

Es por lo que juzgar la escala de valor de otra persona, ya sea más joven o no, es entender que la nuestra es mejor, algo que no tiene por qué corresponderse nada más que con la realidad del propio individuo.

Así, por ejemplo, para los jóvenes, el ocio y las actividades con sus iguales se convierten en un valor fundamental que da sentido a su existencia, algo que pasa a un segundo plano cuando se establece con una pareja y forma una familia, pasando este a ser el centro de sus atenciones y preocupaciones, quedando los amigos en muchos casos relegados a un tercer o cuarto puesto en la media y la edad avanzada.

Igualmente, entre los jóvenes, se están extendiendo conductas disruptivas que no se observaban antes, como, por ejemplo, el acoso escolar, en donde uno o varios alumnos pegan a otro, siendo el resto de la clase testigo mudo de dicha agresión, sin hacer nada por detenerlo, algo que sin duda es muestra de crisis de valores, al no dar una respuesta adecuada ante el sufrimiento de un semejante.

Otro ejemplo de crisis de valores sería cuando se graban este tipo de agresiones y se sube a Internet, para ser admirado por cientos o miles de personas, buscando un mayor impacto y visibilidad posible: ya no sólo se agrede si no que se "presume" del acto ante los demás.

Sobre las causas de estas crisis de valores, algunos teóricos apuntan sobre la insensibilización de las sociedades debido a los medios masivos de comunicación, especialmente la televisión, que a diario nos acerca el sufrimiento de guerras, hambrunas o cualquier otra desgracia, una sobreexposición que llega a hacernos impasible ante los nuevos casos, y con ello cambiar nuestra escala de valores.

No es casualidad que esta crisis de valores se produzca precisamente entre los adolescentes, ya que existe cierto nivel de permisividad social hacia la práctica de conductas que a otra edad estarían consideradas inadecuadas, pero que es apropiado para realizar conductas exploratorias y de autodescubrimiento, tan necesarias para el desarrollo del individuo.

Aunque no todos los autores están de acuerdo con esta aproximación, entendiendo que no es que realmente exista una crisis de valores entre los más jóvenes, si no que están experimentando de forma diferente a como se hacía hace diez o veinte años. Autores que defienden que los jóvenes muestran valores que les eran desconocidos a sus padres en su juventud, capaces de ser solidarios a través de internet, ayudando a difundir mensajes o a recaudar dinero mediante crowdfunding si consideran que se trata de un buen fin; igualmente para ellos han caído las barreras nacionales, considerándose en muchos casos ciudadanos del mundo, pudiendo tener amistades a través de las redes sociales en cualquier país, por muy alejado que esté.

Una aproximación intermedia sería la de asumir que los jóvenes hoy en día tienen nuevos valores, facilitados por Internet y el uso de las redes sociales, pero que no todos los valores son adecuados, sobre todo cuando se usan esos medios para atacar a otros, por ejemplo, con el ciberacoso, el cual ha empezado a sustituir al acoso escolar en el ámbito académico, produciéndose actualmente en un porcentaje similar.

Pero ¿qué se puede hacer para corregir esta crisis de valores o estos valores inadaptados? Desde la psicología se prioriza la formación de la persona en valores, desde la infancia, de forma que cuando llegue a la adolescencia cuente con un bagaje suficiente, formación que se ofrece por ejemplo con la educación en el desarrollo de la Inteligencia Emocional.

Ello le va a proporcionar al joven herramientas útiles con lo que enfrentarse a la vida, sabiendo lo que siente, cómo sienten los demás, y cómo dar una respuesta acorde a la situación. En definitiva, ayudando a crecer a la persona, se puede reducir la posibilidad de que surjan crisis de valores en la adolescencia. Y usted: ¿cree que actualmente se produce una crisis de valores entre los más jóvenes?