Casi ocho de cada diez españoles tienen una preocupación principal: el desempleo. Por encima del terrorismo, por encima de la violencia o cualquier otro problema que mueva la conciencia social. El paro ha sido, es y parece que seguirá siendo la mayor de las pesadillas de un país que triplica la tasa de desempleo de la mayoría de sus vecinos de la Unión Europea.

Así lo pone de manifiesto, una vez más, el CIS: el 74% de los españoles ve el paro como la principal de sus preocupaciones. Y eso, en año de elecciones generales, es carne de propaganda política. El Gobierno del Partido Popular se afana en hacer patente la mejoría en las cifras de desempleo y asegura -en palabras del ministro de Economía, Luis de Guindos- que, al acabar 2015, se habrán creado cerca de 600.000 puestos de trabajo. Todo gracias a un crecimiento del PIB del 3%. La oposición hace su propio balance, poniendo el acento en la temporalidad y la precariedad del empleo.

Si se cumplen las previsiones del ejecutivo de Mariano Rajoy, España cerrará el año y la legislatura con una cifra de parados ligeramente superior al 21%. Pero, ¿puede presumir el Gobierno de estas cifras?

Lo cierto que es, con los datos sobre la mesa, el gobierno acabará la legislatura casi como la empezó en cuanto a número de empleados se refiere, aunque mucho mejor si tenemos en cuenta la cifra de desempleados. El año 2011, cuando el PP se alzó con la presidencia del Gobierno, terminó con 17,8 millones de trabajadores y un 22,85% de desempleados (5,2 millones), según datos de INE. El año 2012 fue el peor que se recuerda en España, con 5,9 millones de desempleados -un 26,02%-, y menos de 17 millones de personas con trabajo. El ecuador de la legislatura no supuso un avance significativo, con un 26,03% de parados a final de 2013 -5,8 millones de personas- y solo 16,7 millones de empleados. El pasado año 2014 las cifras ya comenzaron a dar un respiro, con 17,5 millones de empleados, una tasa de paro del 23,7% y menos de 5,5 millones de desempleados.

La mejoría en porcentaje es significativa, pero hay un dato que no debe pasar desapercibido: el número de personas activas -que trabajan o buscan empleo- ha descendido desde 2011 en más de medio millón de personas. ¿Se debe esto a la emigración, al cansancio o quizá a la desmotivación? ¿Tiene relación directa con el descenso del desempleo? Las opiniones son subjetivas. Los números parecen más imparciales.

El año 2015 es todavía una incógnita. En el tercer trimestre del año se crearon 182.000 puestos de trabajo -la mejor cifra desde la pasada década- y la tasa de desempleados quedó en el 21,18% (4,8 millones de personas). Eso sí, la cifra de trabajadores con contrato temporal subió en 205.000 personas y los contratos por horas han experimentado un ascenso del 15% desde 2011. Muchos expertos siguen advirtiendo de que las mejoras puntuales se deben únicamente a la estacionalidad del modelo productivo. “Menos da una piedra”, es lo que opinan otros.

Los datos del mes de octubre ya venían indicando que con el sol, se va también el empleo. Más de 82.000 personas se quedaron sin trabajo pasada la temporada estival. Y aunque en noviembre salieron de las listas 27.000 personas, aún son 4.149.298 los españoles sin trabajo. Las cifras de afiliación a la Seguridad Social, es decir, de ocupados, se quedan prácticamente igual que a finales de 2011.

Además, hay otro dato que no debe pasar desapercibido: : el número de personas activas- que trabajan o buscan empleo- ha descendido desde 2011 en más de medio millón de personas. ¿Se debe esto a la emigración, al cansancio o quizá a la desmotivación? ¿Tiene relación directa con el descenso del desempleo? Las opiniones son subjetivas. Los números parecen más imparciales.

Más allá de interpretaciones partidistas, los datos no deben esconder el drama que aflora con el desempleo. El número de hogares donde nadie tiene ingresos supera los 721.000, y ya hay casi tres millones de personas que llevan más de un año sin trabajo. Los números son imparciales, sí, pero detrás de cada uno de ellos hay una historia, un nombre y un voto.