“A la gente le gusta proyectar sus emociones en los objetos que les rodean: sus juguetes, sus choches, sus mascotas… Así que pensamos: ‘¿y si nuestra comida tuviese sentimientos?’ Muy rápidamente nos dimos cuenta de que sería jodido” [Seth Rogen, Productor y Guionista de La fiesta de las salchichas]

Hace unos meses escribí un artículo sobre cómo la animación se considera principalmente una “cosa de niños”. Hablando desde el punto de vista más mainstream las películas de dibujos animados llevan décadas dirigiéndose más al publico infantil que al adulto. ¿Es posible que esta tendencia esté cambiando?

A mediados de agosto se estrenó en Estados Unidos La fiesta de las salchichas (Sausage Party, Sony, 2016). En España tuvimos que esperar hasta el 7 de octubre para poder ver una cinta que prometía humor verde, gran numero de palabras malsonantes y un argumento un tanto delicado. Los creadores del film comentaron en varias ocasiones que pretendían parodiar la animación tradicional a la que estamos acostumbrados con sus diseños caricaturescos con grandes ojos y pequeños guantecitos al más puro estilo Disney.

La premisa de la cinta es asombrosamente sencilla y sigue la línea de descubrir “las vidas secretas de” como han hecho extensivamente productoras como Pixar con su Toy Story (1995) y recientemente Ilumination Entertainment con Mascotas (The Secret life of Pets, 2016). *La fiesta de las salchichas presenta la ‘vida secreta de los productos de supermercado’ y con ella una ácida crítica a la religión como no suele verse en películas americanas.

El protagonista de la película, la salchicha Frank, vive feliz junto con todos los demás productos de supermercado bajo la creencia de que los “benévolos dioses” vendrán a llevarles al “más allá”, que es un lugar de felicidad y libertad en el que serán recompensados por una vida de obediencia y contención. Hasta el momento en el que un desafortunado accidente deja a Frank fuera de su paquete junto a su novia, el panecillo Brenda. Juntos emprenden una aventura a través del supermercado durante el cual descubrirán lo que realmente ocurre a la comida una vez la han comprado.

El público ve de primera mano lo que pasa al acompañar el resto de las salchichas hasta la casa de una de las “diosas”. De la mano de la salchicha Barry descubrimos un mundo cruel, sombrío e inquietante mientras Barry se enfrenta a todos los productos de supermercado descartados y usados: los cadáveres de amigos y conocidos salteando un mundo en el que todo es mucho más grande que una pequeña salchicha.

La película trata sin ningún tipo de delicadeza todos los temas que giran en torno a la religión y a la cultura creada a partir de la misma, con parodias nada sutiles a judíos, palestinos, musulmanes y católicos. Resulta gratificante ver una película de dibujos abordar temas como el racismo, la represión y la representación sexual sin utilizar metáforas enrevesadas y medias tintas. Creo que en cintas de animación americana nunca antes había visto a un personaje abiertamente lesbiano. La representación sexual es un tema con cada vez más visibilidad – especialmente en la forma de personajes masculinos homosexuales – pero que aun se trata mayormente como relief cómico, o como punto de conflicto. Personalmente considero muy reconfortante el hecho de que haya películas de grandes productoras americanas que traten estos temas libremente.

Esta película no está pensada para gente con la sensibilidad a flor de piel: su humor es soez y la cinta contiene una orgía todo lo explícita que puede ser una escena de sexo con elemento de supermercado; el villano secundario de la película – el primero son los “dioses” – es una ducha vaginal que comete asesinatos, violaciones y tortura explícitas.

Personalmente considero que la película tiene un buen argumento y una fuerte crítica social, lo que la convierte en una cinta interesante. El humor – siempre que va ligado a los diferentes productos del supermercado – resulta interesante y en algunas ocasiones incluso muy inteligente. Desgraciadamente, el peso de los chistes sexuales y toda la sub-trama con la ducha vaginal me resultan excesivos y bastos. Recomiendo ver la película a todos aquellos a los que no les importe pasar una hora y media rodeados de constante humor verde. Sinceramente, creo que la crítica social lo merece.