La cuenta atrás llega a su fin. Después de meses preparando el acontecimiento -vestidos, convite, invitados, etc.- llega el momento tan esperado. Para los niños y niñas, después de superar la catequesis, les ha llegado la hora de hacer la primera comunión, mientras que las parejas de prometidos cuentan las horas que faltan para dejar de ser solteros y convertirse en marido y mujer.

Mayo y junio, con la llegada del buen tiempo, son los meses más solicitados para celebrar estos acontecimientos, sobretodo comuniones, mientras que las bodas se alargan hasta el verano. Para este día, los protagonistas relucen la mejor de sus sonrisas, mientras que familiares, amigos y allegados no caben de satisfacción de poder vivir un momento como este.

Son pocos los protagonistas que no están nerviosos, incluso más de uno se ha pasado la última noche en vela por culpa de los nervios. Un estado que va en aumento a medida que se acerca la fecha señalada. ¿Qué novia no se ha tenido que hacer arreglos de última hora en su vestido al haber adelgazado por el estrés y los nervios del acontecimiento?

El día D empieza con el despertador, si es que uno no se ha levantado antes de que suene. El peinado, el vestuario y las primeras fotos llenan los primeros compases de la jornada.

Tras la ceremonia, el trozo más protocolario, para los invitados llega la parte más amena: el convite. Un parte que para los novios, o los padres de los niños en caso de comuniones, es la más delicada. Quieren comprobar que todo está en orden y al gusto de todos los invitados. Una tarea que en mucha ocasiones es imposible hacer realidad, pero que les hace que se olviden que ellos también tienen que disfrutar de esta parte y saborear la comida. En muchas ocasiones, casi ni comen.

Los regalos ponen el broche de oro a la celebración. Los más pequeños abren encantados los paquetes de sus invitados, mientras que son los novios los que sorprenden a sus invitados con pequeños detalles personalizados. Una planta para las madres de los novios, los muñecos de novios para la pareja de amigos que se casa en unos meses o una mini cesta para el bebé que está en camino de tu hermana son sólo algunas de las numerosos detalles con los que los invitados son sorprendidos.

A partir de este momento, ya es decisión de cada uno cuando pone punto y final. Las bodas son las que más se alargan con baile, copas y charlas, mientras que son las comuniones las que después de toda la celebración suelen diluirse más rápido a no ser que haya actividades programadas para los niños.

Ya con el paso de las horas, son los protagonistas los que se dan cuenta de la magnitud del acontecimiento y de lo que han vivido. La memoria, las fotografías y los regalos ayudan a ello.